XII

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  El día de la bresh ya había llegado, por lo que los chicos decidieron juntarse en la casa de Germán para ir haciendo tiempo, porque la casa del de lentes quedaba más cerca que otras.

Estaban charlando de lo más tranquilo, hasta que Rodrigo decidio preguntar sobre el tema de la joda.

—Che, ¿a qué hora empieza la bresh?

—Según sé, a las veintidós andan pidiendo las entradas y empieza todo tranqui, bebidas sin alcohol, dj, etc, etc. Después, ya a las doce comienza lo fuerte, onda artistas reconocidos y blah, blah, blah. — Explicó Nicolás.

—Muy linda explicación, pero ya son y cincuenta. — Hablo con preocupación Germán.

—¿Y cincuenta?

—Las veintiuno y cincuenta, dah.

—¡Les dije que me avisaran cuando sean y cuarenta! Dios.

Se pararon de sus asientos para que cada uno fuera por sus cosas.

Al bajar y salir del edificio, todos estaban metidos en algo; Rodrigo estaba en una crisis de arrancar lo más rápido posible, Angie en un retoque de maquillaje, Germán arreglando su lente de contacto que le molestaba y Nico... Nico era el único que estaba de lo más tranquilo.

—¡Dale, boludo! — Apuró.

Bueno, Nicolás era el que se encargaba de poner en presión a sus amigos por no estar atentos a la hora.

—¡Voy a chocar y no te quiero ver gritar, tarado! — Amenazó el más bajo logrando arrancar.

Agarro el volante con dos manos, como si no fuera experto en manejar con una, tensó su cuerpo y sujeto cual inexperto al avanzar.

—Boludo maneja bien porque te voy a rebolear el celu. — Advirtió esta vez su copiloto.

—¿Me queres poner el GPS? — Pregunto alterado.

—Ay, bueno, perdón.

Busco la dirección y fue guiando al castaño para que no se metiera en una calle cualquiera.

Cuando llegaron se apresuraron a llegar al final de la fila, que se formó más larga en lo que buscaban estacionamiento.

Andaba protestandole a Nicolás de lo malo que era para ser de GPS y en eso, pudo notar una cara conocida. Ella al ver que estaba siendo observada, volteo y reconoció el rostro que veía.

—¿Carrera? — Pregunto en lo que se acercaba, y el susodicho asintió.— Iván me ha hablado mucho de tí. — Dijo con una sonrisa amplia.— Eres más lindo en persona.

—Vos debes ser Abril, ¿no?

—Sí, pero me podes decir Ari.

—Es un gusto. — Le devolvió la sonrisa.— Eh, ellos son mis amigos, Angie, Nicolás y Germán. — Nombró en lo que los señalaba.

—Mucho gusto. — Saludo.— Nosotros estamos allá. — Señalo.— Si quieren pueden venir con nosotros.

Estaban bastante adelantados, por lo que no dudaron en aceptar.

—Ahora los alcanzó, tengo que buscar a mi esposo que lo mandaron a comprar algo y se perdió. — Rió.

Asintió y se fue con los chicos hasta donde Ari les había señalado.

—Supongo que estas son las ventajas de tener un novio sociable. — Le susurro Nicolás a Rodrigo.

—Y, creo que si.

+ 𝐒𝐈𝐍𝐂𝐄𝐑𝐎 - 𝗋𝗈𝖽𝗋𝗂𝗏𝖺𝗇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora