XIII

501 62 3
                                    

—Busquemos un tutorial para saber cómo funciona esta cosa —dijo alegre Sergio cuando él tampoco logró encender la cafetera.

Ambos miraron un par de videos del funcionamiento del aparato. Rieron ocasionalmente porque ambos no podían entender como es que manejaban un automóvil con distintos tipos de configuraciones a más de trescientos kilómetros por hora y les estaba costando tanto encender un aparato tan simple. Las risas duraron varias minutos ante algunas bromas que vieron después de haber logrado por fin hacer un café decente. Hasta que el móvil de Checo se quedó sin batería y la luz del lugar se apagó después de un relámpago bastante intenso.

Los hombres estaban sentados en el piso recargados en el mueble de la cocina bebiendo café dulce. Ambos suspiraron de un alivio que no sabían que necesitaban. La tormenta era fuerte afuera y los rayos tronaban haciendo vibrar las ventanas.

Checo pudo notar como Max se iba poniendo rígido y no quería que su compañero tuviera ese episodio de nuevo. Por lo que se animó a hablar.

—¿Cómo es que terminaste siendo tricampeón del mundo?

Max pareció reaccionar ante la voz de Checo y levantó la vista a este. Meditó unos instantes su respuesta teniendo siempre en mente todo lo vivido desde que era un bebé. No sabía realmente que decir a aquel cuestionamiento. Así que solo dijo lo único que abarcaba sus pensamientos.

—Un trabajo sin descanso desde que tengo memoria —respondió distraídamente.

—¿Haz tenido otros sueños? —murmuró Checo.

—No —respondió Max como si la sola idea le atemorizara.

Checo notó aquello y no quiso presionar.

Max al ver que Checo se había quedado callado preguntó:

—Y tú ¿Tienes otros sueños?

—¡Por supuesto! —contestó entusiasmado Sergio.

—¿Cuáles?

—Obviamente ser campeón de la F1 —pero Checo sabía en el fondo que ese sueño sería complicado cuando el rival a derrotar estaba sentado junto a él bebiendo café.

Max meditó la respuesta de Checo. Él también sabía las dificultades que habría en querer cumplir aquello.

—Y aparte de eso. Suponiendo que lo consiguieras ¿Qué harías después? —comentó Max para aligerar el peso de la plática.

Sergio sonrió de medio lado como si la visión de ese futuro lo alegrará más que ser campeón del automovilismo. Max no paso desapercibido aquel gesto que apenas y pudo ver por la escasa luz del exterior.

—Quisiera mudarme a un lugar como este. Lejos de las camaras y las críticas. La presión que los medios ponen en mi, a veces me resulta abrumadora. Quisiera un sitio pacífico donde pueda tener una pequeña granja. Ya sabes dónde haya vacas, borregos y conejos —Checo sonrió al imaginar aquello.

Max imaginó aquel escenario. Él nunca había pensado en lo que iba a hacer después de su retiro. Su vida siempre habían sido las carreras. No conocía otra cosa. No deseaba otra cosa.

Hasta esa noche.

Entonces Max estornudó y Checo se levantó alarmado.

—Creo que es hora de cambiarse —dijo extendiendo la mano a su compañero—. No quiero que el campeón del mundo se vaya a resfriar y no corra el siguiente GP.

Max aun no terminaba de entender esa manera de ser tan peculiar del mexicano.

¿A quién carajos le había importado antes que él estuviera resfriado?

SunshineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora