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MAIA

DEL BUFETE DEL HOTEL COGIÓ UNA ENSALADA, DOS TROZOS DE PIZZA PARTIDOS A CUADRADITOS Y DE POSTRE UNA PORCIÓN DE TARTA DE ZANAHORIA

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DEL BUFETE DEL HOTEL COGIÓ UNA ENSALADA, DOS TROZOS DE PIZZA PARTIDOS A CUADRADITOS Y DE POSTRE UNA PORCIÓN DE TARTA DE ZANAHORIA.

Maia vio su bandeja de comida y asintió satisfecha antes de seguir a Juani y Felipe Ramusio a la mesa donde su hermano, Fernando y Simón los esperaban. Su mente estaba llena de satisfacción y orgullo por la elección que acababa de hacer para cenar, ya que no se trataba de una elección restrictiva o privativa, sino de una cena saludable pero permitiéndose pequeños caprichos para después no tener ansiedad durante la noche.

Pipe miró su bandeja de comida y le guiñó un ojo.

Era su forma de decirle que estaba orgulloso de sus elecciones.

En el hospital le habían dicho continuamente que sus comidas debían tener una ingesta calórica media a pesar de su complexión media que debía conformarse de dos platos y un postre. Maia aún dudaba, ya que a veces le parecía mucha comida y otras excesivamente poca para el hambre que tenía, pero normalmente solía controlarse y elegir sus comidas con lógica.

—Que buena pinta tiene esa pizza—le dijo Simón en un intento de sacarle conversación.

Maia asintió incómoda y miró hacia su plato. Una vez más, la joven Otaño se sintió avergonzada de no poder ser más abierta y relacionarse mejor con los amigos de su hermano. Tenía miedo de ser una carga y hacer que su hermano no se lo pasara bien. Con Juani ya se sentía algo más cómoda, pero con Fernando, Ramusio y Simón le costaba incluso alzar la voz o mirarlos a la cara.

—Tus... patatas bravas tampoco tienen mala pinta—dijo ella después de hincar en su tenedor un poco de encañada de su plato con una sonrisa nerviosa.

—Gracias. ¿Queres un poco?

Maia se apartó cuando Simón le tendió su plato para que cogiera un poco.

—Oh. No. Así estoy bien. Pero gracias.

Simón se metió unas patatas en la boca y Maia por fin respiró tranquila.

—¿Y... que tal va el rodaje de la película? No sé si puedo preguntar eso, pero...

—Ah, tranquila—murmuró Ramusio agitando la mano—. Bayona ya nos ha dicho lo que podemos decir y lo que no.

—No tenes una idea de lo cansado que es...—suspiró Fernando echándole sal a su plato de macarrones—. Y lo peor no ha llegado...

—¿Qué será lo peor?

—Cuando no podamos comer nada—murmuró Juani limpiándose la boca en una servilleta.

𝐌𝐀𝐑𝐆𝐀𝐑𝐄𝐓──𝙅𝙪𝙖𝙣 𝘾𝙖𝙧𝙪𝙨𝙤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora