CAPÍTULO 38

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Alessia

Dos meses después...

Me encuentro sentada frente a mi MacBook, inmersa en mis estudios para el doctorado en ciencias culinarias. El ambiente tranquilo de mi departamento se ve interrumpido por el sonido de la puerta al abrirse rápidamente. Él entra, hablando por su celular, su rostro es serio. Nuestras miradas se cruzan y, al instante, su expresión se suaviza al encontrarse con la mía. Una sonrisa se dibuja en sus labios mientras se acerca y me besa.

—Sí, te llamo cuando salga. —responde con su tono de voz particular, que usa con todos menos conmigo. —Hola, amor. Tengo que irme en cinco minutos. —Me anuncia, y frunzo el ceño.

—Hola, amor... —susurro con curiosidad. —¿Por qué tienes que irte?

Se aleja un momento y mis ojos se deslizan por su atuendo diferente al que llevaba por la mañana. La sequedad en mi boca se hace presente y humedezco mis labios. Viste su uniforme de trabajo, luciendo aún más irresistible. Mis ojos viajan lentamente por su figura, bototos negros, pantalón de camuflaje ajustado, camiseta que resalta sus músculos y su espalda imponente. su presencia exuda un atractivo magnético que me resulta imposible de ignorar.

—No me mires así, no tengo tiempo. —murmura cerca de mi oído, y siento un escalofrío recorrer mi piel.

No sé en qué momento se deslizó hasta mí con esa cercanía abrumadora que parece electrificar el aire entre nosotros. Su presencia, intensa y reconfortante a la vez, me deja sin aliento. Trago con dificultad, sintiendo cada latido de mi corazón como un eco de su proximidad, como si el mundo entero se detuviera para observar este instante cargado de tensión y deseo.

—Debemos viajar a Washington. —Me informa susurrando sobre mis labios. Sus manos en mi cintura me acercan más a su cuerpo. —A Dylan y a mí nos pidieron que hiciéramos un seminario a los cadetes de la academia, sobre la coordinación del equipo táctico. —Toma mis mejillas con ternura. —Solo serán dos semanas y estaré de vuelta.

Hago un puchero. —Lo sé, es tu trabajo. Tenle paciencia a los cadetes son niños. —murmuro con diversión y Elliot frunce el ceño.

—Se están preparando para ser agentes, defender al mundo de los delincuentes, deben ser fuertes. Y saber actuar bajo presión.

Sonrío. —Enséñales a ser igual de buenos que tú.

Elliot se mueve dentro de la habitación para preparar la ropa que necesita para estos días, y observo atentamente, notando que todas las prendas son similares a las que lleva puestas ahora, que no había visto antes. Cuando termina de guardar sus cosas, se acerca a mí y me besa con ternura.

—Te llamaré apenas llegue. —se despide abriendo la puerta de salida.

—Bueno, cuídate. —le beso los labios. —Te quiero. —le susurro.

Se aleja unos centímetros y me mira directamente a los ojos con una sonrisa—También te quiero. Nos vemos, amor.

—Nos vemos. —Respondo con una sonrisa y él cierra la puerta detrás de él.

Observo a mi alrededor, dejando que cada detalle del elegante penthouse se imprima en mi mente. La luz suave de las lámparas baña el espacio, creando una atmósfera acogedora y serena. Los muebles modernos y minimalistas se mezclan armoniosamente con la decoración sutil pero sofisticada. Aunque sé que extrañaré a Elliot, comprendo que su trabajo es parte de nuestra realidad, así que decido sumergirme en la experiencia de estar en su hogar. Es la primera vez que me quedaré sola por varios días aquí, aunque ya he pasado algunas noches solitarias cuando él se quedaba en la agencia hasta tarde. Pero esta vez es diferente; esta vez, es solo mío por unos días.

Flavors of Desire: Sabores del Deseo [En corrección]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora