9

1K 109 22
                                    

MAIA

—ESTÁS MÁS DELGADA, MAIA

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—ESTÁS MÁS DELGADA, MAIA.

—Gracias.

—No te lo decía como un cumplido.

Ella miró con arrepentimiento a su madre a través de la pantalla de su ordenador mientras movía el pie frenéticamente debajo de la mesa.

—La comida en Qatar no está tan buena como la tuya—sonrió ella débilmente y notando como le crujían las tripas de hambre.

Llevaba día y medio sin probar bocado.

Pero tenía que compensar por la tableta de chocolate entera que se comió la media noche del martes en un ataque horroroso de gula y ansiedad.

Desde que había decidido ignorar a Juani, Maia había ahogado todos sus pensamientos autodestructivos en la comida o en la negación de llevarse algo a la boca para alimentarse. Siempre terminaba castigándose así misma de esa forma. Su psicóloga decía que instrumentalizaba sus frustraciones personales y siempre terminaba por recaer.

—Cariño. Perdóname pero no puedo creerme eso—su madre parecía triste y dolorosamente acostumbrada a sus evasivas—. ¿Felipe está contigo mucho rato, no? ¿Te deja sola?

—No te preocupes. Él está muy pendiente de mí. El problema soy yo...

«Para variar un poco.»

—Maia... Te veo muy triste y apagada. ¿No queres... volver al tratamiento?

—No—espetó, y lo dijo muy rotundamente.

Maia se negaba a volver al hospital, sintiendo que sería como retroceder varios pasos en su camino hacia la recuperación. Recordaba las largas horas de terapia, los grupos de apoyo intensos y las sesiones individuales en las que había explorado los rincones más oscuros de su mente, y no quería revivir esa experiencia. Temía que regresar a la clínica significara admitir una derrota, como si no hubiera logrado progresar lo suficiente en su lucha contra su TCA.

Además del miedo al retroceso en su proceso de recuperación, Maia también se sentía avergonzada por la idea de volver a la clínica. Temía que sus padres y Pipe la juzgaran por no poder manejar sus problemas por sí misma, como si fuera una muestra de debilidad o incapacidad.

—Maia...

—Estoy bien. Solo es una recaída. Como muchas otras.

—No te obligaré... Pero creo que deberías pensarlo bien.

—Entendí.

—¿Cómo está Juan, por cierto? Tu hermano me habló y me dijo que él dormía con vosotros en la habitación.

—¿Sabes quién es Juani?

—Tu hermano habla siempre de él cuando le pregunto por el rodaje y ha venido a visitarnos alguna que otra vez. Es buen chico.

𝐌𝐀𝐑𝐆𝐀𝐑𝐄𝐓──𝙅𝙪𝙖𝙣 𝘾𝙖𝙧𝙪𝙨𝙤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora