XLIII

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Capítulo 43: Con la mirada en la meta.

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Tuvieron que pasar algunos días para que Leaf y Yellow reanudaran su viaje. El cansancio físico y mental que había supuesto el festival y todo lo que ocurrió en él, fue suficiente para tenerlas tiradas en cama por muchísimas horas, aunque esta no fue la razón principal para alejarlas de su objetivo.

El motivo de su retraso fue toda la destrucción que causaron las aves en la isla por su ataque. Sí, el cansancio y el desgaste jugaron un factor crucial, pero, aunque quisieran viajar rumbo a su cuarto gimnasio, no podrían hacerlo. Los cuatro líderes se habían quedado en la isla para ayudar con las reparaciones, cosa que duró algunos días.

Esto, sin embargo, no fue del todo malo. Los breves días de descanso sirvieron para aclarar un poco la mente y recuperar las energías perdidas. Sus Pokémon también estaban agradecidos por tomarse unos días, ya que, desde la Liga Pokémon, no habían tenido oportunidad de descansar adecuadamente.

Pero, así como esos días de descanso llegaron, también se fueron para dar paso a las actividades cotidianas que llevaban desde que llegaron al Archipiélago Naranja.

Así, después de varios días de descanso, y uno más de viaje, llegaron hasta la Isla Kumquat, sede del último gimnasio Pokémon. La líder de gimnasio se llama Luana. Estuvo presente en la celebración del festival y brindó su ayuda para la reparación posterior a todos los problemas. Pese a esto, no tuvieron la oportunidad de hablar con ella.

Sin embargo, la isla no fue lo único destruido después del incidente con las tres magníficas aves legendarias. Unas nuevas ruinas se habían alzado en el alma de una chica débil. Esa situación en la que se encontró entre la vida y la muerte le recordó que el mundo no es un lugar de puro color rosa o risas, sino que también tenía su parte cruel.

Y no solo el mundo tenía una parte abstracta y fea. Las personas no estaban exentas de esta característica tan curiosa. Y como todas las personas entran en este aspecto, ella también lo hace. Ella también tiene un monstruo horrible atado dentro suyo. O al menos eso es lo que creía después de un suceso que marcó la vida de más de uno.

Leaf siempre fue una persona amable, tal vez un poco celosa con sus personas favoritas, pero nunca le deseó el mal a nadie. Pero ella no se consideraba una buena persona. Ella también sentía envidia, rabia, ira y dolor. Y, aun así, con todo eso, las personas que la conocen pueden describirla como la persona más pura que jamás hayan conocido.

Y poco a poco, influenciada por todos esos comentarios positivos hacia su persona, comenzó a creer que tal vez era más amable que el promedio de las personas en este mundo. Giró su vida en torno a este ideal y con los valores que le fueron inculcados a través de factores externos.

Ayudó a todos los que pudo. Fue amable con todas las personas, incluso con aquellas a quienes no le caía bien. Se guardó su odio, su rabia y su dolor si eso impedía que hubiera el más mínimo problema. Vivió una vida ejemplar.

Es por eso por lo que, cuando pensó por primera vez en su vida en matar a alguien, todo su mundo se vio hecho un caos. Sus cimientos comenzaron a resquebrajarse y las dudas sobre su propia existencia se hicieron presentes. Si ella, quién era más pura que la mayor parte de las personas, tenía ese tipo de sentimientos albergados por alguien, ¿Qué podría esperarse del resto del mundo?

Leaf incluso sabía que Matori se merecía una muerte tan cruel como la tuvo a alas de Lugia. Había causado un daño terrible a humanos y Pokémon por igual. Podrían llamarlo karma, pero es lógica: cosechas lo que siembras.

I'll protect youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora