Capítulo 6.- Despertar Mirándote

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Al abrir los ojos, la claridad de la luz del día que se colaba por la ventana, iluminaba toda la habitación

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Al abrir los ojos, la claridad de la luz del día que se colaba por la ventana, iluminaba toda la habitación.

Las cortinas estaban abiertas a la mitad, y la luz bañaba la habitación haciéndola lucir de una forma distinta y nueva.

Vladimir fue el primero en despertar. Al abrir los ojos, lo primero que vio fue el rostro de Abril. Ella dormía tan plácidamente, que no pudo evitar observarla a detenimiento. Ella no era como las modelos de las revistas, y como muchas chicas que en su momento conoció, ella era muy natural y auténtica, tanto en su físico como en su forma de ser. Sin darse cuenta, pronto la comparó con un ángel.

Eso lo hizo curvar una leve sonrisa, al pensar en Abril como un ángel, uno que le grita y le da de manotazos cada que se enoja.

Luego movió los dedos y se dio cuenta de que sus manos estaban entrelazadas. Tragó saliva y se quedó quieto.

Miró con cierto grado de confusión a la chica, tragó saliva nuevamente y suspiró.

En su actual condición, tener la oportunidad de despertar al lado de una linda chica, no es algo que pudiera esperar jamás, pronto su corazón comenzó a latir como un loco, martillando contra su pecho y su respiración se aceleró.

Sentía el hormigueo en sus dedos por moverse y poder tocar la mejilla de Abril, lucía tan suave... Sin embargo, al mismo tiempo sentía terror de que ella abriera los ojos y se asustara al verlo, al tener tan cerca su cicatriz.

Esa horrible cicatriz, que no solo estaba marcada en su rostro, también en su alma. No podía esconderla, ni deshacerse de ella. Sus ojos se humedecieron y la tristeza comenzó a hacerlo dudar de seguir en esa posición.

Las manos de Abril, entrelazadas a las suyas, se sentía bien, demasiado bien. Pero su corazón, no podría soportar el rechazo, o peor aún, su gesto al asustarse de que él fuera la primera cosa que ella viera al abrir los ojos.

No quería soltarla, pero no estaba listo para que una persona estuviese tan cerca de él.

En ese momento, Abril se movió un poco y el pánico lo obligó a alejarse. Vladimir se soltó de aquel agarre y se sentó en la cama, de tal forma que ahora le daba la espalda a la chica.

-¿Ya es de día? -Preguntó Abril con un bostezo y voz adormilada.

-No.

-¿Y por qué se ve la luz del día? -Abril habló y se estiró perezosa, al tiempo que abría solo un ojo. Vladimir estaba en la orilla de la cama.

-Porque mirar mi espalda te ilumina los ojos, Jardinera.

-¡Menso! -Abril sonrió, localizó una almohada y se la arrojó a la cabeza al otro.

-Enana agresiva, ni terminas de despertar y ya estás atacándome, ¿eres salvaje proveniente de una selva o algo así?-la voz de Vladimir se escuchaba algo divertida-. Además eres una miedosa.

La Sonrisa De VladDonde viven las historias. Descúbrelo ahora