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Presente

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Presente.

    Vamos por la carretera con las ventanas abiertas. La brisa agita mis cabellos rubios y el olor a salitre invade mis fosas nasales. Una tonada de rock de los 90's se escucha a través del reproductor, «hay tantas cosas que desearía decirte, pero no sé cómo, porque talvez... Tú eres mi salvador, después de todo... Tú eres mi maravilla», dice la letra.

Miro a Laurie. Luce cansado, abatido. Sé que está preocupado, por sus padres. Porque, aunque estos nunca lo hubiesen amado como se merece, siguen siendo su familia. Ese vínculo jamás se rompe, eso yo lo sé muy bien.

Lo tocó por su brazo, por sobre el pez koi que tiene tatuado en su bíceps. Se voltea, quita su atención de la vía y la centra sobre mí. Sus ojos azules me embelesan, me pierdo en ellos; en ese mar apacible de aguas cálidas que él representa en mi caótico mundo.

El auto frena, nos aparcamos a orillas de la carretera.

Estamos cerca de Laguna Beach, de vuelta a esa realidad que puede separarnos. Tengo miedo, y creo que Laurie también.

Él pone sus manos sobre mi cadera, se inclina sobre mí.

—¿Por qué siento que hoy nuestras vidas cambiaran? —expresa—, y solo quiero, darme la vuelta, regresar a ese motel.

Yo deseo lo mismo, pero... no podemos escapar para siempre de las mentiras que fueron la causa de que sufriéramos todos estos años como lo hicimos. Yo necesito saber qué sucedió con Ethan, y poner ciertas cosas en orden.

Recibí una llamada esta mañana, que atendí fuera del cuarto, mientras Laurie todavía dormía. Una compañía está interesada en contratarme y quieren reunirse conmigo, en San Francisco, en un par de días. Es la oportunidad que deseaba, para recuperar mi independencia económica y romper de una vez, por todas, mi relación con mi tóxica madre.

No se lo digo, lo mantengo como un secreto, porque no estoy lista para tener esa conversación tan difícil.

Me duele el pecho, cierro los ojos, dejo que él me bese.

Estoy llorando y no sé la razón, soy inestable. En mis emociones y actos. Mi cabeza es pura anarquía, formada de pensamientos que van y vienen. Saltando del pasado al presente, alternando entre la angustia y el remordimiento, sin permitirme disfrutar verdaderamente de la felicidad.

—Te quiero, Kristen —declara, sorprendiéndome. Mi corazón se acelera, y emito una risa nerviosa—, dios, te quiero tanto que... —Me besa otra vez, con labios abiertos, su lengua penetrando. Su sabor me intoxica, estoy fascinada, pierdo el control, dejo que mis manos se muevan a su antojo, y mi cuerpo actúe por sí solo.

—Laurie. —susurró, estando sobre él, mis piernas abiertas y mi falda subida hasta el ombligo. Tengo bragas, pero este las hace a un lado para introducirme su polla. Tenemos sexo a plena luz del día y en una vía de acceso pública. Podríamos ser multados por esto o acabar detenidos, sin embargo, no me importan las consecuencias, necesito que me folle... Esa vez, que podría ser la última en que lo hagamos.

Summertime SadnessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora