XIV

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(...)

  La llamada que recibió de Sebastián en la Bresh estuvo en su mente el resto de la semana, pues le había informado que por manipulación, le contó a un supuesto amigo sobre su relación con Rodrigo.

No estaban acabados, todavía tenían que averiguar a quien podría pasar ese chisme. Por lo que, llamó a Rodrigo al día siguiente.

—¿Ro? — Llamó.

—¿Si? ¿Pasó algo, Iv?

—Eeh, si, algo medio malo. — Dijo, quería evitar que su novio se empiece a preocupar demás.

—¿Qué pasó?

—Ayer me llamó Sebas, qué pasa, me cuenta que le contó sobre lo nuestro a un amigo porque lo estaba manipulando para que le dijera.

—¿¡Qué!? ¿¡A quién se lo dijo!?

Por aquel tono fuerte supo que su pareja ya se estaba preocupando demasiado, era evidente.

—A un tal Leonardo.

Un silencio tenso se hizo presente.

—Leonardo qué.

—No lo sé amor, solo me dijo que se llama así.

—Pasame el número de Sebastián, quiero hablar con él.

Con miedo que se enfadara más de lo que ya se escuchaba, con mucha rapidez le pasó el contacto por chat.

—Después te hablo.

Corto de repente, algo que hizo que a Iván se le pusieran los vellos de su piel de punta. Escuchar a Rodrigo enojado era como una pesadilla.

Su actitud fuerte a la hora de estar enfadado era algo que no había cambiado de él, los mismos ataques que podía llegar a tener solo habían aumentado.

Pensaba que había logrado manejar aquello, pero al parecer no.

Se quedó con el celular en su mano esperando una respuesta, aunque tuviera en cuenta que eso llevaría tiempo.

Dejo el dispositivo de lado y se hecho boca arriba en su cama, rogando que nada saliera mal.

Quería quedarse con el castaño pase lo que pase, pero si había un mínimo error, de seguro el susodicho lo hablaría con él y lo mandaría a la mierda. Por más que ese lugar siempre lo ocupará Iván.

Estaba seguro que no era el mismo niño que recién aprendía a amar, tendría más en cuenta que nunca los errores que se podrían cometer y las consecuencias que habría a futuro.

Solo que Iván en su mente tenía en cuenta una sola cosa, no quería perder a su novio. Esta vez no.

(...)

Estaba casi segurisimo que se trataba del Leonardo que conocia, estallaría en cualquier momento si estaba en lo correcto. Caería a la casa el susodicho y hablaría seriamente las cosas, con los puños si es necesario.

Llamó a Sebastián algo desesperado, no estaba en condiciones de mandarle un mensaje y que este se tomará todo el tiempo del mundo en responder.

—¿Hola? ¿Sebas?

—¿Quién habla? — Contesto una voz masculina.

—Soy Rodrigo, me conoces.

—Ah si Rodri, decime, ¿qué pasó?

—Mira, Iván me dijo que le contaste a alguien sobre lo nuestro, puedo saber a quién.

—A un amigo, no tan amigo ahora. — Confeso.— Creo que ni lo tendría que considerar de esa forma.

+ 𝐒𝐈𝐍𝐂𝐄𝐑𝐎 - 𝗋𝗈𝖽𝗋𝗂𝗏𝖺𝗇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora