Capítulo 22

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Confrontaciones

Lupin miró a Snape y al instante se volvió cauteloso, su cuero cabelludo de la nuca se erizó repentinamente. Pensaba que había visto a este en su momento de más locura, ya que anteriormente había recibido tantas miradas de odio de su parte y no creía que existiera una peor.

No obstante, la mirada en su rostro ahora... no creía que ni siquiera El-Que-No-Debe-De-Ser-Nombrado pudiera odiar a ese nivel. Él realmente estaba aterrorizado de que Snape fuera a abalanzarse sobre él en cualquier momento. Tragando dolorosamente y por un momento mientras lo seguía observando su dolor se fue.

-Remus... ¿cómo pudiste? -preguntó McGonagall sacudiendo la cabeza horrorizada de siquiera contemplar cómo podía decir tales cosas.

Retrocedió unos pasos, sus ojos llenos de lágrimas no por él sino por Harry y cómo todos parecían haberlo traicionado. Ahora ya no lo culpaba por cómo la había mirado cuando lo conoció. Finalmente estaba empezando a entender por qué era de esa forma.

-Él es el hijo de Lily, ¿por qué le mentiste? ¡Lily nunca quiso esto para su hijo! -dijo McGonagall indignada y molesta.

-Solo lo deseaba a él -se atragantó Lupin, por Merlín estaba sufriendo todo era tan angustiante. - Quería que aprendiera magia, quería que fuera parte de este mundo. Y a la vez también quería desesperadamente impresionar a Albus -terminó de decir con una mirada triste y derrotada, se sentía como un completo imbécil todo lo que logró fue que Harry lo odiara para siempre.

- ¿Pero decirle que sus padres querían que peleará una guerra? Nunca te tildé de estúpido Remus, sin embargo, ahora mismo me veo obligada a evaluar todo lo que pensado de ti -dijo McGonagall boquiabierta.

Era cierto que primero la decepcionó Dumbledore y ahora Lupin salía con esto. Un hombre que ella pensaba que amaba a Harry, había estado tan desesperado como los demás por encontrarlo.

- ¡LARGO! No quiero que te le acerques nunca más, te quiero a un metro y medio de él si tienes que hacerlo. Si no lo haces me aseguraré de que sea lo último que hagas -dijo Snape fríamente y con una mirada seria. Sus manos se cerraron en puños mientras miraba a Lupin con disgusto y estaba seguro de que él podía oler su enojo. - Vete y nunca vuelvas.

-Te sugiero que hagas lo que te dicen Remus -advirtió McGonagall dándose cuenta de lo cerca que estaba Snape de maldecir al hombre.

Ella conocía a Snape y no sería un hechizo cosquilleante o aturdidor, sería algo muchísimo más doloroso y letal.

-Realmente solo quería conocerlo -dijo Lupin débilmente, mientras se ponía de pie.

-Sabes Remus... no creo que lo hicieras. Nadie que quiera conocer a alguien hace tal cosa. Lo estabas manipulando en una situación en la que él no quería estar, después de que lo secuestraron del único mundo que conocía -dijo McGonagall amargamente, por las barbas de Merlín se sentía asqueada hasta la médula de solo pensarlo.

Lupin inclinó la cabeza, encorvándose sobre sí mismo mientras salía de la habitación arrastrando los pies. Las palabras que habían dicho atormentaban su mente y su maltrecho cuerpo. Al salir de las mazmorras, sus pensamientos eran una nube negra y lo supo... solo supo por primera vez que no tenía ninguna posibilidad. Lo que había hecho... había estado mal, Harry nunca querría tener nada que ver con él.

Le tomó veinte minutos caminando lentamente, afortunadamente sin tropezar con ningún estudiante al salir. No podía ir con Poppy, probablemente ella le haría demasiadas preguntas. Tendría que echar mano de su suministro mensual de pociones, no es que le importara en este momento y estaba seguro de que Snape ya no le prepararía la poción Matalobos. Era muy consciente de los rencores que este podía tener y, a decir verdad, se lo tenía bien merecido. Con suerte, Sirius sería perdonado y podrían tener algún tipo de relación con Harry.

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