Narra Alessia
Por fin, hoy tengo un día libre en el restaurante, y he quedado con Charlotte para acompañarla en la elección de su vestido de novia. Charlotte es más que una amiga; es mi hermana de corazón. Nuestros lazos se forjaron en la infancia, llena de travesuras compartidas y secretos compartidos. A pesar de tener diferentes padres, nos consideramos hermanas en todos los sentidos que importan.
Tras la trágica pérdida de mis padres en un accidente automovilístico cuando solo tenía diez años, me vi forzada a mudarme a Italia con mis tíos. Aquel doloroso acontecimiento marcó el comienzo de una etapa difícil en mi vida. La pérdida de mis padres y la separación de mi mejor amiga fue un doble golpe que me costó superar. Pero, a pesar de la distancia, Charlotte nunca dejó de estar a mi lado. La constante comunicación entre nosotras se convirtió en mi salvavidas en medio de la tormenta. Charlotte ha sido mi roca, mi apoyo constante en los momentos más oscuros de mi vida.
Ese fatídico día en que ocurrió el accidente, el destino se mostró despiadado. Mis padres se dirigían a una escapada de fin de semana para celebrar su aniversario de bodas, algo que habían planeado con tanta ilusión. Un camión descontrolado invadió su carril y los chocó de frente. Mis padres perdieron la vida en el acto, y mi mundo cambió de manera irreversible en un instante. El accidente dejó un vacío inmenso en mi vida. Mis tíos en Italia hicieron todo lo posible por cuidar de mí, pero la ausencia de mis padres fue como un agujero negro que amenazaba con absorber toda la luz de mi existencia. La tristeza y la melancolía se convirtieron en mis compañeras constantes, y aunque intentaba sonreír por fuera, por dentro me sentía completamente perdida. Cada día fue una lucha, una batalla contra la desolación que amenazaba con consumirme. La distancia con Charlotte solo intensificó el dolor, pero nuestra amistad se mantuvo fuerte a pesar de los kilómetros que nos separaron. La tristeza persiste en mi interior, como una sombra que se niega a desvanecerse con el tiempo. Dicen que el tiempo cura todas las heridas, pero eso no es del todo cierto. El tiempo no puede sanar la herida profunda que siento por no tener a mis padres a mi lado. Jamás podrán conocer la persona en la que me he convertido, no estarán presentes en el día de mi boda para verme vestida de blanco, mi padre no podrá entregarme en el altar al hombre que amo, y no podrán jugar con sus nietos cuando llegue el momento.
Esta sensación de vacío, esta ausencia palpable de momentos compartidos, es una herida que nunca sanará por completo. El simple pensamiento de todo lo que me han arrebatado me hace derramar una lágrima solitaria por mi mejilla. El duelo es un proceso complicado y doloroso, y aunque hoy estoy bien, sé que la pérdida de mis padres siempre será una herida abierta en mi corazón.
Entré al estacionamiento de la tienda y me encuentro con Charlotte esperándome. Su sonrisa deslumbrante irradia entusiasmo y alegría, lo que inmediatamente iluminó mi día.
—Hola, guapa —me saludó con un abrazo afectuoso—. ¿Qué le pasó a tu auto?
—Hola a la novia más hermosa —respondí, correspondiendo a su abrazo antes de examinar los daños en mi auto—. Un idiota arrogante me chocó la otra noche y, para colmo, quería echarme la culpa.
«Pero que está bastante bueno». Hablo mi subconsciente.
Le cuento la historia con lujo de detalles mientras caminamos hacia el interior de la tienda de novias.
—Elliot Blackwood, es él compañero de Dylan. —me reveló Charlotte mientras admira los hermosos vestidos que nos rodean.
—¿Qué? —mi sorpresa se hizo evidente.
—Sí, son compañeros de equipo y es su mejor amigo —contestó mientras contempla un vestido con escote en forma de corazón.
—¿Y está invitado a la boda? —pregunto con aparente desinterés, aunque mi curiosidad aumenta.
ESTÁS LEYENDO
Flavors of Desire: Sabores del Deseo [En corrección]
RomanceAlessia es lo último que Elliot necesita, y él es la última persona en la que Alessia pensó que se vería involucrada.