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  Mamá me ha ordenado que me mantenga en mi cuarto hasta que la mayoría de invitados haya llegado

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  Mamá me ha ordenado que me mantenga en mi cuarto hasta que la mayoría de invitados haya llegado. Se supone que debo sorprenderme al verlos, pero es una estupidez, siendo que llevo puesto un vestido de gala.

«¿Qué clase de idiota se creería que yo no estaba al tanto de todo?»

Estoy ansiosa y eso se refleja en el temblor en mis manos. Siento que las pastillas que tomé hace un par de horas no me han hecho efecto, así que busco el frasco y me trago un par más.

Reviso mi teléfono, tengo un montón de llamadas y mensajes de Laurie.

«¿Qué sucede, K?»

«¿Por qué no contestas?»

«Hoy es tu cumpleaños, lo sé...»

Quiero responder, aunque al mismo tiempo, no sé qué decir, tengo la mente dormida por causa de las drogas y es mejor así, porque pensar me hace daño.

Tiro el teléfono a un lado, y salgo de la habitación. Ya he esperado lo suficiente.Recorro la piscina que está decorada con velas y flores, todo precioso, al igual que lo está el interior de la casa.

La gente me ve, algunos me reconocen, mientras que otros, son desconocidos, con lo que jamás he cruzado una palabra.

Advierto como los dedos de mamá se ensartan a mi brazo, cuál garras. Ella me regaña por aparecer antes de tiempo. Yo me sacudo, la ignoro, y camino al otro lado del salón.

Vaya fiesta más aburrida, con esa música instrumental que parece salida de un consultorio médico y todas esas gentes estiradas e hipócritas, que no saben como divertirse de verdad... Preferiría estar en la playa en este instante, bailando con jóvenes alrededor de una fogata, y tal vez fumando un poco de marihuana.

Me topo con Megan y Tom (Sheriff del pueblo). Recuerdo lo que presencié hace unos días, su conversación con el entrenador Jones.

—Feliz cumpleaños, amiga —dice la mujer, entregándome una bolsa, que contiene varias cremas para el cuerpo y un perfume. Le doy los dos besos, y sonrió. La escucho parlotear, pero no le presto atención. Tom, su esposo, sigue mirándome, de un modo raro, me pregunto que tendrá él en su cabeza...

Mi madre se ha acercado otra vez, y viene en compañía de los Strafford.

Me presenta a lady Georgina, porque sí, la dama tiene hasta vínculos con la realeza británica, de cabellos castaños, con un mechón plateado al frente y un indiscutible sentido de la moda. Es sofisticada y algo fría en su trato. Como una muñeca de porcelana que jamás pierde los modales, perfecta e incuestionable ante la sociedad.

—Me da gusto finalmente conocerte, Kristen... Mi Brad me ha hablado tanto sobre ti —manifiesta, de un modo cómplice. Aunque, analizándome, sé que está decidiendo si valgo o no la pena para ser la novia de su niño bonito, y no me interesa lo que opine de mí. No tengo intención alguna de emparentarme con ella, o llegar a ser más que una amiga para su hijo.

Summertime SadnessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora