Tengwa rodó hasta el borde del edificio y enterró sus garras en el metal frío para no caer al vacío; Quinn se desplomó en la terraza y las cosas que guardaba en sus bolsillos rotos cayeron y se esparcieron por el techo: chips, plaquetas, cables, pinzas, caramelos, su celular y... un arma crónica. Nunca antes había visto algo así: parecía un palo corto de metal brillante con un botón verde en el centro, apenas sobresaliente.
Quinn se agarraba uno de los brazos con la mano, haciendo muecas de dolor, mientras Tengwa clavaba su Katana azulada en el techo para subir y dar pelea; sin sus cosas, Quinn estaría en problemas... muchos problemas.
El viento llevó el palo metálico en todas direcciones, rodándolo por el techo; ella no lograría alcanzarlo a tiempo.
¿Ahora qué hago?
- ¡Hailey, atrápalo!-. Astrid corrió, tambaleándose sobre el edificio para tomar el arma crónica y arrojármela con fuerza.
Tengwa logró subir al techo, y arrancó su Katana del metal con un chirrido.
- ¡Usa el arma, Hailey!- ordenó Kael, que no podía mantenerse de pie por la fuerza del viento.
- ¡No sé cómo!-.
Tengwa empuñó su arma y se acercó a Quinn lo más rápido que le permitió su cuerpo adolorido.
- ¡Toca el botón!- gritó Astrid.
Presioné el botón verde y el bastón se extendió hasta tener el largo de una espada.
- ¿Y qué demonios hago con...?- murmuré, hasta que recordé el entrenamiento con los palos que Lexi nos había preparado. Este era el momento de probar que podía hacerlo; esta vez, debía hacerlo.
Corrí hacia Tengwa y bloqueé el golpe que iba a dar directo en la cabeza de Quinn.
- ¡Kael, saca Quinn de aquí!-.
Bloqueo arriba, bloqueo abajo, golpe a la izquierda, golpe a la derecha...
Kael corrió, atravesando la ventisca para llegar hasta Quinn y cargarla en sus brazos.
- ¡Llévala a un lugar seguro!- ordenó Astrid mientras luchaba por mantenerse en pie.
- ¡No, no voy a dejar a Hailey sola!-.
Alejé a Tengwa dándole un golpe en el estómago con la punta del bastón y volteé a ver a Kael.
- ¡Voy a estar bien, vé y cuida a Quinn!-. Él suspiró y corrió con dificultad hasta perderse detrás de una nube de polvo y niebla.
Volví a mirar a mi oponente. Tengwa se sumergió en el metal del techo, que parecía haberse vuelto arena movediza bajo sus pies, y desapareció sin dejar rastro.
- ¿Pero... qué...?- balbuceé, y solté un grito de dolor cuando sentí un corte en la espalda; me di vuelta, pero Tengwa se había esfumado.
- ¡¿Dónde estás? No te escondas, cobarde!- grité, y volteé justo a tiempo para bloquear uno de sus ataques con el bastón metálico. - Te encontré, desgraciada.-. Ella sonrió bajo la máscara y comenzó a presionar mi arma hacia abajo con fuerza sobrenatural. Logró ponerme en cuclillas y luego se abalanzó sobre mí con ferocidad, dejándome boca arriba en el suelo.
Una cuchilla le hizo un corte profundo en el brazo, haciéndola caer de lado.
Astrid.
Antes de que Tengwa se levantara, ella le dió una patada en las costillas, alejándola de mí.
- ¿Estás bien?- preguntó Astrid, empujando a Tengwa hacia el borde de la terraza.
- Sí, estoy bien, gracias.- balbuceé, cansada por la pelea. - ¿Qué harás con ella?-.
- No suelo lastimar a los seres vivos, porque tienen un alma hermosa, pura y sensible...-. El rostro de Astrid se endureció, y retrocedió para alejarse unos centímetros de la Kalei' yu. - Pero estos monstruos no tienen alma.-.
Tengwa se incorporó lentamente, justo a tiempo para recibir una patada voladora de Astrid que la hizo chocar contra el edificio de al lado y gimotear de dolor antes de fundirse con el metal y desaparecer nuevamente.
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Tenebris: del otro lado del lago
Roman pour AdolescentsHailey y Kael son dos mejores amigos que disfrutan de explorar a fondo nuevos lugares, pero todo cambia cuando encuentran un lago estrellado en la cima de una montaña. La profundidad los cunduce a un mundo nuevo por descubrir: rascacielos metalizado...