CAPÍTULO 27

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Alessia

Desciendo por el ascensor, sumida en un silencio tenso que refleja el torbellino de emociones en mi interior. El nudo en mi garganta se aprieta con cada paso que me aleja del lugar donde se desvaneció nuestra burbuja de complicidad. Mis pasos rápidos resuenan en el estrecho espacio del estacionamiento mientras busco mi auto, y mi mirada se cruza, por un instante, con el auto de Elliot. Un suspiro profundo me libera de la tentación de hacerle algo a su auto, dejando esas ideas fugaces en el aire.

Subo a mi auto, enciendo la música en un intento por llenar el vacío que se ha instalado en el habitáculo. El motor cobra vida, y con cada giro de llave, me alejo del lugar que albergó momentos intensos y ahora se desdibuja en el retrovisor.

Mientras conduzco hacia mi departamento, las palabras de Elliot resuenan en mi mente, creando un eco de lo que fue y ya no es. El camino se vuelve una extensión de mis pensamientos, y el nudo en mi garganta persiste, como un recordatorio palpable de lo que se rompió entre nosotros.

Todo fue intenso con él, los sentimientos, la forma de mirarnos, de besarnos era intenso y fácil de crear sentimientos profundos.

Entro a mi departamento sin encender ninguna luz, solo la luz que se filtra por las cortinas abiertas ilumina mi departamento. Dirijo mis pasos hacia la cocina, donde la botella de vino parece ser la única compañía capaz de suavizar el peso en mi pecho. Al descorcharla, el sonido nítido rompe el silencio y llena la habitación con una sensación efímera de liberación.

Mi mirada recorre las copas, buscando una cómplice para compartir la amargura del momento. Finalmente, encuentro una y, con la botella en una mano y la copa en la otra, me sumerjo en un sorbo largo, para luego servir vino en la copa, intentando ahogar las palabras no dichas y las emociones enredadas en mi interior.

A medida que el vino desciende por mi garganta, siento su cálido abrazo irradiar en mi interior. El sabor agridulce se mezcla con la amargura de lo que acaba de suceder, creando una sinfonía de sensaciones que intento procesar en la soledad de mi departamento.

Me adentro en la penumbra, permitiendo que la luz de la luna juegue con las sombras, proyectando destellos plateados en los rincones. La botella reposa en la encimera, testigo silencioso de mi estado de ánimo. Mis pensamientos dan vueltas como hojas arrastradas por el viento, buscando comprender el giro inesperado que ha tomado mi relación con Elliot.

Me desplazo con cautela hacia el sofá, donde la suavidad del tejido acoge mi cuerpo cansado. La copa entre mis manos se convierte en un refugio temporal, un oasis que ofrece una pausa en medio de la tormenta emocional. 

El celular que está sobre la mesita, me invita a tomarlo. Me inclino sobre la mesita y lo tomo desbloqueando su pantalla. Entro a los mensajes y juego con mis dedos pensando que decirle. El chat con su nombre permanece en el mismo lugar, mientras que el vino disminuye.

Mis dedos danzan sobre la pantalla, llevados por una mezcla de enojo y deseo. Escribo mensajes que reflejan la tormenta de emociones que agita mi interior, pero antes de enviarlos, mi raciocinio prevalece y, con un suspiro, borro cada palabra. La botella de vino se encuentra ahora en su último suspiro, como si hubiera absorbido mis frustraciones.

Alessia:

¿Sabes qué? Fuiste un cobarde al no enfrentar la verdad. Estoy harta de tus secretos y de vivir en la sombra de tus mentiras. No mereces ni una pizca de mi tiempo.

Escribo, solo para borrarlo de inmediato..

Alessia:

A veces desearía no haberte conocido. Pero también desearía volver a sentir tus manos en mi piel. 

Flavors of Desire: Sabores del Deseo [En corrección]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora