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MAIA

—BIEN

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BIEN. PUES CREO QUE TODO EL PAPELEO ESTÁ EN ORDEN.—le dijo la mujer de recepción alegremente—. Os dejo para que os despidáis—murmuró sonriendo abiertamente a su familia y a Juani, que estaban justamente detrás de ella mientras Maia firmaba los documentos de recepción.

Maia se dio la vuelta y vio a cuatro personas demacradas y con los ojos llorosos de tanto aguantarse las lágrimas. Primero les dio un abrazo a sus padres y les pidió perdón por sexta vez en el día.

—Prometo que intentaré que sea el último ingreso...

Maia no lo sabía, pero cumplió su promesa y ese fue el último.

—Sin presiones, cariño. Hazlo a tu ritmo pero no decaigas.

—Queremos verte bien...

—Claro. Tengo una vida que vivir fuera—los ojos de Maia se deslizaron hasta los de Juani mientras recibía un beso de su padre en la frente.

—Los esperamos en el coche—la madre de Maia le dio un apretón en el hombro a Pipe y le sonrió a Juani antes de salir de la clínica.

Su hermano le echó un vistazo y se inclinó a abrazarla.

—Prométeme que estarás bien.

—Sí. Promete que ustedes dos se lo pasarán bien y no pensarán mucho en mí acá.

—Maia...

—No podéis estar grabando la película de vuestra vida pensando en mí, Feli. Yo voy a estar bien. Me van a enseñar a estar bien. Quiero que cuando salga de acá nadie me diga que mi hermano se ha vuelto un aburrido.

—Bien.

—Prométeme que seguirás siendo un boludo toca pelotas.

—No hace falta que te prometa esa mierda.

Se abrazó a su hermano una última vez y recibió con cariño una foto de él de pequeño que Felipe había sacado de un bolsillo.

—Yo siempre llevo una foto tuya—le mostró a ella enseñándole la funda de su móvil transparente con una sonrisa—. Estaremos juntos así.

—Hasta pronto, Feli.

—Hasta pronto, Mai-Mai.

Ya solo quedaba Juani por despedirse. Felipe le dio una palmada en el hombro y también desapareció.

𝐌𝐀𝐑𝐆𝐀𝐑𝐄𝐓──𝙅𝙪𝙖𝙣 𝘾𝙖𝙧𝙪𝙨𝙤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora