Mesaza

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Lucía.

Luego de terminar de grabar la cena, nos quedamos para continuar el festejo de cumpleaños de Mirtha. Brindamos, seguimos conversando y demás. Después de un par de horas cuando el programa ya había sido transmitido, había llegado la hora de volver a casa.

Ya me encontraba camino a mi hogar. Y por supuesto, sabía perfectamente lo que me esperaba.

Era más que obvio que Joaquín había visto la cena, y vio todas y cada una de las veces que Arturo me tocó el brazo -y yo a él- o cuando me sonreía y miraba. Habían dos opciones, o me hacía una escena y volvíamos a terminar como en Navidad, o... me castigaba de otra manera.

En 20 minutos ya me encontraba en el departamento. Sabía que Joaquín estaba ahí, ya que estamos conviviendo mucho en Buenos Aires desde que Rocío está en Madrid.

—Por fin llegas, Graciela.

—Sabías que era un día especial para la chiqui, no iba a cenar e irme de inmediato.

—¿Y la pasaste bien ahí?

—Bien, muy a gusto todo, Joa.

Se rió irónicamente y habló. —Sí, tranquila que todo el público lo notó perfectamente.

—Bueno sí, estaba cómoda. Y Mirtha se disculpó por la pregunta del otro día, lo cual fue bueno.

—¿Y después de la cena pasó algo más...? Digo, algo más aparte de celebrar por Mirtha.

—No. Qué más va pasar Joaquín.

—Con tu amiguito decía. En Hello Dolly ya habían cosas bastante raras, pero en ese momento lo dejé pasar.

Esta vez fui yo la que se rió. —¿Esto es en serio? Te vas a poner celoso de Arturo, por favor. ¿Y a que se debe lo de Hello Dolly después de tanto tiempo? Eso fue hace muchos años, en mi otra vida.

—Por la cercanía de ustedes parece que hubiera sido ayer, no en tu otra vida.

—Bueno, no veas cosas donde no las hay te pido por favor.

—Como se tocaban el brazo, como se miraban...

—Bueno, basta. No voy a discutir esto, estoy cansada.

—¿Para mí estás cansada? —Me tomó por la cintura y me pegó un poco a su cuerpo.

—Ay Joaquin.. No trates de cambiar las cosas, después de esta escenita me dan ganas de ir a dormir.

—Bueno genial —Me soltó. —Andá a dormir, y yo me voy al otro cuarto, o a mi casa, con Viviana.

Después de nuestra última discusión, como se atrevía a insinuar que iba a dormir con ella.

No pude evitar darle una cachetada. Cuando estaba por volver a estampar mi mano contra su cachete, él sujetó fuertemente mi brazo, y con su otra mano tomó mi rostro.

—Calmate, o sino seré yo quién lo haga. —Habló a medio centímetro de mi boca, en un susurro.

—Vos fuiste el que me alteró, deberías ser vos el que me calme.

Joaquín.

Esas palabras fueron más que suficientes para que la acción empezara.

La solté de mi agarre inmediatamente, y la alcé sobre la mesa.

Empezamos a besarnos, y mis besos fueron bajando poco a poco. Por su cuello, por sus hombros, por el valle de sus senos.

Ese enterito era muy difícil de sacar -para cualquier otro hombre- pero para mí no, porque lo conocía a la perfección. Todo tenía sus trucos, y yo más que nadie lo sabía. Comencé a bajárselo, hasta dejarla completamente a mi disposición.

—Encima fuiste sin corpiño... Me enoja aun más.

No dejé ni que me contestara. La calle con un beso. Después de unos minutos seguí hasta llegar al centro de su cuerpo e iniciar mi trabajo.

Con mi lengua hice según yo un trabajo magistral, al menos eso es lo que me hacía sentir Lucía, al deleitarme con sus gemidos.

Al cabo de unos minutos llegó a su máximo placer y ambos estábamos con la respiración muy agitada.

—Bueno ahora que ya te tranquilizaste, me retiro. Ahora si podes ir a dormir.

Intenté irme, pero la bella mujer que tenía sobre la mesa, me acorraló con sus piernas.

—Ah no mi amor, vos empezaste, ahora encárgate de terminarlo. La noche es joven.

—¿Pero no era que estabas cansada?

—No digas pelotudeces.

Otra vez arrancamos a besarnos y esta vez mientras besos iban y venían, nos dirigimos hacia la habitación.

Caímos torpemente a la cama y empecé a hacerla mía como si fuera la primera vez. Disfrutaba todos y cada uno de sus movimientos, de sus caricias, de sus besos. No podría nunca alejarme de ella por más que así lo quisiera. Era nada más y nada menos que la mujer de mi vida.

Después de varios rounds, los dos quedamos completamente exhaustos, y nos quedamos acostados y abrazados.

—Para que veas que solo yo te puedo hacer sentir esto.

—¿Y todavía te quedan dudas? —Respondió con una sonrisa encantadora.

—No, pero estaría bueno que te alejes de todos los tipos... Especialmente de Arturito, que me cae peor que patada en los huevos.

—Entonces vos también deberías alejarte de tus amiguitas.

—Casi no hablo con otras mujeres Lucía..

—Ese casi.... No me gusta.

—bueno a Viviana no puedo dejar de hablarle

—Y yo a mis amigos tampoco, lo siento

—Tus amiguitos no son padres de tu hija, Viviana sí.

—Y Pancho no es ningún bebé para seguir hablando con su mamá.

—¿Y solo por tus celos tengo que dejar de hablarle?

—¿Y yo sí tengo q dejar de hablarles solo porque el señor así lo quiere?

—Lucía, es distinto. Esos amiguitos tuyos, no quieren ser tus amigos solamente.

—Bueno basta.

—Queres que pare porque sabes que es verdad.

Lucía.

—No voy a tolerar actitudes de adolescentes.

Me harté y me paré de la cama, enseguida me cubrí con la sábana para que él no me viera desnuda. Estaba dispuesta a irme de la habitación cuando el hombre viene por detrás y me acorrala con su cuerpo, contra el placard.

—Dale, mi amor. No seas así.

Comienza a dejar tiernos besos en mi cuello, y sabe

—Entonces basta de escenas pelotudas.

—Está bien, no más escenas... Por hoy.

Rodee los ojos. 

—Vamos a dormir dale.

No me dejó seguir hablando porque me dio inmediatamente otro beso y me llevó a la cama.

—Está bien, pero dormiremos juntos.

—Sí Joaquín.

—Y no hacía falta que te envuelvas toda con la sábana, si te conozco de pies a cabeza, mi reina.

—Estaba enojada.

—Que bueno que estabas, y no estás.

Nos dimos el beso de las buenas noches y nos pusimos en cucharita para finalmente caer en los brazos de morfeo.

No había lugar más seguro para mí, que sus brazos.

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capítulo corto pero quería actualizar algo 💞💋
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Pimpinela One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora