EL CHANTAJE DE PAULA (2/2)

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Aunque intentaba que no se me notara, los días siguientes estuve bastante nerviosa, esperaba el mensaje de Paula, pero éste no llegaba. Yo normalmente soy muy tranquila, pero esto me superaba. En casa, mi marido decía que eran los nervios por lograr aquel ascenso y trataba de apoyarme más que nunca. Me sentía bastante culpable pero no podía decirle la verdad. Fueron pasando los días sin novedades, y empecé a creer que Paula no iba a hacer nada, que solo me había jugado una broma algo cruel. O quizás, su hermano se había enterado de lo que había pasado y había detenido su chantaje. Pero, un par de semanas después, me llegó un mensaje de un número desconocido.

"Soy Paula, espero que no te hayas olvidado de mí" —Tras esto me daba la dirección de una habitación de un hotel y me pedía que acudiera allí el miércoles por la noche.

¿Qué podía querer sino necesitaba dinero?, ¿Hacerme sufrir? Lo único que podía hacer era presentarme allí y seguirle el juego. Tuve que mentir a mi esposo, le conté que me había encontrado con una antigua compañera y me había invitado a su fiesta de cumpleaños, la excusa no estaba muy lograda, pero él me creyó, hasta me animó a divertirme, para dejar atrás los nervios de estos días, decía.

—No sé si me divertiré mucho, cariño— le respondí yo.

—Tienes que intentarlo— insistía mi esposo —Creo que vas vestida demasiado formal para una fiesta de cumpleaños.

— No, voy bien así.

Nos despedimos y me puse a ir rumbo al hotel. Iba formal, con mi traje de chaqueta negro y blusa blanca, mi marido tenía razón, no era atuendo para una fiesta, pero tampoco iba a ninguna. Logré aparcar el coche, entré en el hotel y subí a la quinta planta, donde se encontraba la habitación, llamé y Paula salió a abrir.

—¡Hola! Ernestina— me saludó — Pensaba que no ibas a venir.

—¡Hola! Paula— respondí— He tenido problemas para encontrar estacionamiento, esta zona está bastante mal para eso.

Ella me invitó a entrar en la habitación, llevaba un albornoz de color naranja, parecía que se había duchado recientemente.

—Siéntate, por favor, ¿Quieres tomar algo? — me ofreció.

—No gracias, prefiero estar de pie.

—Como no abandones ese tono tan hostil puedo molestarme y eso sería muy malo para ti.

—¡Por favor! Paula, dime lo que quieres de mí. Intentaré darte lo que pidas.

—Ya te dije el otro día que no necesito dinero, no quiero eso.

—¿Y entonces qué es lo que quieres? Yo no te hecho nada, solo me acosté una noche con tu hermano, no creo que fuera algo que te afecte a ti. Además, él estuvo de acuerdo.

—Eso se notaba cuando estaban los dos en mi cama. Pero eres una mujer casada, Ernestina, una madre de familia con una prometedora carrera, y no está bien que te acuestes con otros hombres, además, mucho más jóvenes que tú, ¿No crees?

—Yo no. es que...

Paula se levantó y se colocó frente a mí.

—No tienes que darme ninguna explicación, Ernestina, no me importan tus motivos.

Se acercó más, y comenzó a pasar uno de sus dedos índice por mis labios despacio, después bajó por mi cuello y llegó con él hasta el pantalón, volviendo a repartir lo mismo.

—¿Qué estás haciendo? —le pregunté sorprendida.

—Como soy la hermana mayor, siempre he tenido celos de mi hermano, cuando a él le compraban un juguete, yo lo quería para mí, y, como no me lo daban, me molestaba— respondió ella pasando una y otra vez el dedo.

Censurado Vol. 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora