𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟗

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⚠️𝐀𝐃𝐕𝐄𝐑𝐓𝐄𝐍𝐂𝐈𝐀 ⚠️
𝐄𝐥 𝐜𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐚 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐢𝐧𝐮𝐚𝐜𝐢𝐨𝐧 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐞 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐞𝐧𝐞𝐫 𝐦𝐚𝐭𝐞𝐫𝐢𝐚𝐥 𝐬𝐞𝐧𝐬𝐢𝐛𝐥𝐞 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐚𝐥𝐠𝐮𝐧𝐚𝐬 𝐚𝐮𝐝𝐢𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚𝐬 𝐬𝐨𝐛𝐫𝐞 𝐞𝐥 𝐭𝐞𝐦𝐚: 𝐚𝐛*𝐬* 𝐒. 𝐋𝐚 𝐬𝐢𝐭𝐮𝐚𝐜𝐢ó𝐧 𝐩𝐥𝐚𝐧𝐭𝐞𝐚𝐝𝐚 𝐧𝐨 𝐞𝐬 𝐞𝐱𝐩𝐥𝐢𝐜𝐢𝐭𝐚 𝐲 𝐧𝐨 𝐩𝐫𝐞𝐭𝐞𝐧𝐝𝐞 𝐬𝐞𝐫 𝐫𝐨𝐦𝐚𝐧𝐭𝐢𝐳𝐚𝐝𝐚 𝐝𝐞 𝐧𝐢𝐧𝐠𝐮𝐧𝐚 𝐦𝐚𝐧𝐞𝐫𝐚.


Gojo resopló y se dejó caer de lado en el sofá de la sala, apagando el televisor. Los últimos días habían sido tan aburridos como éste para él, sin misiones y, más que nada, sin la cabecilla pelirrosa rondando por su casa y quejándose cada que recibía un golpe del muñeco maldito. Siendo él con quien conectaba más y podía comportarse infantilmente sin ser juzgado en el proceso, no verlo desde hace tres días había hecho sus tardes más vacías. Y no solo era el hecho de no almorzar con él o ver películas durante la tarde, sino que tampoco estaba durante las mañanas en el aula. No lo malentiendan, no es que no se divirtiera con Megumi y Nobara, pero había adquirido la mala costumbre de ser seguido en sus tonterías por el animado menor de ojos color miel que siempre lo veía como si fuese algo increíble.

"... miel" el antojo lo llevó a pararse y caminar hacia su frasco de caramelos solo para percatarse de que no le quedaban más con sabor a miel. La amargura lo invadió durante unos segundos, sin saber en qué momento había bajado por completo aquel frasco que hace poco recordaba haber llenado con las golosinas que se habían vuelto una necesidad en poco tiempo. Admiró durante unos segundos los otros dos frascos con chucherías de distintos sabores y pensó en conformarse con ellos, pero su boca se negó con capricho. No quería chocolate ni frutilla, quería miel.
Sabiendo que no se estaría quieto hasta no tener lo que quería, se acomodó las gafas de sol, se calzó y salió a paso tranquilo hacia la tienda de conveniencia más cercana a unas dos cuadras. No sabía si estaba irritado o aburrido, pero hacía mucho tiempo no experimentaba una sensación tan molesta.

Caminó semi encorvado con las manos en los bolsillos, adentrándose en el pequeño pueblito de calles poco transitadas a esa hora en la que todos dormían la siesta. Todo estaba tan calmo y silencioso que no fue difícil para sus seis ojos y su nariz notar una perturbación una cuadra más adelante. Captando su atención por completo, caminó un poco menos distraído, concentrado en aquellas hebras rosas que se asomaban por una esquina. A mitad de cuadra fue cuando lo sintió e identificó rápidamente el aroma a dulce miel que tan bien tenía memorizado, acompañado de desconocidas motas de miedo, excitación y angustia. Quiso creer que se confundía cuando otros aromas picantes y desagradables le siguieron pero no pudo evitar inquietarse y apresurar el paso.

Primero oyó los murmullos— Vamos, vamos —risas sonaban—. ¡Ya quitaselo, Kei!

— ¡Si! —y más risas— ¡Tiembla como una nena!

Luego, una vez llegó a la esquina del callejón que separaba dos viviendas departamentales, lo vió. De haber traído un dulce en la boca éste se habría caído junto con su quijada ante lo que divisó a unos metros; la imágen del menor siendo sujetado de brazos y piernas casi se vio borrosa. Luego identificó una mano cubriendo su boca tan fuerte que hundía sus dedos en sus esponjosas mejillas mientras otro se colocaba entre sus piernas e intentaba mantenerlo quieto presionando su cadera contra la ajena, batallando con el cinturón de su propio pantalón.
El primero en percatarse de su presencia fue quien conocía de memoria el aroma a menta y chocolate que desprendía. Gojo pudo ver por encima de sus gafas los acaramelados ojos que tanto se había prometido cuidar; estaban llorosos, aterrados y débiles, simplemente gritándole por ayuda.

𝐌𝐄𝐍𝐓𝐀 𝐘 𝐌𝐈𝐄𝐋 - 𝐎𝐌𝐄𝐆𝐀𝐕𝐄𝐑𝐒𝐄 ||𝐆𝐎𝐘𝐔𝐔 - 𝐌𝐄𝐆𝐔𝐊𝐈||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora