XXXVII

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Capítulo 37: Estoy enamorada.

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Después de conseguir su primera medalla, Leaf y Yellow siguieron su camino hasta la Isla Ombligo, lugar donde se encontraba el segundo gimnasio y donde esperaban poder seguir ayudando a su amigo en coma.

Antes de eso, llegaron hasta la isla Sunburst, donde iban a darse un descanso de su travesía pues llevaban ya varias horas de viaje a bordo del Blastoise de Leaf. Ambas sabían que no ganaban nada parando en una isla que no era su objetivo, pero debían hacerlo si no querían acabar trastornadas por solo ver agua y cielo en su recorrido.

Además, por lo que la rubia tenía entendido, la Isla Sunburst, era la más comercial de todas las que conformaban el archipiélago, y era el hogar de grandes piezas de cerámica. En la plaza central había un mercado que vendía todo tipo cosas, entre ellas, grandes colecciones de pinturas u otras expresiones artísticas.

Yellow podía considerarse a sí misma como una gran fanática del arte, en cualquiera de sus formas, pero la pintura era su mayor debilidad. El solo hecho de pensar que era lo que el autor deseaba plasmar en su obra era suficiente para hacerla pensar en miles de escenarios concretos; además claro de que la pintura en sí ya le generaba un éxtasis enorme.

Leaf, por su parte, no se consideraba una entusiasta del arte, aunque tampoco le disgustaba, simplemente le costaba conectar con los sentimientos de otras personas si ella no los experimentaba en carne propia.

Mientras que la castaña se adelantó un poco para comprar unos cuantos recuerdos para su familia, Yellow se quedó mirando en el pequeño local de una señora que vendía cuadros pintados por ella misma. Cada cuadro, por muy pequeño que fuera, expresaba millones de sentimientos con los que se sintió identificada.

Pronto, sin embargo, noto que la mayor parte de los cuadros compartían dos características fundamentales en ellos. El primero era que una buena parte abordaba el tema del amor, el corazón y las parejas. La segunda característica era que estas estaban protagonizadas por dos personas. No había distinción entre los sexos de las personas, pero solo había dos.

El corazón de Yellow se apretó sin saber muy bien porqué y se fue del lugar para tratar de apaciguar ese dolor. Iba a reunirse con Leaf, a quien ya había localizado, pero antes de llegar con ella, vio como estaba comprando dos detalles a juego, ideales para las parejas enamoradas.

Entendió ahora el porqué del dolor en su corazón. Hace unos días, antes de ganar su primera medalla, Leaf le contó que aún no se sentía cómoda con el hecho de compartir una relación y, aunque intentó animarla, esto era una prueba de que aún no estaba del todo segura con aquello. Tenía claro que estaba comprando ese regalo para dárselo a Ash cuando este despertara.

Quería sonreír e ir con ella, pero sus pies simplemente no se movieron; o más bien se movieron en una dirección en el que pudiera evitarla. Sin pensarlo se dirigió hasta un pequeño y oscuro callejón, en el que nadie podría verla.

Allí se sentó abrazando sus rodillas. Era consciente de sus propios sentimientos hacía Ash. Leaf había tenido el valor para desahogarse y contarle cómo se sentía acerca de una relación poligámica, pero qué había de ella. ¿En serio, por el mero hecho de estar enamorada, estaba dispuesta a compartir al amor de su vida?

Yellow: "Tengo miedo"

Su susurro no llegó a nadie; se quedó allí en el callejón haciéndole compañía, pero esos eran sus verdaderos sentimientos. No era miedo a compartir el amor. Quería y había aprendido a amar a Leaf de una forma romántica desde el momento en el que la propuesta fue sugerida por el Pokémon legendario que acompañaba a los entrenadores, no tanto como a Ash, pero estaba cerca de ese sentimiento.

I'll protect youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora