¿Tienes una cita?

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Sábado 22 de febrero

Habían pasado varios días desde que descubrieron la forma para sostener las llaves y que nadie saliera lastimado, así que intentaron seguir con lo siguiente en la lista. Solo que el día había sido aplazado, ya que los chicos acababan de salir de una ola de crímenes y estaban un poco agotados. 

Estaban cansados de tantas misiones, pero no para irse la mitad del día para lanzar melones a una casa abandonada, así que aprovecharon esto y los tres se fueron felices, dejando a los inteligentes a cargo de la Capi Cueva.

Charlotte había decidido leer un libro de física cuántica en su sitio favorito de la cueva, donde siempre estaba. Schwoz, por su lado, había decidido comenzar un juego de ajedrez contra él mismo, mientras que tomaba té.  Y ___ había decidido venderá las cosas que estaban en la caja de productos piratas de Capitán Man. 

Todo con música clásica de fondo.

—No sé de dónde vino eso —dijo Schwoz antes de apretar un botón que cambiaba de sitio el tablero. Le dio un sorbo a su té y cuando se dio cuenta de lo que había hecho su oponente, escupió este—. ¡Yo no sé de dónde vino eso!

—¿No te aburre jugar ajedrez contigo mismo? —preguntó Charlotte aún mirando su libro.

—No, para nada, pero a veces yo sí.

—Gracias por tu compra, no te olvides recogerlo mañana a las seis de la tarde... Sí, sí, en el desierto. Igualmente. 

—¿Cuántos productos vas? —consultó su amiga al notar que ella había terminado su llamada.

—Veinte —respondió ___ feliz—. La gente compra cosas absurdas por mucho dinero.

Una notificación hizo que Charlotte se distrajera de su libro y al leerlo soltó un gruñido.

—Los chicos vienen para acá —comentó parando la música. 

Se levantó de la silla, caminó hacia trituradora que estaba al medio de la computadora y el sillón y tiró su libro ahí.

—¿Por qué hiciste eso? —preguntó Schwoz.

—Ray se enoja cuando hace cosas inteligente frente a él —respondió para después tirar sus lentes.

—Ha destruido muchos libros míos por eso —recordó ___ moviendo la caja hacia la parte trasera de los tubos, donde estaba escondido para que nadie lo agarrara.

—Dame el tablero, Schwoz —le pidió Charlotte.

—Pero me tengo justo donde me quería.

—Podrás vencerte la próxima vez.

—Vencerme la próxima vez —susurró para él—. No soy tan fácil.

La inteligente agarró el tablero y lo tiró a la trituradora que destruyó casi todo lo que había sido lanzado.

—Por cierto, ¿de dónde viene? —consultó el científico acercándole las cosas a su compañera para que los destruyera.

—Fueron a lanzar melones a esa casa abandonadas donde todos lanzan melones —respondió ___ volviendo al lugar.

—¿Y sin mí? Guardé mis melones por meses.

Schwoz señaló la caja de melones podridos que estaban entre la esquina de la pared y la computadora.

—Sí, es asqueroso —dijo ___ agarrando una arma que estaba detrás del sillón—. Despídete de ellos.

Y antes de que él pudiera detenerlo, la chica disparó haciendo que todo eso se volviera en un punto negro en el suelo que desaparecería en días.

¿𝗝𝘂𝗻𝘁𝗼𝘀? || 𝗛𝗲𝗻𝗿𝘆 𝗗𝗮𝗻𝗴𝗲𝗿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora