In my blood

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POV de Leo

Algo que siempre me trajo conflicto fue el dicho: «De tal palo, tal astilla». Muchas veces la había escuchado en mi vida, para ser más exactos en mi familia. 

Cuando estábamos con todos los integrantes de mi familia, siempre llegaba el refrán a la conversación, cada vez que se trataba de mis hermanas. 

Al inicio no le di tanta importancia, no tenía porque hacerlo, hasta que un día mi tío le dijo a Chris —el mayor de mis primos— que le recordaba mucho a él cuando tenía su edad. 

Ese día algo entro a mi cerebro. 

Comencé ignorándolo, pero mientras que las noches pasaban, no dejaba de preguntarme: «¿Le recordaré a mi papá a mamá?». Me respondía las preguntas con las respuestas que daría mi mamá. Tranquilas pero directas.

Sin embargo, un día discutimos y cuando iba a entrar a su cuarto para arreglar las cosas, la escuché de decir: «Es igual a su padre».

No me moleste con nadie en ese momento. Sigo pensando que tal vez sea solo en esa parte, pero ¿qué pasa si no es solo en eso? 

Soy el único hombre en mi familia, justo el mayor, tal como mi papá.

Odiaba hablar de él, no porque me había abandonado cuando era niño, sino porque casi no sabía nada sobre él.

Lo poco que he averiguado es que es el único hombre de su familia, tiene dos hermanas, ambas menor que él. Su padre también se había ido, pero abandonado, sino había muerto cuando él tenía diecisiete años.

Conoció a mi mamá pocos años después. Cuando el tenía veintiún años, se casaron a los dos años, nací yo, luego Carla, y al llegar ___ a nuestras vidas, él se fue a los meses. 

Desde ese momento no lo he visto y no estaba interesado en saber el porqué. Miedo algunos me dijeron, pero no me interesaba aclararlo, hasta que ese maldito bicho entro a mi mente y todo empeoro cuando apareció en mi casa como si fuera la suya. Causando destrucción en mi familia ya sanada.

No quería aceptar a Ray porque tenía miedo de que le hiciera algo a mamá, pero al verla como la trataba y como la hacía tan feliz, decidí darle una oportunidad y, ahora, no nos iba tan mal. Claro, hasta que apareció la última persona con la que quería reencontrarme. 

Las cosas se volvieron un poco incómodas cuando estábamos solos. En especial, porque la mayoría de veces siempre me llamaba mi verdadero padre. 

Seguía preguntándome como había conseguido mi número, quería bloquearlo, mas jamás lo hice; sin embargo, ninguna de esas veces he contestado. No quería hacerlo.

Ahora tenía que escuchar sus explicaciones, ahora, luego de que me dejara durante casi toda mi vida que llevo. Muy probable quería entrar de nuevo en ella, y no como alguien cualquiera, sino como lo que dice ser «mi padre». 

A este punto, considero más a Ray como figura paterna que él.

—No me estás escuchando. ¿Qué te pasa, Leonardo? —me preguntó Aracely.

Ahí es donde mi mente salió del pequeño trance en el que yo mismo me había metido. 

Volteé a verla rápido, porque me llamo la atención que me llamara por mi nombre, la única que lo hacía era Charlotte.

—Nada —mentí.

Esa mañana me había llamado mi papá y, por primera vez, conteste, mas no dije nada, solo quise saber que decía. 

«No sé si estás ahí o contestaste por accidente, pero solo quiero arreglar las cosas o aclararlas... Te espero en el parque en la tarde... Espero que llegues».

¿𝗝𝘂𝗻𝘁𝗼𝘀? || 𝗛𝗲𝗻𝗿𝘆 𝗗𝗮𝗻𝗴𝗲𝗿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora