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- ¡Hey!- gritó Connor cuando papá, que acababa de llegar del trabajo, apagó su computadora mientras jugaba al Call of Duty.

- Estuviste todo el día jugando, y ya es hora de cenar.- dijo mamá mientras servía los platos.

Revisé mi celular y ví que Kael me había enviado un mensaje:

Kael: Hoy no tengo entrenamiento, ¿nos vemos a la misma hora?

Sonreí.

"Claro que sí ;) nos vemos después."

El pueblo estaba en silencio, como si todos estuvieran sumergidos en la tierra de los sueños. Debería dejar de imaginar mundos como esos, ¿no? Aunque no hay nada de malo en dejar volar tu imaginación; después de todo, si existe el mundo en el que están los Kalei'yu, también pueden existir otros mundos; solo falta descubrirlos.

Me puse la mochila en la espalda y abrí la ventana de mi cuarto con cuidado en cuanto vi a Kael esperando afuera. Arrojé la soga que usaba para bajar hasta el patio trasero y puse un pie en el marco de la ventana. La mochila golpeó suavemente el escritorio cuando trataba de salir, y mi cámara de fotos cayó sobre la alfombra; volteé y la ví, recordando lo mucho que me había costado encontrar algo innovador.

"...quizás algún lugar que hayas descubierto con Kael".

Tal vez el otro mundo sea el lugar perfecto, pero... ¿podría llevar la cámara?

En el camino, mientras Kael me contaba que se había golpeado la cabeza probando un nuevo movimiento de basketball en su cuarto, yo trataba de imaginar qué haríamos cuando llegáramos a Blood Moon.

- Ya era hora.- bufó Quinn en cuanto nos vió salir del charco. -Llegan justo a tiempo para el entrenamiento con Lexi.-. Kael y yo suspiramos, irritados.

- ¿Otra vez?-.

- Entrené más con Lexi en un día que con mi entrenador de Basketball en un año.-.

- Ay, que llorones.- murmuró Quinn, que había empezado a escalar hacia el techo de un edificio. - Solo pónganse los barbijos y síganme.-.

Lexi nos esperaba en el Cuarto de entrenamiento con maniquíes, pesas, colchonetas y un par de palos finos y largos de madera.

- ¿Crees que nos vayan a pegar con esos palos? - me susurró Kael.

- Si me lo hubieras preguntado antes, te hubiera dicho que sería una locura, pero... a este punto, ya no lo sé.-. Suspiré, rindiéndome ante lo que nos deparaba el destino, y si eso era ser golpeados con palos, no podía hacer nada para evitarlo.

- Bienvenidos otra vez; más les vale estar preparados, porque hoy tendremos un entrenamiento intensivo.-.

- ¿"Intensivo"?- pregunté.

- Así es, pero solo será por poco tiempo.-.

Después de tres horas, Lexi aún no daba indicios de que el entrenamiento estuviera por terminar.

- Ahora sí, esta será la última parte.- afirmó, acercándose con los palos.

La madera no era tan gruesa como parecía, pero era un poco difícil manejar un palo tan largo. ¿Para qué servirá esto?

- Sigan mis movimientos.- ordenó Lexi. Parecía una ninja: sus manos firmes no soltaban el palo en ningún momento, y se movía con tanta rapidez que la fina madera hacía un sonido tenue al golpear el aire.

Mi intento fue un desastre: la madera se me resbalaba, yo perdía el equilibrio, y mis golpes no podrían lastimar ni a una hoja.

- Vamos a descansar, por ahora; los quiero listos en cinco minutos.-. Lexi me miró con decepción y cansancio. - Hailey... creí que eras más hábil, pero... seguramente falta práctica.-.

Me senté en la terraza de Blood Moon, con los pies colgando sobre el vacío.

- ¿Estás frustrada por el entrenamiento?- preguntó Kael, sentándose a mi lado; asentí. Estuvimos practicando mucho, y aún así no había mejorado ni un poco.

- Practiqué tan duro, y no pude avanzar en nada.-.

- Vas a mejorar, solo necesitas práctica.-.

- Lexi solo dijo eso para no hacerme ver más tonta de lo que ya soy.-.

- Deja de decir esas cosas; si fuera así, Lexi no te habría dicho nada, ella es súper directa, y lo sabes.-. Lo que dijo era verdad, ella nunca diría nada que no fuera cierto.

- Tal vez tengas razón, pero aún así debo practicar demasiado, y sigo sin entender para qué sirve.-.

- Yo tampoco lo sé, pero supongo que, si nos lo está enseñando, es porque es importante.- dijo con una leve sonrisa mientras se levantaba. - ¿Volvemos al Cuarto de entrenamiento?-.

- Sí; adelántate, yo te alcanzo.-. Vi la figura de Kael bajar por la escalera de la salida de emergencias.

Es ahora o nunca, pensé mientras sacaba la cámara de fotos del bolsillo de mi abrigo.

Miré la Ciudad Imperial a través del lente, y parecía un mundo irreal: Los rascacielos, extendiéndose hacia la oscuridad de la noche, como si quisieran tocar las estrellas; las luces rojas y blancas de los autos voladores iluminando el cielo; el arco metálico, que delimitaba la ciudad; y la torre más alta, en el centro, que contenía un brillo extraño en su interior.

Esto es perfecto. Acerqué mi dedo al botón para sacar una foto. Por fin, algo innovador.

De repente, la cámara golpeó mi rostro y el dolor estalló en mi frente, arrojándome hacia atrás.

- ¡¿Qué haces?!-. La mirada furtiva de Volt se clavó en mí, como un anzuelo en la boca de un pez, y sus ojos violáceos brillaban intensamente bajo la luz de Urano. Tragué saliva; el dolor retumbaba en mi frente mientras daba unos pasos hacia atrás, tratando de alejarme de su ira.

Él se acercó con rapidez y tomó mi rostro con su mano fría, obligándome a mirarlo a los ojos.

- ¿Te das cuenta de que, con una sola foto, este lugar dejará de ser secreto? Y no solo tendré que proteger este mundo de los Kalei'yu, sino también de curiosos como tú, que no tienen nada más que hacer que molestar a los demás.-. Su voz sonaba más furiosa con cada palabra que decía.

Mi cuerpo temblaba, como si estuviera viendo un demonio en carne propia, y mis ojos trataban de aguantar las lágrimas que brotaban por el susto.

Volt miró la cámara de reojo y la levantó del suelo; sacó la tarjeta de memoria y la estrujó con sus dedos descubiertos, dejando caer frente a mí nada más que pequeños trozos de plástico y metal. En ese momento, me demostró que podía destrozarme a mí si quisiera.

Ahora entiendo los peligros de este mundo; los Kalei'yu no son la única amenaza, mis compañeros también lo son.

- No dudes de que, la próxima vez que te vea haciendo algo como esto, te cortaré en tantos pedacitos que ni siquiera tus padres podrán reconocerte.-.

- Volt... - susurré, en un intento fallido de calmarlo.

- ¡Cállate! ¡Ya no quiero escucharte, mamá!-.

- ¿Qué? ¡Volt, basta! Escucha lo que estás diciendo; no soy tu mamá.-. Él parpadeó un par de veces, como si hubiera salido de un estado de trance; miró la tarjeta, hecha trizas sobre el suelo, y luego me vió a los ojos, cubiertos con lágrimas que deseaban caer sobre mi rostro pálido.

- Lo... siento; lo siento.- dijo Volt en apenas un susurro; cuando se acercó a mí, me alejé instintivamente, y sus ojos me miraron con tristeza. - Hailey... enserio lo siento.-.

Lo que sea que haya pasado, espero que no vuelva a suceder; nunca antes le había temido a Volt de esa manera.

Él retrocedió y saltó por los techos de los edificios espejados, alejándose de mí lo más rápido que pudo.

Debo tener más cuidado a partir de ahora; Volt me tiene en la mira.

Tenebris: del otro lado del lagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora