EL DESEO DE LA NOVIA 1/3 🏳️‍🌈

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<La boda de mis sueños> decía mi madre, estaba esperando en el cuatro del hotel más lujoso de la ciudad, en la iglesia estaría los prestigiosos y distinguido invitados del que sería mi familia política y la mía propia, una boda que no sentía mía porque simple y sencillamente no era "La Boda de mis sueños". Soy Alondra Ferrari, hija de unos de los Inversionistas más importantes en toda la región central del país, mi padre Felipe Ferrari se ha encargado de arreglar los matrimonios de sus tres hijas, ¿y cómo no, como iba a faltar el mío? Imposible.

Viéndome al espejo soy una mujer bonita, rubia de cabello largo liso, gozo de un buen cuerpo quizás me sobra alguno que otro kilo pero ese atractivo ha hecho el delirio de unos cuantos... y cuántas. Porque si, me gustan, me encantan las mujeres he tenido alguna que otra relación con hombres, para una muestra hoy me caso con uno, un hombre en lo que no hay atracción ninguna por parte de los dos solo es negocio. Aquél día llevaba un vestido de bodas majestuoso confeccionado por el diseñador de modas venezolano Hugo Espina. No me gusta presumir pero una vez que llegue a la iglesia todas las miradas se sentaron en mí, o en mi vestido, habían muchas personas que no conocía, mientras que caminaba al altar hice un pequeño paneo y entre todas las miradas me topé con las de una mujer bellísima, una mirada que me detuvo el corazón, esas mirada que pueden hacer que quieras dejar lo que haces para ir hasta dónde ella está, —¿Quién sería la dueña de esa mirada?— me pregunte, nunca la había visto pero no podía parar detenerme a saber y conocer esa mirada. 

Minutos después sería la flamante esposa de Josué Altamirano, un chico tan apuesto como aburrido. En la recepción mientras el que ahora era mi marido y yo pasamos por las mesas a socializar un poco me vuelvo a encontrar con esa mirada, era una mujer de aproximadamente 27 años a la que yo seguía sin ubicar, era blanca con una piel bronceada con el pelo muy corto y muy delgada, llevaba unos pantalones negros de vestir muy ajustados, una blusa blanca y un bléiser del mismo color del pantalón, la verdad es que parecía un chico, aunque se le notaban los pechos. Tras un rato de estar paseando por el salón sentí la necesidad de ir al baño, pero no sabía dónde estaba, y como vi que ella estaba cerca decidí ir preguntarle.

—¡Hola! Disculpa, ¿sabes por casualidad dónde quedan los baños?

—¡Hola! — me respondió de una forma intimidante sus ojos me escanearon completamente. —No, pero si quieres lo buscamos ¿quieres?

—Ok. Pero espera un momentito que aviso a mi marido— una excusa ridícula, lo sé, pero tenía que tomar aire.

Ella sonrió y me dijo: —¿Sometida?

—No, jamás. Solo dame un momento— le respondí con altanería segura de si misma. Me acerqué a mi marido y le dije que iba al baño, aunque casi ni se enteró, pues estaban con las conversaciones del fútbol con sus amigos.

El local, donde habíamos cenado y estábamos celebrando, se encontraba en una planta baja, en el piso de arriba yo no sabía que había.

—Por cierto, soy Andrea una amiga de la prima de tu novio— se presentó ella.

—Yo soy Alon...— no me dejó terminar y dijo mi nombre.

—Alondra, lo sé. La Sra. Altamirano— se rio en un tono suave.

—No, no por favor, déjalo en Alondra — le respondí.

— Encantada, Alondra — me dio su mano — por cierto, estás muy linda

—Muchas gracias y encantada también, Andrea.

Los baños se encontraban al final de un largo pasillo y abarrotados.

— ¡Ay! Dios hay mucha gente— exclamé yo —No creo que pueda aguantar tanto.

—¡Bueno! Si quieres podemos ir arriba— comentó Andrea.

Censurado Vol. 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora