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EL ESTADIO ESTABA A REBOSAR EN AQUELLA FINAL DEL MUNDIAL, y lejos de sentir miedo por los franceses, Juani confiaba plenamente en su equipo y en su país.
Nada más llegar a las gradas, el de rulos le pidió que le sacara una foto a los seis a un hombre detrás de ellos y al notar el flash todos los amigos se acercaron a ver la fotografía.
—Voy a tatuarme esta foto.
Maia le pegó en la nuca.
—¡Ni se te ocurra!
—¡Ay!
—¿Y si cuando crezcas te arrepientes? ¿Y si nos alejamos o dejamos de ser todos amigos? ¿Nos vas a dejar tatuados en tu piel?
—Maia, reina de mi corazón, vos estás tatuada justo acá—el chico llevó una mano de ella hacia su pecho.
Ella puso cara de amargada y los demás le lanzaron palomitas mientras lo abucheaban.
—Ah, Juani. Sos un empalagoso.
—¿Un empalagoso o un romántico?
Ramusio, Simón, Fernando y Maia se miraron y esta se cruzó de brazos. Y todos a la vez, corearon.
—Empalagoso.
El único que no dijo nada fue Pipe.
—Te he visto haciendo quilombos peores amigo. Por mi como si te tatúas mi cara en tu trasero.
—¿ME DAS PERMISO?—preguntó Juani ilusionado.
El castaño le dedicó una sonrisa mientras se quitaba la camiseta de Argentina y se ponía su gorra blanca al revés.
—¡Boludo! ¿Cómo podes estar tan bueno?
—Ay Ramusio, deja de joder y sácame una foto. Que cuando seamos famosos valdrá oro.
—Que humilde de tu parte—agregó su hermana con sarcasmo y abanicándose la cara con las manos.
—Yo siempre, hermana.
—¿Tenes calor?—le preguntó Juani a Maia, a lo que ella asintió con mucho pesar.
—Me alegro de no haberme puesto una camisa de manga larga negra como siempre.
—Nenita. Es que hoy te ponías otra camiseta que no fuera la de Argentina y te clavo tremendo putaso.
