Camino a México

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Lucía.

Pasar la madrugada del día de la madre en el avión era la mejor opción. No tenía cerca a mi hija, y estar en el aire despejaría mi mente de todo.

Estábamos charlando sobre la primera parte del nuevo tour en la oficina de la casa de Joaquín.

—Pensé que querrías pasar tu día acá —Dice Joaquín cuando le comenté mi decisión.

—No tiene sentido, me sentiría vacía estando en tierra firme —Me reí.

—¿Cómo hago con Viviana?

—No entiendo tu pregunta, Joaquín. ¿Qué hacés con Viviana de qué?

—Que también es madre. Y creí que almorzaríamos todos juntos, como acostumbramos. 

—Te comenté que yo viajaría antes a México, no te estaba pidiendo que me acompañaras. Podes quedarte a celebrar el día de la madre con tu mujercita —Comenté irónica. —No hay problema, hermanito.

Agarré mi bolso y estaba dispuesta a irme pero el hombre me tomó por el brazo rápidamente.

—Dale Gachi, no seas caprichosa.

—Soltame, me voy a hacer la valija.

—¿Todavía no entiendes? Yo por vos dejo todo. Cambiaré los pasajes ahora mismo para que nos vayamos juntos el sábado por la noche y no el lunes.

—No tenes que ir si no queres. No hagas las cosas por obligación. —Comencé a hacerme la difícil.

—No seas así, Lucía.. Ya te dije que cambiaré los pasajes, quiero pasar el día con vos, Viviana lo pasará con las mujeres de su familia y con Panchito.

—Y yo ya te dije que no hay problema, quizá Viviana te necesite más, al fin y al cabo es la madre de tu hijo, ¿no?

Vi como rodó los ojos mientras iba perdiendo la paciencia. Me divertía molestarlo. Se ve tan tierno enojado.

—Sí vas a estar así durante el vuelo okey, problema tuyo. Reservaré asientos separados, pero de que estaré en ese avión con la que es verdaderamente mi mujer, no tengas dudas. Permiso, el que se va soy yo.

Soltó mi brazo y trató de esquivarme pero las posiciones cambiaron y esta vez fui yo quien lo detuvo.

—El caprichoso es otro ahora —Puse mis brazos en su cuello y él no agarró mi cintura como acostumbraba. —Gracias por venir conmigo.. no te enojes dale —Tomé sus manos y las puse en mis caderas, cerca de mis nalgas. —Y claro que no vas a sacar asientos alejados. Sabés que ese avión es bastante grande y la categoría de clase ejecutiva tiene puertas... y ahí quiero mi regalo.

Ese comentario tan sugerente pareció encender a Joaquín, ya que de inmediato me acercó más a su cuerpo mientras hundía sus dedos en mi piel.

Terminamos haciendo el amor en el escritorio de aquella oficina y luego nos pusimos a armar juntos el equipaje. En realidad siempre soy yo la que elige la ropa que usará Joaquín, me encanta que en su mayoría combinen y él me deja elegir lo que quiera.

Pasaron los dos días que quedaban para ir al aeropuerto. Embarcamos y el avión era enorme, tal como mencioné antes, la clase ejecutiva tenía cortinas y puertas para mayor privacidad y asientos super grandes. Lo que me emocionaba de eso era que sabia a la perfección lo que pasaría.

Cuando terminamos de embarcar, felicitaron a las madres por el altavoz, y fue ahí cuando mi hermano me dio el primer regalo del día.

—Feliz día de la madre, amor. Te amo enana mía, sos maravillosa. —Me sonrió, me besó y sacó de adentro de su saco un sobre blanco. —Mi regalo. Abrilo.

Pimpinela One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora