XXVI

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Los días pasaron rápido. Ambos pilotos disfrutaron de sus vacaciones conociendo lugares bonitos del hermoso país de Checo. Max probó comidas extravagantes y se tomó fotos con sombrero de charro. Un día se pegaron una borrachera donde ambos terminaron cantando en el karaoke como la primera vez que se conocieron. La resaca del día siguiente les pasó factura.

El tequila definitivamente se había vuelto de las bebidas favoritas de Max, como  todo aquello que representaba algo que le recordara a Checo.

La tal Carola había desaparecido días después con el pretexto de temas de trabajo, algo que Max celebró en sus adentros.

Ya era hora de volver al mundo de las carreras y los pilotos estaban despidiéndose de la familia de Checo. Caminaron rumbo a la Aeronave exclusiva que Max había rentado para no ser rastreado por su padre y se prepararon para el vuelo largo de regreso a Europa. Un vuelo donde ambos volvieron a demostrar su atracción mutua y dónde sucedieron muchas cosas sexualmente interesantes.















La próxima carrera sería Silverstone. Una muy emblemática y de las últimas que se llevarían acabo. El campeonato de constructores estaba ya asegurado por la escuderia pero el de pilotos presentaba ciertos contratiempos inesperados.

Checo y Max estaban empatados para ese momento de la temporada. Algo serio que le preocupaba a Red Bull. No podían creer que sus dos pilotos estuvieran en la batalla por ser el número uno. Algo totalmente que tomó por sorpresa a la escuderia. Max había bajado la guardia ante Checo y sin querer este se había posicionado como segundo a tan solo un par de puntos de diferencia.

Algo debía de hacer la escudería o al final de temporada estarían en muchos problemas poniendo a competir mano a mano a sus propios pilotos. Y sabían cómo era Max de mal perdedor.

Max había dejado hace horas a Checo en el hotel designado por la escudería. Extrañamente los habían separado, cosa inusual. Casi siempre compartía en mismo hotel aunque estuvieran en habitación y pisos diferentes.

No había podido hablar con él debido a los múltiples compromisos que tenía sobre sus patrocinadores. Tuvo una desafortunada cena con los padres de Kelly quienes lo presionaron hasta el cansancio por el compromiso y boda con su hija. Max terminó fastidiado esa noche y para su mala fortuna no pudo ver de nuevo a Checo.











La carrera estaba cerca y todos se preparaban para estar listos. Los monoplaza habían recibido las actualizaciones pertinentes para hacerlo aún más veloz.  Checo y Max estuvieron al tanto de dichos arreglos y recibieron instrucciones precisas de estar puntuales en el simulador. Otra vez Max no había visto a Checo porque sus horarios no volvieron a coincidir.











Los garajes estaban en punto, mucha gente trabajaba día y noche para lograr ser de los primeros en estar instalados y listos. Los mecánicos e ingenieros como era su costumbre ya estaban anticipados en su posición para la llegada de Max quien se convertía en un monstruo si las cosas no estaban como debían y él lo exigía.

Su garaje como siempre se encontraba en silencio, apenas y los murmullos de los trabajadores se escuchaban mientras que en el de Checo la música predominaba y todos charlaban amenamente.

Max fue el primero en llegar. Antes que presentarse como era su costumbre a repasar que todo estuviera en orden fue primero al garaje continuo a llevar una pequeña caja con galletas de sus favoritas y dejarla entre los estantes donde estaban los cascos de Checo. Sabía de ante mano que Checo siempre se quedaba dormido unos minutos más y por ello todavía no se veía por ningún lado, pero eso no mermó su buen humor, igual y lo podría ver más tarde y podría acorralarlo entre los pasillos alejados y besarlo. Eso no era un problema.

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