Me enamoré de Gabriela desde el primer momento que la vi, no sabía cómo acercarme y decidí romper la figura que mi abuela me había regalado. Esa figura era uno de los objetos más importantes de mi vida, <Imagínense las ganas que tenía de conocer a Gabriela> Sabía perfectamente quién era y lo que había hecho, pero mi instinto me decía que era buena persona, que podía confiar en ella, y ese instinto no falló, Gabriela era amable, cariñosa, atenta y muy guapa, me costaba mirarla sin sonrojarme. Salía agotada de trabajar, pero me era imposible no pasar por su taller para pasar un rato con ella. Eso se convirtió en una costumbre que repetí día tras día. Acababa de salir de una relación en la que me habían engañado, estaba dolida. Gabriela conseguía que ese dolor desapareciera las horas que pasaba con ella, laboralmente hablando las cosas no me podían ir mejor. Después de trabajar como una burra conseguí que me contratara la misma farmacéutica donde trabajaban mis padres, estos eran dos científicos reconocido.
Mi relación con ellos nunca fue fácil, si no sobrepasaba sus expectativas se sentían decepcionados conmigo, ni siquiera intentaban esconder esa decepción. Colocando cada vez más peso sobre mis hombros, pensé que este logro les acercaría más a mí rompiendo ese muro de hielo que siempre había existido entre ellos y yo. No fue así, por lo menos no como yo lo hubiera deseado. Mi cometido era comprobar los datos que los experimentos de mis padres iban arrojando, en esos momentos estaban estudiando una bacteria parecida al Tétanos, pero con una toxina mucho más peligrosa, pues está atacaba a los órganos internos.
Era una bacteria peligrosa, pero solo para el ganado, según parecía si no se modificaba genéticamente, era inofensiva para el ser humano, por eso me pareció extraño que mis padres trabajaran en una vacuna para esa bacteria. Todo cambió la noche de mi cumpleaños, Gabriela sospechaba del dueño de la farmacéutica. Ella se preguntaba para qué crear una vacuna para una bacteria que no podía hacernos daño. Para los animales ya existía una vacuna que desarrolló una farmacéutica veterinaria con muy buenos resultados.
No pude evitar pensar que la intención de esta farmacéutica era crear una cepa mortal con esta bacteria, creando la vacuna para después venderla y hacerse todavía mucho más ricos. No tenía pruebas de eso, las muestras que yo analizaba no habían sido modificadas, la primera alarma se encendió al ver la preocupación en el rostro de mis padres.
Días atrás vi como el dueño de la farmacéutica hablaba con mis padres, este no parecía estar muy contento, pasó a mi lado sin ni siquiera mirarme a la cara.
— Mamá, papá, ¿todo bien?
— Si hija no te preocupes, los jefes no se dan cuenta de que los resultados requieren de tiempo— dijo mi padre.
Mi madre no dijo nada, pero su rostro me decía que no me estaban contando toda la verdad. Uno de esos días empecé a comprobar los datos y me di cuenta de que la bacteria no se parecía en nada a la bacteria original, los miedos de Gabriela se habían hecho realidad. Entonces pusieron la bacteria en una lámina de cristal, la miraron por el microscopio después echaron otro líquido que intuí que sería la vacuna que mis padres habían desarrollado y esta fue positiva. La vacuna era efectiva contra el virus, mi madre se acercó y después de entregarme un pendrive borró todos los datos que me habían mandado a la laptop.
Lo que mi madre no sabía era que el dueño de la farmacéutica espiaba aquel laboratorio, se suponía que yo no tenía que saber nada, me acababa de enterar de que esa farmacéutica acababa de crear una bacteria mortal para el ser humano con una tasa de contagio altísima. De repente las puertas se bloquearon, las alarmas de contaminación biológica empezaron a sonar, vi terror en los ojos de mis padres. Mi padre corrió hacia mí y de un empujón me metió en el cuarto donde se guardaban las vacunas, después cerró la puerta herméticamente.
Lo siguiente que vi fue una deflagración, como las llamas incineraban todo lo que tocaban. Vi como mis padres morían delante de mí, no puedo explicar con palabras lo que sentí en ese momento, por lo menos habían conseguido su objetivo que era salvarme la vida, aquel cuarto estaba diseñado para guardar vacunas y medicamentos y estaba protegido contra las llamas, pero algo me decía que el poco tiempo que había pasado en el laboratorio fue suficiente para haberme contagiado con aquella bacteria mortal.
Yo era un cabo suelto, pero sabía que esa alarma llegaba al CCDE (Centro para el control de enfermedades). Hasta que estos no llegaran nadie me podía tocar, mientras llegaban intenté comprobar si en ese cuarto se encontraba la vacuna para aquella bacteria. No se encontraba allí, entonces empecé a sentirme cansada, me senté en una especie de camilla. No tardaron en llegar, después de hacerme unos análisis y diversas pruebas el resultado fue positivo, estaba infectada con una bacteria con una mortalidad muy elevada.
Me trasladaron a un hospital donde los profesionales del CCDE harían un seguimiento de mi enfermedad. Pedí que llamaran a Gabriela y su padre, no tardaron en llegar, La expresión de extrema preocupación de Gabriela me partía el corazón. Lo que más hubiera deseado en ese momento hubiera sido poder abrazarla y tranquilizarla diciéndole que todo saldría bien, pero me tenían aislada en una habitación en la que solo el personal sanitario podía entrar. Los familiares podían estar durante unas horas al día, verla detrás de un cristal no era lo mejor, pero me influía fuerzas para aguantar lo que venía.
A Gabriela y a mí nos enseñaron código Morse, de esa manera nos comunicábamos. Yo utilizaba la pinza del oxímetro para golpearla contra la barandilla de la cama. Gabriela usaba un bolígrafo para golpear él reposa brazos de la silla en la que se sentaba.
Intentaba por todos los medios transmitirme tranquilidad, pero podía notar su preocupación en los golpes que daba al no ser firmes. Yo estaba en las mismas condiciones, tenía una bacteria en mi cuerpo resistente a la mayoría de antibióticos. Si no usaban en mí la vacuna que mis padres habían creado moriría sin remedio. Conseguí transmitirle dónde había escondido el pendrive, lo metí en un bolsillo falso de mi chaqueta.
Creé ese bolsillo para cuando quería sacar algo de casa sin que mis padres sospecharan, si me hubieran cacheado lo hubieran descubierto, pero como no pudieron hacerlo sabía que el pendrive seguiría allí. Si alguien podía recuperarlo era Gabriela, habían pasado varias horas y ya empezaba a tener fiebre, me dolía todo el cuerpo y me costaba respirar, empecé a cerrar mis ojos y todo se convirtió en oscuridad.
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Censurado Vol. 3
General Fiction(+18) Serie de relatos eróticos llenos de fantasía y pasión. Todos publicados al azar. ⚠️ ADVERTENCIA⚠️ Nada de lo aquí relatado es real, 100% Ficción. El contenido aquí expuesto es para consumo (+18), lenguaje explícito. Así que si lees mis relato...