—«No sé por qué hiciste eso» —dijo Takeshi—. «Tienes buenos movimientos, pero atacar a tus compañeros fue malo, muy malo».
No me digas pensé. Tenía ganas de golpearlo en la cabeza, pero al ser un fantasma no podía tocarlo. Así que tenía que soportar sus sermones durante mi encierro. Frank me encerró en la prisión que teníamos en el Campamento Júpiter. No era un lugar para criminales per se, más bien como un salón de detención o un lugar de confinamiento disciplinario. El año pasado, luego de la batalla contra Calígula y Cómodo, Bruce y Henry se quedaron aquí como "prisioneros de guerra", aunque fue más que nada para que la Legión no los desmembrara.
—«¿Quieres hablar de lo que pasó?» —preguntó mi hermano—. «Te conozco y sé que no eras tú mismo. Lurygon Harington jamás atacaría a un compañero o amigo».
Tenía tantas ganas de sacarlo todo, decir cada detalle de aquel sueño, mejor dicho alucinación porque jamás he causado daño a nadie durante o después de un sueño, excepto aquella vez que golpeé a mi hermana Anna. Sin embargo, una voz en mi cabeza me decía que no debería cargar a Takeshi con mis problemas, esto era mi desastre y yo debía limpiarlo.
—Ya te dije, tengo estrés postraumático. Creí que vi enemigos y los ataqué.
—«Parece más que eso» —señaló Takeshi—. «Vamos, somos hermanos, puedes decirme».
—Hermano, ni siquiera sé lo que le pasa a mi cabeza —admití—. Creo que Frank y Hazel enviarán a alguien, tal vez un loquero que me pondrá una camisa de fuerza y me encerraran en un cuarto con suelo y paredes acolchadas.
—«No estás loco, hermano» —dijo en tono tranquilizador—. «Tal vez inestable, pero todavía no llegas a la locura. No conozco a Hazel como pretora, pero Frank intentará ayudarte. Ya verás».
Me recosté en una banca junto a la pared y cerré los ojos un momento. Takeshi no siguió hablando, creo que desapareció por el momento. Gracias a los dioses logré dormir un poco y sin soñar.
***
—¿Ya estás listo para hablar de lo que pasó? —preguntó Nico.
El hijo de Hades se sentó en la banca junto a mí. Frank estaba en la orilla de un taburete, haciéndole espacio a Hazel, pero la pretora parecía demasiado preocupada y decidió quedarse de pie.
—No estoy seguro de lo que sucedió... —dije avergonzado.
—Lury, no sé... —Frank suspiró—. Lastimaste a dos personas, Gerald está herido casi de muerte y Anne tiene un corte muy feo en el hombro. Déjanos ayudarte, algo no está bien.
Bajé la cabeza. No estaba seguro de cómo comenzar. Ya sabía que tengo estrés postraumático, ¿y luego qué? ¿Qué puedo hacer al respecto? Escudarme con ello toda la vida o hasta que pasé algo mucho más grave no puede ser una opción. Pero también estaba la interrogante: ¿Cómo ayudarme?
—Yo... les diré todo.
Y así lo hice. Les hablé sobre cómo me había sentido desde que regresé del Tártaro. Confesé que sentía mucha presión con el asunto de ser un gladiador, un legionario y un joven parcialmente independiente. Dije que me veía a mí mismo como un fracasado inútil por dejar la universidad y que muchas veces me sentía indigno de mis amigos y mi novia, que no los merecía porque ellos sí estaban haciendo algo de sus vidas, a diferencia de mí...
—A lo largo del último año, se han planeado al menos cinco reuniones —expliqué—. Fui a la primera, pero lo único que se habló fue cómo los demás han progresado haciendo una vida normal. Alan viajando por la cuenca del Mediterráneo, Ana estudiando en Oslo, Tzamn y su negocio en Alemania et cetera.
ESTÁS LEYENDO
No es fácil ser un semidiós: Recuperando el honor
FanficDos años después de la derrota del Escribano en Londres, Lurygon y Bethany tienen la oportunidad de vivir en paz y cumplir su servicio en la Duodécima Legión. El hijo de Marte cumple una penitencia debido a su fracaso anterior donde cuatro personas...