LA AMANTE PERFECTA 2 (3/3)

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Jhoan se estremeció cuando empecé a pagarles las uñas por su vientre, me agache pasando mi lengua por sus músculos, saboreando sus costillas, ahí vi que Jhoan se retorcía como si tuviera descargas eléctricas, me dedique en ese punto mi lengua, sus manos ásperas se posaron en mis hombros empezó a empujarme hacia abajo, arrodillándome, mi lengua paso por su vientre llegando a su ombligo, lo empecé a lamer y meter y sacar mi lengua como si lo estuviera cojiendo. Empecé a bajar la braga, dejando al descubierto su pelvis cubierta por su bóxer, se notaba una protuberancia redondeada, como la cabeza de un champiñón, hundí mi cara entre sus piernas aspirando su aroma.

—Hueles a hembra ardiendo.

— Más bien, es aroma de macho, tu macho — está última frase la dijo con seguridad y fuerza.

Vi esa protuberancia en forma de champiñón, es su clítoris que aparece por sus labios vaginales, goteando, me tomó de los cabellos y subió una de sus piernas en mis hombros, mi mirada subió a ver su rostro, me sujeto fuertemente de los cabellos, me miró de forma amenazante.

—Vamos, es tuyo.., pero más me vale que lo hagas bien.

Hundí mi cara entre sus piernas, mi boca se pegó como sanguijuela entre sus labios vaginales, noté como su clítoris respondía ante las caricias, se va hinchando, mi lengua se paseaba entre sus labios, arriba y abajo, saboreando ese delicioso manjar, penetrando paulatinamente en su vagina, succionando sus jugos, mamando su hinchado clítoris, con asombro vi que empiezo a crecer y a hincharse más, erectándose, la oigo gemir, me detengo admirando como había crecido su miembro, calculando unos 15 centímetros, se le empezó a desencajar la cara mordiéndose los labios.

—¡Maldito perro! Estás jodidamente caliente.

Con esa frase que dije noté como se excito, enredo sus dedos en mis cabellos, tomándome un cogiéndome fuerte, succionó con deleite su clítoris que ya dejo de ser pequeño dejarse ver cómo un mini pene, se arquea en cada succión que le doy, cuando su pelvis tiembla y se convulsiona me doy cuenta de que ya está llegando al orgasmo, aprieta mi cabeza contra su sexo, se agita cada vez más, y es cuando suelta todo para mí, terminando en un alarido de placer sin igual, se relaja y me mira, me levanto y le beso rabiosamente, de forma desesperada, me saca mi chaleco y me desgarra la camiseta, me desabrocho los jeans, tomándome de los hombros me avienta hacia su cama, Juan se sube sobre mí, me besa de forma desesperada, con los vientres pegados sintiendo su intimidad contra la mía.

—Te voy a hacer mía.

— Soy toda tuya.

Separando mis piernas nos encajamos en unas ardientes tijeras, empiezo a moverme en forma circular para que empiece el frotamiento de pelvis, siento su mini pene penetrarme, y rápidamente me invade un fuego que queda mi ser, veo su rostro lleno de lujuria, su sudor cayendo en mi cara, saboreando su sabor salado, Juan me da un par de cachetadas y eso me prende más.

— Así perro, domíname.

Mis senos brincan en cada embestida de mi macho, Juan me agarra fuertemente del trasero, enterrándome las uñas, para metérmela más duro en cada embestida, eso me excita demasiado, mis piernas se aferran a su cadera.

Nos corremos al mismo tiempo y siento como se desvanece Juan sobre mí, quedamos fuertemente abrazados, lo beso y nos quedamos profundamente dormidas, al otro día despertamos todavía en un fuerte abrazo, para darle los buenos días lo beso, él me acaricia el cabello y al oído me dice: — Suerte del que te espera.

Besándolo de nuevo apasionadamente le respondo: —No hay macho...por el momento, y mientras yo esté en comisión depende de ti si quieres que le sigamos—

Nos levantamos y nos bañamos, preparé el desayuno, le mencioné que tenía que incorporarme de nuevo, como mi camiseta estaba desgarrada me puse una braga que él me había comprado, cuando salí para montarme en mi motocicleta me pregunto que si me vería de nuevo, le dije: —Mañana tengo que ir por la ranfla al taller papi— ya montada en mi caballo de acero me puso una mano en las nalgas, preguntándome que si cogeríamos de nuevo, basándolo en la boca le dije: —Las veces que tu quieras.

                                                                             FIN DEL RELATO.

Censurado Vol. 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora