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JUANI

SUBÍA LOS ESCALONES DE DOS EN DOS CON TAL DE LLEGAR MÁS RÁPIDO A LA HABITACIÓN Y NO DEJAR TANTO TIEMPO SOLA A MAIA

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SUBÍA LOS ESCALONES DE DOS EN DOS CON TAL DE LLEGAR MÁS RÁPIDO A LA HABITACIÓN Y NO DEJAR TANTO TIEMPO SOLA A MAIA.

No quería admitirlo, pero le aterró tener que dejarla a solas sabiendo lo que podría hacer ella mientras se quedaba sola en la habitación. Después de decirles a los chicos una vaga excusa antes de decir que lo iría al partido de Francia contra Marruecos y haber pasado por el bufete del hotel, Juani entró en la habitación cerrando la puerta tan fuerte que logró asustar a Maia, que estaba en el cuarto de baño lavándose los dientes, pero esta vez con un poco más de fuerza en el agarre y siendo ella la que sostenía el cepillo entre sus manos.

—¿Huelo a vomito?—le preguntó ella acercándose a él y echándole el aliento sobre la nariz, poniéndose de puntillas en el acto.

—Que va. De hecho, huele muchísimo a menta.

Ella sonrió agradecida y se metió en la cama acurrucándose. Intentando borrar de su mente la imagen de ella tirada en el baño, Juani se sentó a un lado de la cama y le ofreció a Maia un mate y una mandarina.

—Toma. Para reponer fuerzas.

Maia compuso una cara extraña mientras se incorporaba en la cama y cogía con las dos manos tanto el mate como la fruta. Juani, para distraerla mientras se lo comía, le ofreció poner una película en su ordenador y pasar la tarde con él a solas.

—¿Cuál queres ver?

—No me importa cuál...

—Vamos, nenita. Te estoy ofreciendo que elijas.

Mhum... ¿Qué tal Capitán América: El Soldado de Invierno?

—¡Aaah! No puedo creerte. ¿Eres team Cap?

—Espera. ¿Tú no?

—Obviamente, soy team Iron Man.

—Madre mía. Tenes un gusto espantoso.

—Pues anda que vos. Ya no sé si me gustas tanto—susurró él en tono de broma, pero por miedo a terminar haciendo que Maia le creyera, le agarró una mano y le beso los nudillos—. Eh. Es joda.

—Que... Tonto. Bueno. ¿Queres ver una de Disney mejor?

—Claro.

Sin preguntarle nada más, Juani puso  la película de Tiana y el sapo. Recordaba a la perfección que Maia le había dicho que era su favorita.

Apagaron la luz y Maia le dejó un lado para que se metiera entre las sábanas a su lado.

Y así, Juani y Maia se quedaron recostados en la cama, con el brillo suave de la pantalla del ordenador iluminando la habitación en penumbra. Se quedaron absortos en la película, compartiendo risas y comentarios mientras seguían la historia con atención. La cercanía física entre ellos no pasaba desapercibida, y sus hombros casi tocándose, creando una sensación cálida y reconfortante en el aire.

𝐌𝐀𝐑𝐆𝐀𝐑𝐄𝐓──𝙅𝙪𝙖𝙣 𝘾𝙖𝙧𝙪𝙨𝙤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora