When the positive comes

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Aiden

Miro la hora en el reloj de muñeca por enésima vez deseando que estareunión termine. El señor Wilson no deja de hablar y de hablar sobre unosasuntos legales que necesita que nuestro bufete solvente y yo intento, envano, cortar la conversación cada vez que me deja intervenir, pero es inútil.Al señor Wilson le encanta hablar. Es la típica persona de la que escapascuando coincides con ella en alguna parte porque, de lo contrario, va atenerte secuestrado con su verborrea un buen rato hasta que decida soltarte.La cuestión es que son casi las tres de la tarde, he quedado con Lucy a lascinco y tengo que pasar por casa para coger la mochila que he preparadopara nuestra escapada. El despacho está cerca de mi casa, pero antes quieropasar por el supermercado para comprar algunas cosas que necesito. Porsuerte, después de fingir que tengo otra reunión importante a la que llegarétarde si no termino esta, Wilson se pone en pie, me tiende su mano de dedosrollizos por encima de la mesa, se la estrecho y se marcha de aquí.Empiezo a recoger mis cosas a toda prisa cuando la puerta de midespacho vuelve a abrirse. Levanto la mirada y me encuentro con Oliver,que, sin mediar palabra, se sienta en la silla que el señor Wilson acaba dedejar vacía.—Necesito consejo —suelta sin más.Miro el reloj para comprobar la hora una vez más y decido concederlecinco minutos antes de salir pitando.—¿Qué ocurre? —pregunto volviendo a sentarme.—Primero tienes que prometerme que no vas a juzgarme por esto —dicelanzándome una mirada llena de intensidad. Oh, oh. Cuando Oliver me miraasí significa que ha hecho algo. Algo gordo.—Por todos tus muertos, Oliver, ¿qué has hecho esta vez?—Tranquilízate, no es nada importante.—Tú no vendrías a pedirme consejo por nada importante.—Ni que me metiera en líos a diario.—A diario no, pero uno o dos al año caen —digo con sarcasmo.—Como si tú fueras un santo, ¿o es necesario que te recuerde que unavez empotraste tu coche en el escaparate de una tienda de lencería porqueibas hasta las cejas de alcohol?—Ya estamos. —Resoplo—. ¿Vas a seguir sacando a la luz mis erroresdel pasado cada vez que te convenga?—Eh, has empezado tú —me recrimina cruzándose de brazos—. Vengoaquí para que me des tu consejo y antes de que pueda abrir la boca ya mellevo una reprimenda.—Joder, vale, tienes razón. Te pido disculpas. —Entrelazo los dedos yapoyo los codos sobre la mesa con actitud receptiva—. Te escucho, perosolo durante unos minutos porque he quedado con Lucy a las cinco.—Ah, sí, es verdad, que os vais a follar como locos durante cinco días—dice con una sonrisa pícara en los labios.Se me escapa una sonrisa de vuelta, aunque intento esconderla. Deberíacorregirle: «no, no vamos a follar. Vamos a procrear». Pero mi hermano noes tonto, conoce a Lucy; negar que me muero de ganar de enterrarme dentrode ella y hacerla mía, en el sentido sexual del término, es del todo absurdo.Hace dos semanas desde que Lucy y yo decidimos intentar tener un bebéde forma natural. Son pocas las parejas que consiguen un embarazo a laprimera y los dos queremos ser padres en cuanto antes, por eso nos vamos aponer ya manos a la obra. Sus días fértiles empiezan hoy. Es cierto que aúnno hemos recibido los resultados de fertilidad de la clínica, pero bueno,tenemos los resultados generales de salud y ambos estamos sanos. Todo vaa ir bien.Carraspeo, borrando la sonrisa de mi cara, y me centro de nuevo en elmotivo que ha traído a Oliver hasta aquí.— A ver, ¿sobre qué necesitas consejo?—Ahmm... Verás... —Se rasca el puente de la nariz con nerviosismo.Parece estar buscando las palabras adecuadas en algún lugar de su interior—. ¿Recuerdas que hace unas semanas llevé a Claire a cenar a casa de papáy el abuelo? Fue la misma noche que tú apareciste con Lucy. —Asientodespacio. Me acuerdo, claro que me acuerdo. Esa noche fue un punto deinflexión en... en todo—. Bueno, pues tras la cena la invité a tomar unascopas en mi casa. No lo hice con ninguna intención en particular, ella estabamal por lo del capullo de su novio y yo solo quería animarla...—Ay, Dios —exclamo adelantándome al desastre.Oliver ignora mi resoplido y sigue hablando:—Le sugerí ver una película y pusimos una comedia, ya sabes, para reírun poco y eso. Y entre jijis, jajas y copazos de ron con cola... Se nos fue lacosa de las manos.—¿Te has acostado con tu secretaria, Oliver? Por el amor de Dios, sabesque eso no está permitido en los estatutos del bufete —susurro entre dientescon ganas de saltar sobre la mesa y zarandearlo—. Para mantener relacionescon una subalterna primero tienes que firmar una solicitud deconsentimiento.—Estaba borracho y con el subidón del momento, ¿de verdad crees quepensé en esa maldita solicitud? —pregunta con indignación—. Además, nonos acostamos, solo fueron unos besos.—¿Solo unos besos? —pregunto con escepticismo.—Sí, solo unos besos. Bueno, y un poco de magreo por encima de laropa, pero nada más. —Se pasa una mano por el pelo—. La cosa es que loparamos a tiempo, ambos acordamos olvidarnos del asunto y ella se marchóa su casa.Se queda en silencio y yo espero a que reanude la conversación, pero alno hacerlo me veo obligado a preguntar:—¿Y?—Y nada más. —Se encoge de hombros—. Ninguno de los dos havuelto a sacar el tema. De hecho, ella sigue saliendo con el capullo de sunovio.Parpadeo, descolocado.—No entiendo dónde está el problema, entonces.—¡Ni yo tampoco! —añade con un deje de frustración que me dejaconfuso—. Simplemente... no puedo dejar de pensar en ello.Intento entender lo que me quiere decir, pero la verdad es que se quedaen eso, en un intento, porque no entiendo nada.—Tendrás que ser más claro, Oliver.—No sé, es solo que desde entonces no dejo de pensar en ella de unaforma que va más allá del simple rollo de jefe barra empleada —musita.Una sonrisa de suficiencia cruza mi rostro.—¿Te has colado por tu secretaria?—¿Qué? ¡No! —Se queda en silencio unos segundos—. Creo que no.—Oliver, por Dios, ¡es Claire! Lleva cinco años trabajando paranosotros, es la mejor secretaria que has tenido nunca, todos moriríamos porrobártela, ¿vas a joderlo todo por un encaprichamiento pasajero? —pregunto elevando las cejas—. ¿Sabes lo creo que ocurre aquí? Que tequedaste con ganas de tirártela. Lo que tienes se llama: tensión sexual noresuelta. Es una putada, pero tendrás que aprender a vivir con ello si noquieres fastidiar la relación laboral que tienes con ella.Oliver me responde con un gruñido mientras piensa en mis palabras. Alver que no va a responder nada más, añado:—Y ahora tengo que marcharme porque, de lo contrario, voy a llegartarde y, tío, tengo una ardua tarea por delante.Él asiente, me promete que no hará ninguna tontería con Claire y quetengo razón. Acabo de recoger mis cosas y me marcho.Lucy me espera.#Lucy—Buen trabajo, Lucy. La revista con tu reportaje fue la más vendida de lahistoria de la revista —me felicita Avery delante de mis compañeros.Mis mejillas se sonrojan.—Bueno, estoy segura de que sin las fotos con el estilismo de Chloe nohubiera tenido tanto éxito —digo yo intentando repartir el mérito.Chloe me guiña un ojo agradeciendo mis palabras y Avery amplía susonrisa hacia su dirección.—Reconozco que esas fotos son fantásticas.—Lo son —asiente Chloe—. De hecho, son tan alucinantes quedeberíamos haber regalado vibradores con la revista.Todas se ríen. Todas menos yo, ¡será bruta esta Chloe! Bueno, no soy laúnica que no se ríe con su broma. Sasha tampoco lo hace. Pone los ojos enblanco, cruza las piernas que hoy lleva enfundadas en un pantalón de cuerorosa y se mira las uñas también pintadas de rosa como si esta reunión nofuera con ella. Creo que su odio hacia mí es directamente proporcional a loshalagos y palabras de felicitación que Avery me dirige.Acabamos la reunión, compruebo la hora en el reloj de mi móvil y sientoun cosquilleo en el vientre al comprobar que son las cuatro y media. En solotreinta minutos, Aiden estará aquí y me llevará con él a su casa de LosHamptons para intentar engendrar a un bebé.Se me dibuja una sonrisa tonta en los labios al pensar en ello. Hace unosdías Aiden y yo planeamos al dedillo cómo íbamos a afrontar el «objetivobebé» (es así como bautizamos la meta de conseguir un embarazo). Primerode todo teníamos que saber cuáles serían mis días fértiles. Leí mucho sobreello y calculé las fechas según mi calendario de ovulación. No fue difícil yaque soy muy regular; mis ciclos duran 28 días justos. Siempre recomiendantener relaciones dos días antes y dos días después del día previsto deovulación, así que en total son 5 los días fértiles. Aiden y yo lo estuvimoshablando y creímos conveniente que, esta primera vez, lo más adecuadosería salir de la ciudad para llevar a cabo el cometido sin el estrés diario.Ambos podíamos permitirnos pedir unos días libres en el trabajo y élsugirió desplazarnos a su casa de Los Hamptons. No se me ocurrió mejorplan, así que acepté.Sabemos que no podremos escaparnos de Nueva York todos los mesesque dure esto, pero es una buena manera de empezar.Total, en media hora Aiden vendrá a recogerme con su flamanteMaserati y yo estoy de los nervios.Me siento en mi escritorio soltando un suspiro y, antes de que puedasiquiera encender el ordenador, una bolsa de cartón con letras elegantesaparece frente a mis ojos. Esa caja no ha aparecido sola, la sujeta una manocuyo brazo pertenece a Chloe.—¿Qué es esto? —digo cogiendo la bolsa que zarandea frente a mí.—Puedes considerarlo un regalo de embarazo adelantado. —Chloe sesienta sobre mi mesa y yo miro el interior de la bolsa con miedo. El interiores de satén rojo y un paquete recubierto con papel de seda rojo espera serabierto.Lo cojo con las cejas alzadas, lo desenvuelvo y... pongo los ojos enblanco. Es un conjunto de ropa interior negro tan atrevido que jamás voy aser capaz de ponérmelo. Está formado por un sujetador de encaje muysensual y un tanga tan mini que podría usar la parte de atrás como hilodental.—Yo no quepo aquí dentro —digo analizando el tanga con atención.—Claro que cabes, solo que lo estás sujetando mal. —Lo coge de entremis manos para colocarlo hacia la dirección correcta. Con el trasiego, loalza a la vista de todo el mundo sin ningún tipo de pudor.—Dame eso, no necesito que todos sepan que la pervertida de mi amigame hace regalos inapropiados en horario laboral —le digo guardándolo denuevo, avergonzada.—Aiden va a querer arrancártelo con los dientes en cuanto te lo pongas.Usa un tono de voz tan fuerte que miro a lado y lado para comprobar quenadie la ha escuchado.—¿Ya que estás por qué no lo anuncias por altavoces? —digoenfurruñada.Chloe se encoge de hombros.—Pronto va a ser un secreto a voces que entre Aiden y tú pasa algo.Además, cuando tengas un bombo del tamaño de una sandía encima deltoto, tendrás que anunciar el embarazo y la identidad del padre.—Lo sé —digo algo molesta, porque sí, he pensado en ello muchasveces—. Aún no sé cómo lo haré, pero llegado el caso encontraré la mejormanera de dar la noticia.—Acabarás en la portada de nuestra revista, mentalízate.No afirmo ni desmiento, pero conociendo cómo funciona Pink Lady nome extrañaría nada que quisieran vender mi historia. Pero bueno, no quieropreocuparme innecesariamente antes de tiempo. Cuando llegue el positivoencontraré la forma de gestionarlo.

Entre Leyes y Latidos (Libro 1: Saga Vínculos Legales) (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora