Capítulo 25.- Soy culpable

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"Culpar a otros por tus errores, es equivocarse dos veces"


—Ya pasaron doce horas y mi hijo no despierta —dijo Humberto con temor al médico.

La preocupación en su voz y la angustia en los gestos de su rostro, mostraban la desesperación que comenzaba a emerger a causa de esta situación tan difícil.

—Lo sé —el doctor revisó, como unas veinte veces antes de aquella, a Vladimir.

Le tomó el pulso, escuchó su respiración, revisó sus pupilas, puso especial atención a su ritmo cardiaco, este era más lento de lo normal.

—Mi niño, abre los ojos por favor —con los ojos llenos de lágrimas, al lado opuesto estaba Amanda, acariciando la mano de su hijo. Llamándolo con insistencia, con la esperanza de que despertara—. Hoy es tu cumpleaños, ¿cómo puedes celebrarlo si estás dormido?

—¿Es su cumpleaños? —Preguntó Abril en voz baja— ¿Hoy es día 20?

Ella estaba en un amplio sillón, ubicado en la esquina de la habitación. Su madre estaba con ella y la tenía abrazada.

—Sí, mija. Hoy estamos a día 20 —respondió su madre.

—Lo había olvidado —de pronto, la chica se puso de pie y empezó a caminar para salir de aquella amplia habitación en la que todos estaban dentro a la espera de que Vladimir despertara.

—¿Pa' dónde vas, mija? —Jacinto estaba sentado en otro sillón. Se puso de pie para seguir a su hija.

—Voy a comprar un pastel. Vlad y yo hicimos un trato. Yo sería su primer amiga y juntos íbamos a celebrar su cumpleaños. Fue como un contrato que inventamos él y yo, no voy a romperlo. Es como una promesa que se tiene que volver realidad.

—Voy contigo, mija —Jacinto avanzó hacia ella—. No conoces esta cuidad. No te me vayas a perder.

—Yo iré con ella —Humberto entró a la conversación—. Roberto tiene un vehículo en la cochera, me dijo que podemos utilizarlo, al igual que esta casa. Le preguntaré por mensajes en dónde tiene las llaves.

—En ese caso, te daré una receta —el médico tomó su recetario y empezó a escribir—. Tu hijo ya debería de haber despertado. Trae este medicamento, se lo aplicaré. No quería hacerlo porque puede darle taquicardia, pero no veo otra opción. Si aun así no despierta, tendremos que internarlo en algún hospital cercano.

—Vlad va a despertar —dijo Abril con falsa seguridad, sorbiendo por su nariz. Había llorado largo rato, sus ojos estaban hinchados y su voz se escuchaba todavía algo llorosa—. Solo está esperando su pastel. Lo traeré enseguida.

El médico asintió sin decir ninguna otra cosa. Abril salió de la habitación en compañía de Humberto. Los demás se quedaron dentro del cuarto, a la espera de que el chico abriera los ojos en cualquier momento.

La Sonrisa De VladDonde viven las historias. Descúbrelo ahora