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Respiré profundamente el aire frío y seco de la montaña. Durante el atardecer, el cielo se teñía de una combinación de rojo y naranja, mientras que las nubes se tornaban de un color rosado tan claro que parecían algodón de azúcar.
Desde lo alto de la montaña podía observar cómo las luces de los faroles iluminaban el pueblo a medida que el sol bajaba, dejando ver a las primeras estrellas de la noche.
- ¿Estás listo?- dije mirando a Kael.
- ¿Tú lo estás?-. Él se colocó su bolso de entrenamiento sobre el hombro y se estiró. Sonreí, tomé mi mochila y ambos nos sumergimos en el lago.
Esta vez, Quinn estaba sentada frente al charco jugando un videojuego de lucha cuando Kael y yo salimos del agua.
- Hola, ¿qué onda?- dijo, sin despegar los ojos de la pantalla de su celular.
- Oh, hola Quinn. Estamos listos para el entrenamiento, ¿dónde está Lexi?- pregunté.
- Sobre eso... hoy no tendremos un entrenamiento... "común" .- respondió mientras se levantaba y guardaba su celular en uno de los múltiples bolsillos de su abrigo.
- ¿A qué te refieres con que no va a ser "común"?-. Los nervios arrugaron levemente la frente de Kael mientras trataba de que Quinn le diera explicaciones.
- Ya lo verás, bizcochito.-. "Bizcochito", ese fue el apodo más acorde a Kael que había escuchado.
- Supongo que lo de saltar techos ya lo saben, así que no diré nada sobre eso; muéstrenme lo que tienen.-. Nos extendió nuestros barbijos metálicos; me coloqué el mío e inhalé el aire fresco.
Al llegar al techo, me puse en posición, tomé carrera y dí el primer salto; aunque trastabillé un poco al caer, logré mantenerme de pie.
- ¿Qué hay de tí, bizcochito?- dijo ella mientras esperaba el primer salto de Kael.
- Deja de llamarme así, por favor.-.
Este es el primer salto de Kael, ¡lo había olvidado por completo!
Respiró profundamente y corrió lo más rápido que pudo para dar el gran salto. Lo recibí sano y salvo, aunque aterrado.
- Mmm, nada mal, pero podrían decorarlo un poco.-. Quinn acomodó sus medias de red, saltó e hizo una voltereta al despegar sus pies del suelo que hizo que el corazón me subiera hasta la garganta; sus trenzas se movían de lado a lado mientras ella giraba en el aire. El metal no provocó sonido alguno cuando Quinn aterrizó sobre él con sus zapatillas.
- No se preocupen, las maniobras son opcionales.- agregó mientras caminaba por el techo del edificio.
- Hoy es un día de práctica muy importante- explicó cuando llegamos a Blood Moon. - Esta vez, el entrenamiento será con armas.-. Quinn tomó un trozo de papel entre sus dedos descubiertos, lo arrojó al aire y el papel cedió ante una especie de Shuriken con detalles violetas, que lo cortó a la mitad.
- Llega justo a tiempo, jefe.-, dijo Quinn mientras tomaba asiento en el extremo de la terraza y desenvolvía una paleta.
La silueta de Volt salió de detrás de la estructura que guardaba las escaleras que llevaban al interior. Sus ojos observaron primero a Kael, y rápidamente se clavaron en mí.
- Esto será interesante.- susurró, alternando la mirada entre nosotros.
- No empieces tan rudo como la última vez.- aclaró Quinn.
¿"Como la última vez"?; ¿qué tan rudo fue?, ¿a quién habrá entrenado antes de nosotros?
- Trataré.- murmuró. - Hoy trabajarán con armas crónicas, por lo que deberán usar guantes. Estas armas son tan filosas que pueden cortar metal, así que no duden en que pueden cortarles un dedo.-. Nos arrojó un par de guantes gruesos a cada uno, y luego se acercó con una caja llena de armas de todo tipo y tamaño. - Comenzarán con estos.- dijo, tomando dos cuchillos de mango plateado y hoja negra mate. Tomé el cuchillo sin duda alguna, pero Kael no movió ni un pelo, con la mirada fija en la caja abierta.
- ¿No sería mejor practicar con cuchillos de goma o algún arma menos afilada?, después de todo, somos principiantes.-. Volt levantó lentamente la vista hacia él con seriedad.
- El hecho de saber que estás usando un arma real es lo que te hace ser más cuidadoso; reduce la cantidad de errores que van a cometer. Después de todo, no creo que quieran terminar con 4 dedos en una mano, ¿verdad?-. Kael desvió su vista al cuchillo, y tomó el mango plateado con desconfianza. - Eso pensé-.
Quinn comenzó a mover un par de maniquíes que había traído del cuarto de entrenamiento y los puso frente a nosotros.
- Estos son sus objetivos, les mostraremos formas de atacarlos, y ustedes deben imitarlas, ¿entendido?-. Asentimos.
Sentía cómo el mango del cuchillo calentaba la palma de mi mano a través del guante mientras lo sostenía con fuerza.
Esto será difícil.
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Tenebris: del otro lado del lago
Teen FictionHailey y Kael son dos mejores amigos que disfrutan de explorar a fondo nuevos lugares, pero todo cambia cuando encuentran un lago estrellado en la cima de una montaña. La profundidad los cunduce a un mundo nuevo por descubrir: rascacielos metalizado...