Hola

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En Aviones a montones

A la vez que todos se recuperaban para atacar al villano, este encontró un lugar que lo iba a ayudar con su plan. 

Schwoz estacionó el auto en el estacionamiento casi vació de la compañía Aviones a montones y, al entrar a la recepción, los cavernícolas se concentraron en la máquina expendedora, mientras que Drex se acercaba a la recepción para pedir un avión. 

Bose y Schwoz lo siguieron para saber lo que pasaría, aunque, de vez en cuando, se distraían vendo a los cavernícolas intentando adivinar como se usaba una máquina.

—¿Cómo que no tiene aviones? —preguntó Drex molesto—. El nombre de su compañía es: «Aviones a montones». Y su eslogan es: «Siempre tenemos aviones disponibles».

—La verdad lo sentimos. Nuestros pilotos se gradúan. Todos los estudiantes celebran una noche en el cielo. 

—Supongo que tendrás que rendirte y llevarnos a casa y comprarnos helados en el camino —comentó Schwoz que sostenía el borra memoria.

—No me voy a rendir —asegura el villano.

—Bien por ti —le dice Bose feliz.

—Oye, no lo alientes —le pidió Schwoz.

—Me gusta ver a la gente lograr sus objetivos —confiesa.

Al escuchar el sonido de vidrio romperse, voltearon a ver a los cavernícolas y se percataron que habían roto el vidrio de la máquina expendedora.

—Mira a Gronk logrando cumplir sus metas. ¡Bien por ti, Gronk! —lo felicitó, a lo que el cavernícola celebró alegre.

—¡Dame eso! —Drex le quitó el borra memoria a Schwoz y se lo mostró a la recepcionista—. Necesito llevar esto al cielo. Será mejor que encuentre algo. Un helicóptero, un globo, un parapente.

—Una alfombra voladora, una mota atada a cien gaviotas —comenzó a enumerar Bose—, un elefante orejón que puede volar.

—Suficiente, Dumbo —lo detuvo el villano.

—Tenemos un dirigible —avisó la recepcionista—. ¿Un dirigible le sirve con su malvado plan?

—Un dirigible es perfecto. ¡Muévase!

—Bien, empezaré a inflarlo justo ahora —comentó la señora acercándose a un timón.

—¿Empezar a inflarlo? —preguntó molesto.

—No mantenemos los dirigibles inflados todo el tiempo —explicó antes de reírse—. Que tonto eres.

La risa de la recepcionista fue tan contagiosa que Bose y Schwoz también se comenzaron a reír.

—¿Quién lo diría? —preguntó el menor poniendo el brazo alrededor del cuello del científico.



En la casa de los Hart

Desde que se había ido su hijo, los padres se habían quedado escuchando la canción de Paramore que les gustaba... al inicio, pero después de estar reproduciéndola por más de una hora, ya la estaban comenzando a odiar, mas no podían hacer nada más porque si la detenían iban a morir.

—Llámame otra vez —pidió Jake luego de que se terminara la canción una vez más.

—Cariño, me encanta Paramore como a cualquiera, pero ya ha sido suficiente —confesa mientras que a su esposo lo comenzaban a atacar—. Bien. —Una vez más agarró su teléfono y llamó a su esposo.

¿𝗝𝘂𝗻𝘁𝗼𝘀? || 𝗛𝗲𝗻𝗿𝘆 𝗗𝗮𝗻𝗴𝗲𝗿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora