Capítulo 6

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Descubrimiento

Snape rápidamente echó un vistazo a sus aposentos y no encontró absolutamente nada que indicara que Harry hubiera estado allí. Era bueno que él fuera así, era esa clase de personas que limpiaban sobre la marcha o de lo contrario lo habrían descubierto cuando de repente la puerta principal de sus aposentos se abrió de golpe.

Odiaba por completo cuando Dumbledore anulaba las barreras de sus aposentos para poder entrar cuando le entrara su regalada gana, mucho más ahora que tenía algo que ocultar y sería mejor asegurarse de que esto no volviera a suceder. No le importaba que esta fuera la escuela de Dumbledore, pero sus aposentos eran su espacio privado y no le gustaba que la vieja cabra loca entrara sin su permiso. En cuyo caso no venía solo, sino que venía acompañado de casi toda la Orden del Fénix, quizá estaba exagerando un poco porque en realidad eran solo dos personas quienes acompañaban a Dumbledore; pero él así lo veía.

- ¿Cómo se atreven a entrar de esa forma a mis aposentos? -gruñó Snape sus ojos negros brillaban con rabia pura.

Había unas cosas que Severus Snape no podía soportar y una de ellas era que no respetaran su privacidad; su espacio personal, mejor dicho. Su magia estalló mostrando lo enojado que estaba, Dumbledore había provocado esto.

-Cálmate Severus, - dijo Albus con el cuerpo un poco rígido, Snape no era la persona indicada para hacerla enojar.

- ¿Dónde está mi ahijado, Snivellus? Tú lo ayudaste a escapar, ¿no es así? -gritó Sirius a quien Lupin lo estaba reteniendo, mientras trataba de llegar al profesor de cabello negro.

Probablemente era mejor que Lupin hiciera eso por el bien de Sirius, Snape ya no era el niño que habían conocido una vez en el tren. Ahora podía tener a Sirius en el suelo en cuestión de segundos y puede que en el mejor de los casos podría llegar a matarlo sin tener que recurrir a una maldición imperdonable.

- ¿Según tú cuál es tu definición de escapar? Es tener en contra de su voluntad al muchacho aquí para siempre, ¿no es así? -preguntó Severus con desdén. - A juzgar por las amenazas en contra tuya no creo que el chico te considere su padrino, Black.

Sirius gruñó y trató de zafarse del agarre de Lupin para aventarse contra Snape y lastimarlo.

- ¡BASTA, SIRIUS! -espetó Lupin mientras sus ojos ámbar analizaban a Snape.

Lupin podía oler el aroma de Harry sabía que él estaba en alguna parte, pero ¿se atrevía a decírselo a los demás? Había estado dudando de lo que habían estado haciendo estas últimas casi tres semanas y estaba seguro de que estaban mal. ¿Snape estaría ayudando a Harry? En base a lo que había dicho parecía en serio que quería ayudarlo.

Severus miró a Lupin a los ojos sabía que el hombre lobo tenía un gran olfato y probablemente ya había descubierto que Harry se encontraba en sus aposentos; no había pensado en él. Debió de haber desinfectado todo el lugar, pero no estaba preparado para ello. Harry no estaba lo suficientemente bien como para lidiar con esta bola de idiotas.

-Severus ¿qué has hecho? -demandó Dumbledore con una mirada fría, se podría decir como un témpano de hielo.

El brillo normal que Dumbledore transmitía de un anciano dulce no se veía por ningún lado. Él no había arriesgado todo lo que tenía para que de la nada perdiera a Harry Potter y si Snape se encontraba implicado claro que habría serias consecuencias.

Snape ignoró lo que le había dicho Dumbledore, aún seguía concentrado en su pelea de miradas con Lupin. Empezó a presionar las barreras mentales del hombre lobo y le mostró cómo se veía Harry en su baño todo magullado, flaco y con muchas cicatrices, también le mostró cuando estaba sentado en su sofá comiendo muy feliz; más de lo que Lupin lo había visto antes.

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