Confesiones
Cornelius Fudge se encontraba sentado en su escritorio, su mente no dejaba de darle vueltas a todo lo que había sucedido. El encuentro con Harry Potter había sido mucho más intenso de lo que anticipaba. Había estado preparado para que él fuera un joven frío y distante, pero no esperaba al joven vengativo. Cornelius juro ciegamente que nunca lo haría enfadar y terminar en su lista negra, el simple poder que tenía el chico... tendría suerte si solo lo destituían y no se convirtiera en un paria en el mundo mágico. Lo peor que el chico podía hacer probablemente era matarlo, su magia y la de Severus Snape eran extremadamente poderosas.
Él mismo se consideraba poderoso, tenía que serlo para ingresar a la academia de aurores, por lo que no se quedaba atrás cuando se trataba de poder. Había hecho poner a Hagrid en Azkaban hace unos años, pero Dumbledore lo sacó a los pocos meses. Parecía que el chico quería que todos pagaran y era su prerrogativa. Después de todo, él había sido el que había sido perjudicado y de la peor manera imaginable para los magos. El abuso simplemente no sucedía en el mundo mágico, todos los niños eran un gran regalo.
Repentinamente un golpe en su puerta lo sacó de sus turbulentos pensamientos.
-Adelante -dijo Fudge mirando su reloj, hoy no tenía ninguna reunión.
De hecho, no había programado ninguna reunión hasta después del juicio de Dumbledore. Rezó para que no fuera Lucius Malfoy, simplemente no quería lidiar con el platinado en este momento. Aunque eso explicaría su inesperada visita, sin duda el hecho de que hubiera ido a Hogwarts habría sido notificado a él por su hijo.
-Perdón por interrumpirlo señor, ¿tiene un minuto? -preguntó la persona mientras entraba a la oficina.
-Está bien, tienes 5 minutos -dijo Fudge mientras arqueaba una ceja con curiosidad.
¿Por qué querría uno de sus aurores hablar con él? Decidió no hacer el papel de Ministro torpe para acelerar las cosas y además de que en serio hoy no estaba de humor para nada.
-Gracias señor -dijo Shacklebolt tomando asiento, tenía el estómago revuelto, pero no tenía otra opción.
Él lo sabía, cuando se enteró del arresto de Dumbledore supo que era sólo cuestión de tiempo. Se había relajado estúpidamente cuando McGonagall le hizo saber que Dumbledore estaba a salvo. Pues al parecer no lo estaba, Scrimgeour le había dicho que este estaba en las celdas y que no estaba dispuesto a arriesgar su libertad para ayudarlo a escapar. El viejo tonto estaba siendo vigilado de cerca, muy de cerca y si alguien intentaba hacer algo los inefables no lo dejarían en paz.
- ¿De qué quieres hablar conmigo? -preguntó Fudge aun sin comprender el porqué estaba aquí.
Podía notar como el auror estaba extremadamente preocupado, su lenguaje corporal indicaba que estaba sumamente incómodo y desesperado. El silencio continuó y el Ministro empezó a preguntarse si algún día abriría la boca.
Shacklebolt trató de mantener la calma, verse profesional y estoico como siempre solía estar. No obstante, preferiría enfrentarse a dos mortífagos en este momento que decirle a Fudge lo que sabía que debía hacer. Si lo admitiera, podría tener una pequeña esperanza de conservar su trabajo y permanecer fuera de Azkaban. Había alterado una investigación, podría al menos obtener un año en Azkaban. Sin embargo, esa prisión infundía un gran miedo en todo el mundo y era por una buena razón.
-Auror Shacklebolt, por favor le agradecería que diga algo en algún momento del día de hoy -dijo Fudge irritado por el silencio.
Exasperado hizo un gesto hacia un montón de papeleo que era urgente de completar el día de hoy. Los que se relacionaban al caso de Dumbledore estaban bajo llave y protegidos por hechizos.
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Dispuesto
FantasyHarry Potter desapareció a los 9 años de edad y todo el mundo mágico lo estuvo buscando por siete años, ahora tiene diecisiete años cuando al fin lo hallan pero todos se sorprenden al ver qué Harry no quiere hacer lo que le piden. Resulta que Harry...