Como buen capitán me lancé al frente, seguido de Nando y Anne. El primer pirata trató de dispararme, pero Anne fue más rápida y lo acabó primero. Nando tenía su espada nórdica y el escudo de Aquiles, su entrenamiento dio frutos, pues se defendió muy bien de los piratas que me esquivaron y fueron contra él.
—¡Acábenlos! —gritó Anne—. Hoy es el fin de Charles Vane.
El desalmado capitán observó desde el alcázar de popa y dejó salir una carcajada que se oyó encima del alboroto de la batalla.
—Qué atento, Lurygon Harington —exclamó—. No sólo mi presa vino a mí, sino que también me trajiste a las perras que no dejaban de molestarme.
—¡Cállate y muere!
Anne le disparó, pero Vane esquivó la bala y de un salto bajó a la cubierta. Dos de los fantasmas lo atacaron, el pirata los esquivó con facilidad y con un movimiento de espada los acabó y estos se evaporaron.
—¿Qué? No, eso es imposible —dijo Anne—. No puedes tocarlos.
—Es una suerte que Jack encantara nuestras armas —se burló Vane—. Dijo que siempre podía olerte y supo que venías.
—¡Maldito infeliz!
—Me temo que es el final de tu empresa, Lurygon Harington. Mi empleador demanda tu cabeza.
—Pues ven por ella —dije desafiante.
—Me gusta un buen desafío —dijo Jack Rackam, que bajó del mástil por una cuerda—. Mi querida Anne, te extrañé mucho.
Noté como mi compañera se tensó al ver a su antiguo amante, el que la había condenado a una vida de piratería en lugar de una aburrida vida en un matrimonio arreglado. La verdad no sé qué era peor. Tenía miedo que Anne perdiera el control y terminara muerta, ya fuera por Vane o Rackam.
Así que ataqué primero. Recogí una pistola del suelo y le disparé a Jack. No me detuve a ver si le di, convertí la espada de Jason en una lanza y arremetí contra Charles Vane, él desvió la lanza con su espada y me dio un codazo en la cara.
—No me impresionas.
Antes de que pudiera recuperarme me atacó con una estocada que evité de puro milagro. Ojalá tuviera un escudo ahora mismo.
—Espera. Qué tonto.
Tomé a Telum que colgaba en forma de arco y se transformó en un escudo de bronce. Pensé que eso me daría ventaja, volví a atacar con la lanza y lo hice retroceder, así combatimos durante un buen rato, intercambiando golpes y uno que otro insulto. En ocasiones convertí la lanza en espada y viceversa para confundir a mi oponente.
—¡Mueran sucios piratas! —gritó Nando—. El primer oficial Nando Parrado los regresará al infierno.
No me distraje con eso, aunque tampoco pude evitar esbozar una sonrisa. Sólo espero que el niño esté bien. Seguí peleando con Vane, chocamos las espadas y con su mano izquierda sujetó mi escudo.
—Debo reconocerlo —dijo—. Sabes luchar, pero sólo haces que la cacería sea más emocionante.
—El único que forcejea con desesperación eres tú, Vane —lo empujé hacia el mástil principal—. Sé que tú vida pende de un hilo. Susanō no Mikoto te matará si no me acabas.
Eso lo tomó por sorpresa, lo que me dio la oportunidad de hacerle un corte en la pierna y un revés con el escudo. Vane cayó y se golpeó la cabeza quedando aturdido en el suelo.
—Se acabó.
Alcé la espada y apunté a su corazón, mi cuerpo tembló y empecé a sudar como si estuviera en las forjas del campamento con todos los hornos al máximo. Mi mente me llevó a través de recuerdos donde tuve que terminar con la vida de otras personas, como Daniel Thomas, Pryce Lawrence y el Escribano. Sin importar que la persona que mates sea terrible y despiada, tomar una vida no es nada fácil, a menos que seas un psicópata y aún si hay que pagar un alto precio.
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No es fácil ser un semidiós: Recuperando el honor
FanfictionDos años después de la derrota del Escribano en Londres, Lurygon y Bethany tienen la oportunidad de vivir en paz y cumplir su servicio en la Duodécima Legión. El hijo de Marte cumple una penitencia debido a su fracaso anterior donde cuatro personas...