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MAIA

ARGENTINA LLEGÓ A LA FINAL

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ARGENTINA LLEGÓ A LA FINAL. Y ahora solo quedaba disfrutar de los últimos días en el hotel antes de que tuviera que volver a la triste realidad y volver a centrarse en su trabajo de fin de máster y volver a vivir sola en su piso de siempre tan aburrida y tan tristemente vacía desde que era una universitaria.

Esos días en el hotel, Maia se esforzó por llevar mejor el tema de la comida y sus pensamientos hacia sí misma y fue todo más fácil gracias a Juani: No le dejaba saltarse una comida, no la agobiaba y al mismo tiempo hacía que ella se distrajera para no estar tan pendiente de las calorías que entraban en su cuerpo.

Maia estaba segura de que Pipe y los demás se habían dado cuenta de que estaban (de nuevo) de buen humor el uno con el otro. De hecho, estar de buen humor era poco; Aprovechaban todo el día para estar los dos solos en la habitación, se iban a dar paseos con los demás pero accidentalmente se perdían y tardaban horas en encontrar a los demás y en general, el único tiempo que no pasaban juntos era mientras dormían. Y tampoco era del todo cierto, ya que sus camas estaban tan pegadas que con solo alargar el brazo Maia podía rozar los dedos de Juani levemente.

Habían creado una relación secreta que disfrutaban a escondidas de los demás... O eso pensaba ella.

Maia tenía la tonta idea de que no era tan obvia, pero Pipe una noche la abordó en el ascensor mientras subían trás la cena (Juani estaba en la habitación ya, desgraciadamente).

—¿Usaréis protección Juani y vos, no? No quiero ser tío tan pronto.

—¡Felipe, por Dios!—gritó ella horrorizada con una mueca seria—. ¡Juani y yo no...!

—Hermanita, te amo mucho. Pero como me intentes mentir diciendo que no pasa nada entre vosotros, acá las cosas se van a comer la de incómodas después de que te asesine y sea hijo único.

Maia tragó saliva.

—Carajo. Bien. Sí. Estamos... Conociéndonos.

Felipe resopló riéndose.

—¿Y no tenéis nada de sex...?

—Felipe, basta. Aún no hemos hecho nada... Y si lo hiciéramos no iría corriendo a decírtelo—murmuró Maia sonrojándose.

—Era broma. Solo quería preguntarte porque Simón, Ramusio y Fernando están metiéndose conmigo y yo quería confirmar las sospechas.

—A-ah.

—He hablado con Juani también. Está muy ilusionado. Se nota que le gustas mucho.

Eso hizo que Maia sintiera como le revoloteaban las tripas de alegría y fuerza. Su corazón se puso boca abajo y sus venas de hielo se volvieron brasas de fuego. Había oído a Juani repetirle una y otra vez durante esa semana lo mucho que le gustaba, pero oírlo en boca de alguien externo que los viera a los dos interactuar y viera ese amor y cariño en las miradas... Era otra sensación.

𝐌𝐀𝐑𝐆𝐀𝐑𝐄𝐓──𝙅𝙪𝙖𝙣 𝘾𝙖𝙧𝙪𝙨𝙤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora