XIX

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Nota de autora: esta semana les dejo dos capítulos para ustedes. Soy nueva escribiendo esto, así que espero les guste. Gracias por leer :)















El beso empezó indeciso. Inseguro. Ninguno de los dos sabía si el otro reaccionaría bien a lo que estaba sucediendo.

Los labios de Max estaban urgidos y apresurados
Cada partícula de su ser flotaba en una nebulosa de deseo y posesión.

Para Checo todo era nuevo. Abrumador y rápido. No había explicaciones ni pensamientos correctos para lo que estaba sintiendo.

Al cabo de un momento ambos se fueron acoplando. Sus labios comenzaron una suave danza donde sus corazones ponían la melodía.

Sergio se terminó recostando en la pared debido al peso del cuerpo de Max que sentía que los milímetros que los separaban eran demasiados.

El calor que Checo emanaba traspasaba hasta el pecho de Max que no terminaba de ponerle nombre a eso que estaba sintiendo y que lo estaba enloqueciendo. Quería más, nada era suficiente, así que con su mano libre comenzó un decadente descenso por el cuerpo del mexicano.

Comenzó suave por los hombros bajando lentamente por sus espalda. Disfrutando las sensaciones a su paso y con ello haciendo el beso más intenso, más hambriento. Su mano quemaba de deseo, las inmensas ganas de tomarlo y de poseerlo crecían y lo consumían.

<<Mío>>

Repetía Max en su mente mientras detenía su descenso en la espalda baja de Checo.

Lo acercó a él dejando claro el deseo que estaba sintiendo. Sus entrepiernas se juntaron causando un gran impacto en el sistema de Checo que podía sentir claramente la excitación del nerlandes que no le permitía tomarse un instante para procesar lo que estaba pasando.

—Max —murmuró Checo logrando safarse de aquel agresivo beso.

Max no contestó. Lo miraba con una  vehemencia profunda.

—¿Qué estamos haciendo? —volvió a cuestionar Checo.

—Te estoy mostrando lo que realmente sientes y quieres —contestó con voz ronca el nerlandes que sin darle tiempo a su compañero de volver a hablar lo atacó en un nuevo beso.

Checo dió un respingo debido a la intensidad pero no alejó a Max. Esta vez lo tomó por la nuca y metió sus dedos en su cabello ocacionando que esté soltara un gruñido bajo pegándose nuevamente al cuerpo de Sergio quien también ya mostraba su excitación.

Sus manos atraparon la cintura de Checo envolviendolo, haciendo alarde de la posesión que tenía en ellas. Él era suyo. Su sonrisa de idiota, sus ocurrencias infantiles, su amabilidad desmedida, sus sombras que aún no le había mostrado pero sabía bien que existían. Pero sobre todo era dueño de aquella luz, de esa luminiscencia y resplandor de sol que era Sergio Checo Pérez.

Después de lo que pareció ser una eternidad ambos se alejaron un poco respirando de manera agitada y pesada. Sus ojos brillaban con el anhelo de seguir probándose uno al otro.

Sus corazones se desbordaban y reiniciaba una y otra vez debido a la espectativa.

Checo aún podía sentir el sabor de Max en sus labios.

—Ven conmigo a casa —murmuró Max mientras pasaba sus nudillos por las mejillas de Checo apreciando las marquitas marrones con las que ya soñaba muy seguido.

—Pero... —Sergio estaba confundido. Aún estaba Lewis por algún lado de aquel sitio.

Max puso su dedo índice silenciando a Checo. Sabía que tenía dudas y lo entendía. Lo que no quería era dejarlo  nuevamente con Hamilton.

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