A la distancia, Yuji encontró la figura de Junpei esperándolo en una de las bancas del parque. Inspiró profundo, exhaló lentamente para dejar atrás todas las emociones innecesarias que lo agobiaron durante el viaje en tren, y se acercó con calma. Al verlo, Yoshino se puso rápidamente de pie, de una forma que hasta en eso Yuji alcanzó a notar el nerviosismo que traía encima.
— Hola —saludó con alegría, sonriendo como un niño. Yuji correspondió la alegría con un ademán más tranquilo. Pronto, sin embargo, la sonrisa del pelinegro se desvaneció lentamente al igual que su energía, dando lugar a una mirada de confusión. En ese momento el pelirrosa no entendió el gesto que hizo Junpei; moviendo ligeramente la nariz y analizando su figura antes de mirarlo a los ojos con desconfianza.
— ¿Sucede... —se miró las ropas, preguntándose qué tendría de mal— sucede algo?
— ... No... —la extraña expresión se mantuvo unos segundos con cautela, como si dudara. Parecía esperar algo, pero fuese lo que fuese, Yuji no supo el qué— no —soltó con un poco más de seguridad unos segundos después, aunque sus ojos aún parecían intentar descifrar un misterio en los dorados del omega. Luego de un incómodo silencio pareció haberse rendido a buscar una respuesta, pues su expresión se suavizó y sus hombros bajaron con un poco más de calma. Seguramente, pensó Junpei, sus ideas estaban erradas. Con sincero cariño, entonces, le regaló una amorosa sonrisa—. Luces increíble, como siempre.
Yuji frunció los labios y se rascó la nuca con timidez, era extraño recibir cumplidos de otro hombre. O más bien, era extraño recibir cumplidos de ese tipo en general. Siempre había sido elogiado por ser atlético y fuerte, o por tener una personalidad animada y un humor que entretenía, pero su apariencia nunca había llamado mucho la atención. Y si lo había hecho, jamás se lo habían comunicado.
Yoshino miró la hora en su teléfono— ¿Vamos?
— ¡Claro! —el pelirrosa asintió y lo siguió rápidamente— ¿a dónde?
— Tengo entradas para el cine —mostró dos billetes que meneó con suavidad—. Sé que es un clásico, pero pensé que lo mejor era empezar con lo que compartimos —Yuji entrecerró los ojos, ubicándose un paso más lejos. Luego de unos segundos, Junpei comprendió y con nerviosismo se apresuró a negar con sus manos— ¡No, no, no! Esta vez no daré sorpresas, lo juro.
Hubo unos momentos de duda para el pelirrosa. Quizás había aceptado la cita, sí, pero no se sentía para nada preparado ni dispuesto para que algo romántico. Ante la seguridad en la mirada ajena, sin embargo, decidió confiar. De todas formas, estaba seguro de que esta vez sin dudas reaccionaría y dejaría muy en claro los límites de ser necesario. Aunque, para su tranquilidad, eso no fue necesario y Junpei cumplió.
La película estuvo espectacular, sin besos robados ni comportamientos extraños que pudieran ponerlo incómodo. Ni entonces ni después; cuando visitaron el centro comercial y hablaron largo rato de la película mientras devoraban hamburguesas en la plaza de comidas; cuando jugaron en el área de maquinitas hasta que un guardia les advirtió que cerrarían; ni cuando se detuvieron en una pequeña heladería solitaria y juguetearon tontamente a robarse bocados del postre ajeno.
Yuji nunca había tenido citas realmente, todos sus conocimientos al respecto se basaban en películas, mangas y animes que ocasionalmente veía. Con lo poco que sabía, se había asustado de que aquel encuentro fuese un desastre que finalmente acabaría con una situación incómoda y un rechazo que los mantendría lejanos unos cuantos días. No quería eso, definitivamente no quería eso. Junpei era, ahora, uno de los pocos amigos que tenía, el único más allá de la hechicería, y realmente le estresaba la idea de perderlo. Para cuando eran las doce de la noche, sin embargo, Yuji prácticamente había olvidado que aquello era una cita, sorprendentemente hallándose pensando en que no estaba tan mal. Si así fueran siempre, quizás no le molestaría tener una que otra cita más con el pelinegro. O quizás simplemente se estaba relajando demasiado pronto.
ESTÁS LEYENDO
𝐌𝐄𝐍𝐓𝐀 𝐘 𝐌𝐈𝐄𝐋 - 𝐎𝐌𝐄𝐆𝐀𝐕𝐄𝐑𝐒𝐄 ||𝐆𝐎𝐘𝐔𝐔 - 𝐌𝐄𝐆𝐔𝐊𝐈||
FanfictionA una temprana edad, Itadori Yuji ya había aceptado vivir con la muerte a los hombros. No le importaba abandonar su vida, su hogar o su ciudad, porque no había nadie más allí por quien quedarse. Sumergiéndose en un mundo de maldiciones y hechicería...