Lucy
Seis meses después
—Quiero llevarte a la cama, quitarte el vestido y hacerte el amor hasta elamanecer, señora MacKinnon. —La voz de Aiden suena insinuante en mioído.Nos encontramos en el centro de la pista de baile, moviéndonos al ritmode una balada lenta.Aiden y yo acabamos de casarnos en el jardín trasero de la pequeña casaunifamiliar que compramos hace apenas mes y medio en Lenox Hill. Hasido una ceremonia sencilla e íntima, una ceremonia que hemos organizadoen apenas tres semanas, después de que Aiden se presentara en mi trabajocon una cajita de terciopelo negra para hincar la rodilla y hacerme la granpregunta delante de todo el mundo, cosa que, por cierto, dejó a Sasha aborde del ictus. Desde fuera puede parecer precipitado, pero las cosas entrenosotros van bien, somos felices y tenemos muchos planes de futurocompartidos, ¿por qué esperar?—Creo que sería extraño que los novios fueran los primeros enabandonar la celebración de su boda.—Tienes razón. —Hace un mohín—. Deberíamos echarlos ya. Es tarde.Les hemos dado de comer y beber, ¿qué más quieren?Niego con una sonrisa sin dejar de bailar. Un rizo rebelde cae sobre sufrente y yo se lo aparto con mimo. Está increíblemente guapo vestido conun kilt de cuadros verdes y rojos, en honor a su clan, una americana oscuracon un chaleco del mismo color, camisa negra y una corbata a cuadros aconjunto con el kilt.—La paciencia es una virtud.—Una virtud que yo no tengo.—Por suerte, yo la tengo por los dos.—Si hubieras elegido un vestido que te hiciera menos apetecible no mehubiera pasado el día empalmado fantaseando en desnudarte.Me muerdo el labio con picardía. La elección del vestido fue cosa deChloe. Fue ella la que aseguró que un escote en forma de corazón y unafalda con caída suave sería perfecto para mí. Como siempre, acertó; teneruna estilista personal es una suerte en estos casos.Hace horas que el manto de la noche ha caído sobre Manhattan. Aunquenos encontramos a principios de noviembre, un sol espléndido nos haacompañado todo el día. Ahora hace bastante frío, pero gracias a las estufasde exterior que ha instalado la empresa de organización de eventos quecontratamos, la temperatura que nos envuelve es agradable.Apoyo la mejilla en el pecho de Aiden y dedico unos segundossilenciosos a observar nuestro alrededor. La iluminación es tenue y procedede las guirnaldas de luces que cuelgan de los árboles y de unos focosdiscretos que hay en el suelo. Tenemos una carpa a nuestra derecha, que esdonde hemos celebrado el banquete de la boda. A la izquierda aún está elarco de boda frente al cual hemos dicho nuestros votos, intercambiadoalianzas y formalizado el enlace. La pista de baile sobre la que nosmovemos está formada por una tarima de madera laminada y resistente.Todo es perfecto.A nuestro alrededor la gente baila, charla, sonríe. Es feliz.Yo también lo soy. Soy feliz. Tremendamente feliz. Me ha costadoaceptar que, con total probabilidad, nunca pueda ser madre, pero con terapiay el amor y apoyo de Aiden, lo llevo bien. La mujer de la carta anónimatenía razón al asegurar que los sueños rotos pueden pegarse y pintarse deotro color. Eso es lo que he hecho yo con mi sueño de ser madre. Si Aiden yyo hemos comprado esta casa de dos plantas familiar es con la idea dellenarla de niños. Queremos empezar los trámites de adopción lo antesposible. Quizás no podamos ser padres de forma natural, pero podemos daramor y seguridad a niños que lo necesiten, y eso es igual de válido.Separo mi mejilla del pecho de mi recién estrenado marido y le miro alos ojos.—¿Te confieso una cosa?—Confiesa. —Sus cejas se elevan con suavidad.—Nunca creí que acabaría casándome con un highlander.Aiden sonríe de medio lado.—Pues, ¿sabes qué? Yo también voy a confesarte algo. Desde el primermomento en el que nos vimos y caíste directa sobre mi regazo, una parte demí siempre tuvo la sospecha de que me cambiarías la vida. Fue una formapoco sutil de seducirme, pero reconozco que funcionó.Sus palabras me hacen reír.Me besa.Le beso.Nos besamos.Y seguimos bailando pegados, conteniendo las ganas, deseando que eldía termine para enredar nuestras pieles bajo las sábanas y demostrarnoscon caricias todo lo que las palabras y los besos no son capaces detransmitir: nuestro amor.
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Entre Leyes y Latidos (Libro 1: Saga Vínculos Legales) (BORRADOR)
RomanceUn highlander sexy y arrogante, una chica dulce pero decidida, un sueño en común: ser padres. Me llamo Lucy Cooper, trabajo en una revista femenina y quiero ser madre. Estoy tan segura de ello que hace unos meses me inscribí en una agencia de copate...