Otra Anne. ¿Secuestré un zorro?

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—Este es el escudo de Aquiles —expliqué a Nando—. Cuando jales esta tira de cuero, el escudo se desplegará —le mostré cómo y puso una cara de sorpresa—. Fuiste un tonto por no haber traído un arma, al menos me aseguraré de que no te acerté una bala.

—Esperaba que pudieras entrenarme —dijo—, pero creo que no hay tiempo.

—Curso intensivo. Paso uno: cúbrete bien el cuerpo y tú cabezota —le di un golpecito en el cráneo—. Paso dos: no le des la espalda al enemigo NUNCA. Paso tres: NO TE MUERAS.

Dicho eso, lo dejé al timón y Drew y yo cruzamos la tabla que conectaba el Lobo Sigiloso II y el Ranger. La tripulación de piratas lucía toda clase de prendas de la época y todos tenían maliciosas expresiones en el rostro cuando vieron pasar a Drew, ella se sintió incómoda y se pegó a mí. Cerca del mástil principal había una mesa larga dónde estaban sentados dos hombres, una era el capitán Charles Vane; el otro vestía con prendas de colores variados y exóticos.

—Estoy feliz de que aceptara la invitación, capitán —dijo Charles Vane—. Mi primer oficial y yo les damos la bienvenida al Ranger.

—John Rackam a su servicio, capitán Harington —dijo el hombre colorido—. También es un placer conocer a su hermosa primera oficial.

Drew me sujetó del brazo y se aferró más a mí. Decidí que no me dejaría intimidar por estos sujetos.

—Eres Jack Calicó Rackam, ¿no? —dije—. ¿Qué no traicionaste al capitán Vane?

Jack y Vane se echaron a reír.

—Eso está en el pasado —dijo el capitán—. Por favor, siéntense. Ya vienen las bebidas.

Drew me miró y yo asentí. Nos sentamos con aquellos hombres. Varios miembros de la tripulación acercaron un plato con varios bocadillos, cuatro calices de peltre y los llenaron del mismo barril. Charles levantó su cáliz para hacer un brindis y bebió igual que Jack. Bebí por cortesía y dejé a un lado el cáliz, fue un poco fuerte, pero no sabía tan mal. Si llegábamos a las negociaciones, les pediría un barril o dos.

—¿Está bueno?

Drew respondió escupiendo el ron sobre la cubierta.

—Sabe a orina de Minotauro.

—Drew, no seas grosera —le reprendí.

—No importa —dijo Vane—. De todas formas es hora de ir al grano. Lurygon Harington, me han pagado para cazarte y matarte.

En ese momento pensé en desenvainar la espada de Jason y matarlo, pero había algunos problemas: estábamos rodeados por la tripulación; Drew estaba desarmada; sí los piratas eran mortales, el oro imperial no les haría daño.

—¿Y me dice esto porque...?

—Porque siempre me gusta disfrutar de una buena cacería y eso hago mejor cuando mi presa sabe que voy tras ella.

—Y supongo que no me dirás quién quiere mi cabeza.

—Así es. Te propongo esto: te daré un día y medio de ventaja, fija el curso a donde quieras, yo te encontraré y te mataré.

Estúpido pirata engreído pensé.

—Al menos dime si eres un no-muerto.

—Si te refieres a que he regresado a través de las Puertas de la Muerte, sí. No tienes idea de la cantidad de almas que escaparon, pero como no son personas griegas o romanas, a los dioses no les importan.

—¿Entonces eres un semidiós? —preguntó Drew.

—Correcto, pequeña —confirmó Vane—. Pero no pertenezco a tu linaje.

No es fácil ser un semidiós: Recuperando el honor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora