CAPÍTULO 36

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Elliot

El ronroneo del motor nos acompaña mientras conduzco hasta el departamento de Alessia. Mi rostro se ilumina con una sonrisa al rememorar los días maravillosos que hemos compartido juntos. A mi lado, Alessia agradece en un susurro, entrelazando sus dedos con los míos, que reposan sobre su muslo. Con su otra mano, acaricia el collar que adorna su cuello, un gesto que me hace sentir aún más cerca de ella.

Nuestra complicidad se refleja en sonrisas y charlas compartidas, mientras mi atención se divide entre la carretera que se extiende ante nosotros y el reconfortante calor de su mano en la mía.

—¿Por qué no desempacas en mi departamento? —pregunto al estacionar fuera de su edificio.

Alessia se gira hacia mí, con una expresión de incredulidad en su rostro. —¿Lo dices en serio?

—Sí... —mi voz es apenas un susurro, cargado de promesas y posibilidades. En ese simple sí, se esconde la promesa de mañanas compartidas, noches tejidas con risas y desafíos superados juntos. Siento la cálida complicidad entre nosotros, como si al dar ese paso estuviéramos sellando un pacto íntimo que trasciende las palabras.

Alessia busca mis ojos, y en los suyos encuentro una chispa de alegría que enciende mi propia felicidad. Su enorme sonrisa ilumina su rostro, creando destellos de felicidad que llenan el interior del auto. Cada rincón de su expresión refleja la alegría y el asombro ante la propuesta. Me quedo embelesado al observarla, maravillándome de lo hermosa que se ve con esa expresión radiante. Sus ojos brillan con un fulgor especial, como estrellas en una noche despejada, y su risa contagiosa llena el espacio, llevándome a un estado de éxtasis momentáneo.

Es en ese instante que mi corazón parece bailar al compás de su alegría, como si las emociones se entrelazaran y crearan una sensación única. La atmósfera se carga de un magnetismo especial, mientras la luz de su sonrisa se convierte en el faro que guía este momento decisivo. Cautivado por su encanto, me sumerjo en la contemplación de este instante, donde cada detalle de su expresión se convierte en una obra de arte que despierta en mí una profunda conexión emocional.

—¿Vivir juntos? —Alessia pregunta, su voz llena de emoción.

Asiento, sosteniendo su mirada con determinación. —Sí, vivir juntos. —Las palabras fluyen, cargadas de la certeza de que este paso es el correcto. Una sonrisa nerviosa se forma en sus labios mientras acaricio su mejilla con ternura.

El brillo en los ojos de Alessia revela una mezcla de sorpresa y felicidad. —¿Sabes que eso significa vernos todos los días? Despertarnos por las mañanas y dormirnos por las noches.

Una risa suave escapa de mis labios. —Sí, estoy completamente consciente de eso. —Mis dedos acarician suavemente los suyos, marcando el inicio de un compromiso más allá de las palabras. Hay un instante de silencio cómplice, donde nuestras almas parecen sintonizarse con la melodía de este nuevo comienzo.

Alessia finalmente rompe el silencio con una risa juguetona. —¿Estás seguro de lo que te estás metiendo?

Sonrío con ternura, perdido en la conexión que compartimos. —Totalmente seguro. Es algo que ya hacemos, pero con la diferencia es que no tenemos que pasar antes a tu departamento para que cojas tus cosas. —La anticipación del futuro se mezcla con el presente, creando un instante etéreo donde el amor y la promesa convergen en un acuerdo tácito.

—Me encantaría, pero debo subir por más cosas —dice Alessia, con una sonrisa en sus ojos, y el bullicio de la calle parece responder a su entusiasmo. La ciudad nos envuelve con su energía vibrante, y el futuro se despliega ante nosotros como un lienzo en blanco, listo para ser llenado con los colores de nuestra historia.

Flavors of Desire: Sabores del Deseo [En corrección]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora