II

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Desesperado por la algarabía que había en aquel lugar, Max se puso de pie, metió sus manos a los bolsillos de los pantalones y ajustó su gorra. Estaba dispuesto a dejar en claro un par de cosas con aquel intruso que se estaba llevando toda la atención. Atención que él no quería para si mismo pero era necesaria para llevar más allá su fama de ser el mejor piloto de todos los tiempos.

Caminó como un depredador a punto de atacar a su presa. Quería colocar sus manos sobre el cuello de aquel rufián y dejar en claro quien mandaba, quién era el líder.

Horner alcanzó a ver a Verstappen que caminaba hacia ellos y se separó de todos esos reporteros dejando a su nuevo piloto en manos de su mejor manejador de imágen.

—¡Max! No apareciste en la presentación —dijo Horner totalmente ajeno a lo que Verstappen sentía. Él se encontraba verdaderamente feliz con la decisión de la escudería. El nuevo piloto traería nuevas vibras y estrategias de eso estaba seguro.

—Si estuve ahí —respondió Max secamente sin quitar la vista de su nuevo compañero a quien realmente aún no conocía.

—Pues debiste acercarte, nada mejor para la prensa que verlos a ambos contentos. Además estarás junto a él por cuatro años.

Cuando escucho aquello Max sintió como si un balde de agua helada le fuese arrojado encima.

<<¡Cuatro años!>> No sé lo podía creer.

—Estas bromeando ¿Cierto? —se animó a decir.

—Para nada. Trae buenas referencias a tenido un buen año así que tenemos fe en él  —Horner no se limitaba al mostrar como se sentía satisfecho por la nueva adquisición a su escudería —así que  ¿Qué esperas? Vamos a presentarlos.

Verstappen sentía los pies como plomo. Todo su enojo estaba ya por todo su cuerpo llenandolo de líquido negro espeso y viscoso que lo anclaba al piso. Sus manos se cerraron en puños y sabía que en cualquier momento toda esa ira saldría de su sistema de una o de otra manera.

Sin quererlo se vió arrastrado hacia la gente que reía y charlaba en la entrada de la cafetería. Podía escuchar las preguntas absurdas que le hacían a su nuevo compañero y rodaba los ojos cuando ese idiota respondía estupideces como que serían buenos compañeros y cosas ridículas y absurdas.

Ni siquiera se conocían y se atrevía a asegurar cosas que ni en sus más locos sueños sucederían.

—Me da gusto notar su entusiasmo ante nuestro nuevo piloto —Horner se atravesó entre la gente para tomar a Checo por los hombros demostrando el orgullo que sentía— Ahora quiero que sean testigos de la presentación oficial de Max y Sergio— y sin más invitó al Neerlandés a acercarse.

Los flash, las cámaras y la atención de las personas se centraron en él de inmediato. Quiso mostrar una sonrisa, de hecho intentó mostrar el mismo entusiasmo que los demás tenían. Pero era en vano, eso de las emociones no se le daba muy bien y mucho menos la hipocresía de fingir unas que en su vida había sentido salvó la vez que le informaron que sería team principal de la escudería. De ahí no recordaba haber sentido algo parecido.

Se aclaró la garganta y le tomó más de lo debido dar un paso hacia su jefe y el nuevo. A medida que se iba acercando podía sentir cada fibra de él vibrando en fuego absoluto. Estaba molesto, mucho muy molesto.

Siempre perfecto. Siempre perfecto. Siempre perfecto. Siempre perfecto.

Volvió a repetir su mantra que le ayudaba a centrase.

—Max Verstappen ¿Cierto?

Cuando Max escuchó aquella voz con un acento un poco peculiar algo en él se activó  y lo obligó a salir de el caos que habitaba en todo su sistema.

Cuando miró por primera vez a su nuevo colega sintió como toda la sangre de sus sistema se detuvo dejandolo helado. Estaba inmóvil, sin habla.

—Mi nombre es Sergio Pérez. Me da gusto conocerte —al decir aquello Sergio sonrió mostrando su perfectos dientes. Su sonrisa era genuina y gentil. Parecía que irradiaba luz con cada gesto que hacía.

Max lo odió aún más.

Al no recibir respuesta Sergio volvió a sonreír pero está vez a los reporteros quienes se habían quedado expectantes a la respuesta de Max quien seguía sin decir ni mostrar nada.

Sergio sabía que no sería fácil llegar a media temporada. Que a todo mundo le había sorprendido hasta a él mismo lo había tomado desprevenido. Pensaba que su temporada acabaría como todas las otras: sin un contrato serio. Incluso ya había pensado en retirarse del mundo de las carreras.

Pero semanas atrás había recibido el llamado que le daría un vuelco a su vida. Ni siquiera lo pensó dos veces. Simplemente acepto aquella propuesta para después ir a celebrar con su familia y amigos cercanos quienes se emocionaron por él. Bien decían que los mexicanos eran muy unidos y siempre se alegraban por los logros gros de los demás, en especial si se trataba de un hombre tan sencillo y talentoso como lo era él.

Se preparó durante varios días. Perfeccionó su idioma inglés y tomo varios cursos que le ayudarían a familiarizarse con todo ese mundo que era tan nuevo pero a la vez tan conocido para él.

También ya le habían advertido sobre su nuevo compañero. El gran Max Verstappen. Primer lugar en todo lo que hace y con un carácter de mierda. Checo no era tonto y sabía que no serían mejores amigos al principio. Tenía la ligera esperanza de ganarse a su compañero, de ganar su confianza. Aunque aquello le tomará tiempo.

Checo no era de los que se daban por vencido pronto. Su padre le había enseñado a ser siempre leal, honesto y aguerrido. Siempre le dijo que debía dar lo mejor de si para cualquier área en su vida. Y sí, quizá el León Neerlandés podría ser un gran desafío tampoco era como si fuese de hielo ¿Verdad?

—Max podrías acercarte a Sergio para tomar la primera fotografía oficial —un reportero irrumpió los pensamientos de ambos pilotos quienes no supieron que hacer. Ambos se notaban incómodos.

Horner tuvo que hacer el trabajo sintiendo la tensión que se había formado. Bien sabía que Max era una roca dura que no daba de si hasta que era presionado. Así que sin más junto a ambos pilotos en el centro de todo el tumulto y los obligó a darse un abrazo cargado de compañerismo. Compañerismo que no existía en ningún sentido.

Max sintió como una descarga se apoderó de todo su cuerpo cuando tomó sin querer hacerlo la mano de Sergio quien una vez más sonrió de esa manera tan especial. Max no veía más allá que unos ojos café claro y una sonrisa de idiota. Pequeñas pecas saltaban por la nariz y mejillas de Sergio. Pero nada de esa amabilidad hacia que Max bajara la guardia. Se mantenía erguido y  miraba a su rival con esos glaciales ojos azules.

—Me da gusto por fin conocerte —murmuró el mexicano.

—Quisiera poder decir lo mismo —respondió Max. Pero lo hizo bajito para que solo él y su acompañante escucharan.

Sergio perdió cierto brillo en el momento. Sin embargo tomó por la espalda a Max obligándolo a girar hacia las cámaras que no paraba de dar click.

Muchas preguntas de los reporteros que no eran respondidas. Tan solo se dejaron tomar unos minutos más fotografías a las que de vez en cuando se les añadía Horner.

Pero una vez Dada por terminada la seción Max se apartó lo más lejos que pudo.

Dejando en claro que no se la pondría fácil a nadie.

SunshineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora