Capítulo 12.- En el corazón no se manda

46 9 12
                                    

 -Doctor, me duele todo el cuerpo -Miles abrazó su estómago- ¿me voy a morir?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

-Doctor, me duele todo el cuerpo -Miles abrazó su estómago- ¿me voy a morir?

-No -respondió el médico en tono serio, mientras escribía en su computadora lo que parecía ser una receta-. Le dejaré analgésicos para el dolor. Está usted muy golpeado, pero nada grave.

-Muchas gracias, Doctor -Miles respiró profundamente, en alivio-. Me devuelve la vida.

-¿Está seguro, Doctor? -Interrumpió Vladimir, caminando atrás de donde Miles estaba sentado- Mi amigo luce muy pálido, ¿no será que tiene algo así como una hemorragia interna?

Su tono burlón, hizo que el médico perdiera su gesto serio, y sonrió un poco divertido.

-¿Estoy muy pálido? -Miles se puso de pie y tocó sus mejillas, luego palpó su cuerpo, donde más sentía dolor- Doctor, necesito una tomografía, tal vez y se me rompió algo.

-Usted no está roto -respondió el médico mientras imprimía la receta médica y se la dio al chico-. Solo tome sus medicamentos al pie de la letra, tómese uno o dos días de reposo, aliméntese bien y no debe de haber ningún problema.

-Y ahí se van mis esperanzas de que le hagan una lobotomía -dijo Vladimir, caminando hacia la salida del consultorio.

-¡Espera, no me dejes! ¿Y si necesito una ambulancia? -Miles tomó la receta y siguió el camino del otro, dejando al médico sin decirle ninguna otra cosa.

-La necesitarás si no te callas. Por tu culpa tengo una migraña. Solo pensar en tus cursilerías me da náuseas -Vladimir llegó hasta su automóvil y se subió-. Que seas mi amigo no es excusa para ser un fastidioso.

Por su parte, Miles se mordió los labios y se quedó allí de pie viendo al otro. Movía uno de sus pies de forma nerviosa, como si quisiera hablar, pero se estuviera esforzando al máximo por no dejar salir ni una palabra.

Vladimir rodó los ojos, encendió el motor del vehículo y tocó el claxon de forma demasiado ruidosa.

-¡¿Puedes apresurarte?! ¡No voy a seguir esperándote!

-¿Me llevas?

-Sí, tal vez en el camino pueda arrojarte desde lo alto de un puente.

Sus comentarios sarcásticos parecían no tener un efecto en Miles, quien subió muy contento al vehículo y se acomodó dentro del coche, con aquella energía alegre que lo caracterizaba.

Vladimir decidió llevar a Miles hasta su casa, en el camino pasaron por una farmacia y él bajó a comprarle las medicinas. Sabía que el otro chico tenía algunas dificultades económicas por lo cual, trató de ayudar. No hizo comentario al respecto, su carácter y forma de ser no se lo permitía, de hecho le arrebató la receta a Miles de las manos, un segundo antes de bajar a la farmacia a comprar los medicamentos.

No le era fácil demostrar preocupación por otra persona, aun así, a su peculiar manera, se esforzaría para ayudar.

Después de aquello y de retomar el camino, grande fue la sorpresa de ambos al llegar a casa de Miles, en la calle estaba estacionada la camioneta del papá de Abril, y para hacerlo peor, estaba un lujoso automóvil azul eléctrico, que seguramente pertenecía a las primas de este.

La Sonrisa De VladDonde viven las historias. Descúbrelo ahora