—Anne, Mary, ella es Bethany —dije—. Es mi novia.
—Es un placer —dijo Beth incómoda.
Drew también se veía bastante incómoda, toda esta situación lo era.
—Vaya, se puede agarrar la tensión en el aire —dijo Anne acompañando su comentario con un gesto de mano.
Avanzó hacia Bethany y la abrazó por el cuello, como si fueran buenas amigas.
—Tranquila, no muerdo, pequeña —dijo—. A menos que quieras. Grrrr.
—Ammm... Yo...
—Anne, no hagas eso —supliqué.
—Descuida, no tengo malas intenciones —dijo con una pizca de sarcasmo—. Ya tengo dos bellezas para calentar mi cama en las noches.
Miré a Drew y ella asintió. Con Mary era obvio que tenía algo, aunque esa noche me pregunté porque no se nos unió.
—Resulta que durante la eterna tormenta de Susanō, encontré una nueva definición de relación —explicó Drew—. Física y emocionalmente.
—Oh, ya veo —dije—. Me alegro mucho por ustedes.
—¿Entonces cuál es el curso, capitán? —preguntó Mary—. ¿De vuelta a América?
—Sí, descubrí que el archipiélago japonés no es para mí —bromeé—. Volvamos a Nueva York.
—Lury, cariño, tengo que volver con la legión —dijo Beth—. Deben saber que estoy bien.
—Lo sé. También tengo que volver y encarar las consecuencias de mi deserción.
—También podemos quedarnos todos en este barco y vivir aventuras —dijo Nando—. Pelear con piratas y monstruos marinos.
—Por muy interesante que suene, ya no puedo seguir haciendo eso, pequeño. Es momento de colgar la espada.
—Oh, hablando de espadas —Anne buscó bajo su casaca—. La tormenta trajo esto a cubierta.
Me entregó la espada de Jason, que creí perdida cuando se hundió el Ranger.
—Cielos, Jason... —recordé a mi amigo caído—. Muchas gracias, Anne.
Subimos al barco, Nando tomó el timón y usando su poder zarpamos hacia el océano Pacífico, de regreso a casa.
***
Tardamos otro mes en volver, aunque el Lobo Sigiloso II se movía más rápido que un velero normal, la distancia era muy grande. No sufrimos ataques de monstruos marinos, flotas de espectros persas o dioses iracundos. Por fin pude disfrutar de un poco de paz y tranquilidad.
Anne dijo que podía regresar al camarote principal, pero le dije que ellas podían usarlo, pues la cama era más grande y cómoda. Beth y yo nos acomodamos en el otro camarote, claro y el pequeño Nando. No recuerdo haber dormido tan bien en meses, la suave respiración de mi amada, el mecer del barco sobre las olas y el silbar del viento eran muy relajantes.
Pero todo viaje llega a su fin. Escuché la concha del vigía cuando nos acercamos a la costa norte de Long Island.
—Un grupo de niños en uniforme anaranjado se reúne en la playa —dijo Anne mirando por el catalejo—. ¿Seguro que este es el lugar?
—Están vestidos igual que Nando, ¿tú qué crees?
Ella plegó el catalejo y me enseñó la lengua. Me reí.
—Una cosa más, Anne —dije.
—¿Quieres un beso de despedida? —preguntó—. O tal vez el pago de lo que te debo.
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No es fácil ser un semidiós: Recuperando el honor
FanfictionDos años después de la derrota del Escribano en Londres, Lurygon y Bethany tienen la oportunidad de vivir en paz y cumplir su servicio en la Duodécima Legión. El hijo de Marte cumple una penitencia debido a su fracaso anterior donde cuatro personas...