-Después de correrme me metió un dedo dentro del coño y comenzó a besarme. Yo abrí las piernas del todo y su dedo comenzó a moverse alrededor, la hermana, Iris, estaba haciendo hueco, ya que poco después, sin dejar de besarme, metió dos dedos dentro de mi coño. Entraron muy apretados, pero al meter, sacar y moverlos alrededor enseguida entraron y salieron sin dificultad, dándome mucho placer. Un poco más tarde dejó de meter y sacar y me quito los zapatos y las bragas. Me levantó una pierna y me acarició y me besó la planta del pie con la media puesta, me besó los dedos y me acarició la pierna mientras me miraba y sonreía. Yo sin pensar lo que hacía, me toqué el coño. Al sentir placer me avergoncé y me quité los dedos. La hermana Irise, pasó de besar mis pies a besar mi boca y mi cuello. Me quitó la cofia y yo me quité el hábito. Vio mis pequeñas tetas y mi rubio vello púbico y me dijo: -Eres cómo un ángel.
Arrodillada detrás de mí, besando y lamiendo mi cuello y mi oreja izquierda, me dio un masaje en mis senos, mis gemidos subieron de tono cuando metió dos dedos dentro de mi coño, al tiempo que acariciaba mis senos y besaba mi boca. Me iba a correr otra vez cuando paró, se puso enfrente de mí y subió el hábito. Me abrió las piernas, volvió a meter dos dedos en mi coño y mirándome de nuevo a los ojos comenzó a meter y a sacar. Luego metió su cabeza entre mis piernas y metiendo y sacado los dedos me lamió el coño y el botoncito y me dijo: -Por favor, avísame cuando te corras, cuando veas que llegas al éxtasis.
Me sorprendí a mí misma masajeando mis tetas y moviendo la pelvis de abajo a arriba, de arriba a abajo y alrededor... Antes de un minuto le dije: -¡Me corro!- Corriéndome eché las manos al rosario y lo rompí. Las cuentas y el crucifijo cayeron sobre la cama. - ¡Me corro!- volví a decir. Después de correrme, me metió los dos dedos en la boca y chupé mis jugos. La hermana, Iris, siguió lamiendo y besando mi coño y mi botoncito.
El cura realmente quería saberlo todo.
-¿A qué saben sus jugos, hermana?
-Tienen un sabor indescriptible.
-Fue un polvo de padre y señor mío- dijo el Padre.
-¿A lo que hicimos se le llama polvo?
-Sí, hija, sí, y a eso que tú le dices botoncito se le llama clítoris, clitorides en latín, de ahí viene. ¿Te sigues mojando al recordar, hija?
-Sí, padre, tengo las bragas empapadas.
-¿No le hizo nada a ella, hermana?
-¿Quiere que siga?
-Claro que sí, siga.
La hermana Iris, después de hacerme gozar se quitó el hábito. Mirando para sus voluptuosos senos me dijo: -Deme placer, hermana Consolación.
Arrodilladas una delante de la otra le cogí las tetas por debajo y las levanté, estaban blanditas. Lamí su areola marrón y el gordo pezón de su teta izquierda y después la chupé. De ese seno pasé a la otra y le hice lo mismo. Después me agarró de la cabeza y nuestras lenguas se volvieron a encontrar, mientras nos besábamos ya no escondí mi lujuria, ni la escondí cuando volvió a llevar mi cabeza a sus tetas...Se las devoré. No sé qué me pasó, porque que me volví una fiera, una fiera que se escapa de su jaula y devora todo lo que encuentra. Metí mi mano derecha dentro de sus bragas, me encontré con su vagina empapada y le metí dos dedos dentro. Si a ella le dio gusto a mí se me estremeció el cuerpo sintiendo cómo mis dedos se deslizaban por su vagina. Metiendo y sacando, echó la cabeza hacia atrás y comenzó a gemir con fuerza. Sus gemidos alimentaron a la fiera y mis dedos entraron y salieron de su coño a la velocidad del rayo. Me besó con lujuria y después me dijo: -¿Quiere que me corra en su boca, hermana Conso?
-Sí. Hazlo.
Se puso de pie en la cabecera de la cama con la espalda apoyada en la pared. Vi sus bragas blancas mojadas, muy mojadas. Se las bajé y vi su coño con mucho vello negro. La hermana Iris abrió las piernas. Le lamí el coño y me salió la lengua llena de sus fluidos. Aquel coño estaba riquísimo, lamí mientras la hermana Iris decía: -Gracias por darme este placer. ¡Oh! gracias... Así, sigue. Sácame una corrida que recuerde eternamente.
Yo la escuchaba hablar, la veía mover su pelvis, la sentía acariciar mi cabello y gemir mientras lamía su coño muy lentamente y sentía cómo el mío se excitaba. De repente se puso tensa, y dijo: -¡Me corro, hermana!
En mi lengua cayeron todos sus fluidos. Después de correrse, agarró mi cara, lamió mis labios y después metió su lengua en mi boca y nos besamos largamente, luego le hice lo que me gustaría que me hiciera ella a mí si estuviera en su lugar, le metí un dedo el coño y le lamí su clítoris. Comenzó a gemir de nuevo y en muy poquito tiempo, dijo: -¡Oh Dios! que me corro, que me corro.
Se volvió a correr mientras tapaba la boca con una mano para acallar sus escandalosos gemidos de placer. Luego se volvió a agachar y me volvió a besar, hizo que me levantara. Se puso en mi lugar y yo me puse contra la pared dándole el trasero, me agarró las nalgas, me lamió el ano y metió su lengua en él... Repitió ese mismo acto muchas veces.
El curioso volvió al ataque.
-¿Qué fue lo sintió al comerle el trasero, hija?
-Algo extremadamente agradable. Si no para de jugar con él, en una de esas me dijo: -Anda, dame tu coño y come el mío.
No sabía cómo complacerla hasta que ella me dio la vuelta y acabamos una encima de la otra cómo dos pérdidas. La hermana Iris, comía mi coño y yo comía el suyo. Lamiéndoselo vi cómo se le cerró. Oí un gemido muy fuerte y al abrirse el coño me llenó la boca de jugos. La hermana Iris chupó mi clítoris y yo me corrí por última vez, ¡Pero cómo me corrí, Padre! Me corrí cómo una fuente.
-¿Te mojaste mucho?
-Ya tengo las bragas para tirar, padre.
-No las tires, dámelas a mí.
-¡Padre!
-Anda, sé buena. No sé a qué huele el coño de una mujer.
-Es usted un picarón.
Miré para que nadie me viera pasar mis bragas, fui por el otro lado del confesionario y se las di.
-Tome.
El cura cogió las bragas, La monja volvió a donde estaba, y oyó al cura decir: -Yo te absuelvo. Reza lo que creas conveniente. Yo no voy a ser quién te ponga penitencia por lo que has hecho.
-¿Y las hermanas que no tienen el valor de confesarse?
-Quedan todas absueltas.
Me fui del sitio y el Padre lamió las babitas que había en las bragas, las olió profundamente, y dijo: -¡Dios! qué recuerdos me traen este sabor y este olor.
FIN DEL RELATO.
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Censurado Vol. 3
General Fiction(+18) Serie de relatos eróticos llenos de fantasía y pasión. Todos publicados al azar. ⚠️ ADVERTENCIA⚠️ Nada de lo aquí relatado es real, 100% Ficción. El contenido aquí expuesto es para consumo (+18), lenguaje explícito. Así que si lees mis relato...