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 ✧─── ・ 。゚★: Volt :★. ───✧

Aquí estás, escondido en las sombras, como un cobarde, pensé mientras el bombeo del corazón aceleraba mi respiración; los latidos eran tan fuertes que oprimían mi pecho y tuve que apoyar mis manos sobre el corazón.

Recordaba el rostro aterrado de Hailey y sus angelicales ojos azules enrojecidos por las lágrimas. Incluso en ese momento se veía hermosa.

Comencé a temblar.

- Estos ataques de ira son cada vez peores.- susurré en la oscuridad.

De repente, los malos recuerdos comenzaron a revolotear por mi mente: "Siempre tienes todo lo que quieres, ¿para qué necesitas amigos?" ; "Te compraré lo que quieras para que me dejes en paz"; "¿quieres hacer un juguete? ¡ni hablar! No pienso arruinar mi manicura". Parecía que los gritos histéricos de mi madre iban a romperme los tímpanos.

Desearía no tener que volver a casa nunca más, pensé, caminando hacia el borde del edificio. Volvería a Blood Moon, mi verdadero hogar.

Salté, tratando de evitar la realidad, pero el grito de mi padre resonó en mi cabeza más fuerte que los murmullos de mi madre:

<< - Ya no quiero que pases tanto tiempo con tu tío Joe, él no es tu padre.-. Sus ojos ni siquiera se despegaron del teléfono para mirarme.

- Pero, papá, él me enseña a hacer cosas divertidas, como escalar árboles, y...-. Él me interrumpió, apoyando una carpeta llena de papeles en la mesa con un estruendo.

- ¿ 'Escalar árboles' ? ¿Qué clase de ridiculez es esa?- preguntó con desagrado. - ¿Para qué quieres escalar un sucio y feo árbol cuando puedes tener todos los juguetes que quieras con la tarjeta de crédito que te dí?-.>>

Cuando mi mente volvió a la realidad, me di cuenta de que el impulso que había tomado para saltar no había sido suficiente.

- ¡Diablos!-. Mi cuerpo chocó contra el metal frío del edificio; trataba de sostenerme del rascacielos con las manos, pero lo único que hacía era resbalar en la superficie brillante. Las tinieblas me consumían, tanto por dentro como por fuera. Mis uñas descubiertas rayaban los paneles de vidrio, haciendo un chirrido que me provocaba puntadas de dolor en la cabeza.

<< - Madre, ¿cuándo podré volver a ver al tío Joe?, ya pasaron meses desde que papá me dijo que no lo visitara más.-. Esos meses habían sido los más aburridos y tristes que cualquier chico de 9 años podría tener.

- Ya basta, hijo; deja de insistir con eso.-. Ella no podía dejar de calcular los impuestos en su pequeña computadora. Se acomodaba los lentes con una mano y tecleaba con la otra.

- Pero, mamá, ¡hice lo que querían!-. Todo esto era muy injusto.

- ¡Basta! ¡No puedes ir a verlo!- gritó, tirando los papeles que estaban en el escritorio hacia el suelo.

- ¡¿Por qué?!-.

- ¡Porque ese idiota murió!-.

Silencio.

Sentí cómo mis esperanzas de tener a alguien que me entendiera y se divirtiera estando conmigo desaparecían más rápido que el humo de una pequeña vela.>>

Saqué una cuchilla crónica del bolsillo de mi pantalón y la clavé con tanta fuerza en el edificio que sentí cómo la hoja negra traspasaba la pared de metal pulido, hundiendo parte de la superficie. El sudor recorría mi rostro mientras la saliva espesa trataba de pasar por mi garganta. Mis pies se apoyaron contra la pared, y mi respiración agitada empañaba los paneles de vidrio.

Me quedé colgado ahí, mirando la Ciudad Imperial; se veía tan pequeña y luminosa bajo la luz azulada de Urano. Parecía una chispa de vida en medio de un mundo quebrantado y lleno de muerte.

Descubrí que ese lugar lúgubre, lleno de oscuridad y dolor... era yo.

Una vez en la cima del edificio, el aire frío entraba por mis pulmones mientras mi mirada se dejaba guiar por las estrellas de la noche.

De repente, la pared de un edificio cercano tembló, como si estuviera hecho de arena movediza, escupiendo desde su interior a Tengwa. Me escondí entre las sombras, tratando de camuflarme en la oscuridad, mientras veía cómo ella se acercaba más a Blood Moon con cada salto que daba de un edificio a otro.

- Estuvo rondando por la Ciudad desde hace un rato.- dijo alguien detrás de mí. Arrojé mi shuriken a la persona que había dicho eso, pero, cuando volteé, pude ver a Klay sosteniendo mi arma crónica entre los dedos de su guante robótico.

- Yo también te extrañé, Volt.- sonrió, poniendo su pesada mano en mi hombro.

- Klay...- murmuré, sorprendido. - ¿ya volviste de tus vacaciones?-.

- Por lo que sé, sí, y estoy listo para la acción.-. Él dió un par de puñetazos robóticos al aire.

Sonreí un poco de lado. Al fin, volvió.

- Más te vale haber descansado, porque tenemos trabajo que hacer.- dije señalando a Tengwa, que se teletransporta entre los edificios espejados.

Esto se va a poner bueno.

Tenebris: del otro lado del lagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora