UN PEQUEÑO SECRETO (4/4)

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Semanas después, cuando Rodrigo llegó del trabajo Helena estaba en la recámara hablando por teléfono, él la recorrió con la mirada, usaba un vestido holgado a medio muslo y al hablar movía su cadera con coquetería, al terminar la llamada se acercó a su marido, quién le dio un beso amoroso y preguntó.

— ¿Con quién hablabas?

—Con tu primo Eduardo... Ya te he dicho que me habla seguido para saludarme.

— ¿Y qué te decía como para mover la cadera de una forma sexy?

Helena lo miró a los ojos y le reclamó diciendo: —¡Ay! Amor. No empieces — Hizo un silencio y después dijo —Está bien. Quiere verme, es mi amigo y quiere venir a hablar conmigo.

—¿Hablar? ¡Por favor Helena! Yo sé lo que hubo entre ustedes, a mí no me engañas.

Helena no respondió, se quedó viendo a su marido y decidida a hablar, se sentó en el sillón de la habitación cruzando las piernas. Rodrigo recorrió con la vista las piernas de Helena, desde los muslos hasta sus pies descalzos y ella en voz baja dijo:

—Éramos novios y... — Y Rodrigo la interrumpió diciendo.

—Ya lo sé amor y me tiene sin cuidado... Yo me enamoré de ti, no de tu pasado.

—¿Él te lo dijo?

Se acercó y se arrodilló frente a ella para besarle la pantorrilla, le levantó la pierna que tenía cruzada para besarla en el pie y al hacerlo observó sus pequeñas bragas, besó la parte interna de su muslo, le bajó el pie al piso, y mientras le quitaba las bragas le dijo con voz ardiente.

—No amor. Desde la primera vez que lo hicimos, me demostraste ser una mujer hecha y derecha.

Le separó las piernas para meterse entre ellas besando la parte interna de sus muslos y ella comentó.

—Lo que no fue en tu año, no fue en tu daño— Rodrigo se rio y respondió.

— ¡Eres un mujerón!, por eso me traes loco de amor por ti.

—Y tú a mí— afirmó y con voz sensual preguntó: —¿Soy buena en la cama?

— ¡Oh! Por Dios. ¡Única! Eres ardiente, activa y te mueves como...— Helena interrumpió

—¿Cómo puta? — Rodrigo sonrió y ella agregó— No sabes lo feliz que me hace ver tu cara de placer cuando te vienes ... ¡Me encanta coger contigo Rodrigo!

Exclamó excitada por los besos y caricias sobre sus piernas y pubis, le acarició a su marido el cabello, él levantó la cara para verla y con voz ardiente le dijo: —Tú enloquecerías a cualquiera ¿Quién no querría tenerte amor? Era lógico que Eduardo o cualquier otro enloqueciera por sentir tu suave y ardiente piel, por besar tu boca, tus pechos, tu vientre. Separar a besos tus piernas y abrir la deliciosa entrada al infierno de tus entrañas.

—Infierno donde voluntariamente te condenaste a vivir por el resto de tu vida.—Le respondió Helena.

—Y dónde soy feliz apagando su fuego todos los días.

Rodrigo la besó en su sexo y lo abrió, separando los labios para lamer la húmeda y brillante piel color de rosa debajo de ellos, le lamió el clítoris, acarició suavemente el rojo encendido de la entrada de su vagina y le metió la punta de su lengua. Helena gimió de placer, Rodrigo levantó la cara para verla respirar agitadamente, volvió a meter la cabeza entre sus piernas y la pasión se manifestó con gemidos, suspiros y un grito de placer ... Cuando la penetró, ya desnudos en la cama, ella le subió las piernas a la cintura y se giraron para quedar de lado frente a frente, se besaban apasionadamente sintiendo la mezcla de sus salivas en sus bocas y mejillas. Helena comenzó a apretar rítmicamente su vagina, él enloquecido de placer la besó profundamente y al separarse le dijo.

Censurado Vol. 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora