Arrepentimiento

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Puse el plan en marcha, cuando Will y Nico vinieron a la enfermería para revisarme cambié de actitud por completo.

—¿Cómo te sientes?

—Mucho mejor, gracias Will. ¿Me van a desatar?

—Sólo si prometes no huir de nuevo —dijo Nico.

—Lo único que queremos es ayudarte —agregó Will—. Somos tus amigos.

—Bien, bajaré mis escudos —dije—. Quiero desayunar.

—Ahora sí estamos hablando. Ya te desato.

Will me quitó las cintas de cuero y me ayudó a ponerme de pie. Juntos los tres fuimos al pabellón donde ya la mayoría de los campistas se habían ido a sus otras actividades. Me senté en la mesa de Ares, mientras que Nico y Will lo hicieron en la de Apolo. No vi a Tzamn o los demás, seguramente estaban ayudando a otros campistas con sus actividades o simplemente evitándome, cualquiera de las dos estaba bien.

Comí panqueques con miel de maple y mantequilla. Traté de mantenerme calmado, lo que iba a hacer supondría el fin de mi vida y no me refiero sólo a morir. En caso de abandonar todo una segunda vez, todas las personas que me tendieron su mano seguramente no querrían volver a saber de mí; en el Campamento Júpiter sería un desertor y es probable que también un fugitivus, cualquier romano tendría derecho de matarme con sólo verme. Y aquí en el Campamento Mestizo, Sherman y Ellis no me abrirían la puerta de la cabaña de Ares. No importa, este es el camino que he elegido, sólo me espera la soledad y la oscuridad.

Al terminar el desayuno fui a practicar un poco con la espada. Sentir el gladius de Jason nuevamente me hizo sentir alivio. Mientras golpeaba los muñecos de paja pensé un poco en Ángel, me pregunto si me estaría buscando, después de todo no llegué a casa hace dos noches y como no tengo un teléfono celular no tiene forma de localizarme. Pobre chico, era muy dulce conmigo.

—Hola, ¿quieres una compañera de entrenamiento?

Drew Tanaka hizo su aparición en la palestra, andando como una modelo en pasarela. Eso no fue extraño, sino su oferta, Drew no era de las que entrenan sus habilidades de lucha, lo sé porque jamás la vi aquí o en la galería de tiro.

—¿Tú?

—¿Pues quién más? —dijo—. ¿Ves a otra persona en armadura aquí?

—Ammm... Algunas veces, pero no creo que sea real.

—Muy gracioso.

Drew desvió la mirada y vi que se puso un poco roja de la cara.

—En realidad yo... quería... —tartamudeó—. Quiero... ¡Agh! Es muy difícil.

Parecía que lo quería decir se le atoró en la garganta y le costaba mucho trabajo escupirlo.

—Darte las gra... Las gracias.

—¿Uh? ¿Gracias por qué?

—¿Cómo que por qué, tonto? Pues por... —volvió a ponerse nerviosa—. Por salvarme la vida.

—¡Oh! Eso. De nada, no iba a dejarte ahí para que te comieran.

—Muchos lo hubieran hecho —comentó con tristeza—. Incluso algunos de mis hermanos.

Iba a decirle que eso le pasaba por ser una persona odiosa, presumida y manipuladora, pero recordé que yo tampoco estoy muy bien parado en este momento. Decidí no demeritar el esfuerzo que estaba haciendo al ser amable y admitir algo así sobre ella misma.

—Bueno, ya viste que yo no te dejé. ¿Segura que quieres practicar?

—La verdad nunca lo he hecho voluntariamente —admitió—. Siempre creí que era una pérdida de tiempo, pero tomando en cuenta lo que pasó quiero aprender a defenderme.

No es fácil ser un semidiós: Recuperando el honor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora